Fue uno de los escritores más importantes de su época, pese al injusto y tan hispánico olvido que padece hoy. Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) fue un gran novelista y el único -en otros momentos de una España débil por las pendencias de los ... propios españoles- en triunfar no sólo en nuestra América -llegó hasta a fundar pueblos en Argentina- sino a ser un 'best seller' clamoroso en EE UU, con obras llevadas al cine, en Francia y sin exagerar en medio mundo. Tras sus inicios realistas de tema valenciano (Blasco nació en Valencia de padres aragoneses) como 'Arroz y tartana' o 'Cañas y barro', Blasco en Madrid fue rebelde, bohemio y republicano y pronto se exilió en París, pero triunfó. Antes de la 1ª Guerra Mundial, ya lucía la preciada roseta de la Legión de Honor. Era conocido de Zola y amigo de Anatole France, uno de los grandes autores del momento. Viajó a Estados Unidos y vio el éxito inmenso -en inglés- de su gran novela sobre aquella guerra, 'Los cuatro jinetes del Apocalipsis'. Actores como Valentino o Ramón Novarro le deben sus primeros éxitos, con obras con 'Sangre y arena'. Aunque no había olvidado las novelas de fondo histórico o cosmopolita como en 'Sonnica, la cortesana' o 'El Papa del mar'. Llegó a tener cinco casas espléndidas porque ganaba un dineral y no era nada tacaño. Su gran casón en la Malvarrosa valentina, un piso en París y la enorme villa de Menton, en la Costa Azul ('Fontana rosa') donde se retiró y al fin murió. No hubo español en esos años más conocido internacionalmente que él y aunque aquí se lo seguía, claro, también vilmente se propendía al ninguneo. Por eso (para recordar las dimensiones y los muy diversos planos de Blasco) la editorial Fórcola ha publicado una antología de entrevistas con el gran autor valenciano, 'Sueños de Revolucionario. Entrevistas', recopiladas y prologadas por Emilio Sales y Francisco Ferrer. Blasco que se sentía muy levantino, no era nada nacionalista y eso pesa en la España peor y más rancia. El libro reúne entrevistas varias entre 1910 y el año mismo de su muerte, 1928. Sus años de gloria absoluta. No se puede perder a un autor así.

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Cuando ya había ganado y gastado mucho dinero (pues en Argentina como colono, antes de 1914, también se arruinó) dio en 1923 la vuelta al mundo en un barco de lujo llamado 'Franconia'. Esos seis meses largos le sirvieron para dar la talla de un escritor de cuerpo entero en un libro que se lee con mucho deleite, 'La vuelta al mundo de un novelista'. Doctor honoris causa por muchas universidades como la George Washington (en 1920) es absurdo, por usar un término benévolo, que en España no nos acordemos apenas de Vicente Blasco Ibáñez que también fue editor (editorial Prometeo), y que no sólo fue amigo del grande D'Annunzio, sino uno de los escritores de quienes el italiano fantástico habló mejor. Es una recuperación imprescindible.

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