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Parece un poco raro decirlo así, pero es verdad. La vanguardia de literatura y arte que sacudió Europa y América, hace unos cien años, se ha quedado dulcemente vieja. En una antología de poesía (como la que vamos a abordar, magnífica) vemos que los poetas ... que nos suenan –Vallejo, Huidobro, los 'Contemporáneos' de México, los 'origenistas' de Cuba– nos son familiares porque aunque se iniciaron como herederos, seguidores o quebradores de 'Futurismo' de Marinetti, la primera y más avejentada vanguardia, fueron luego más lejos, a la modernidad que admite el clasicismo, pero hay muchos, muchísimos poetas que pertenecen a la Historia o a los especialistas, porque sólo la vanguardia estricta les dio un efímero fulgor, y se eclipsaron con ella. Hablo de la en verdad magna antología hecha por Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla, 'Tierra negra con alas. Antología de la poesía vanguardista latinoamericana', editada por la Fundación José Manuel Lara, de Planeta. Juan Bonilla (lejano en su escritura a la vanguardia, pero desde hace años muy seducido por ella) ha hecho un largo y buen prólogo, 'La caravana americana' donde detalla con sabiduría, pero sin pedante academicismo, la historia y logros de la vanguardia en América (incluye Brasil) partiendo de Francia y de España, pero a menudo con resultados muy superiores. Juan Manuel Bonet –en papel más erudito– ha redactado las biografías de los muchos antologados y suponemos que, entre los dos, han escogido los poemas que se agrupan por países. No se incluye España, porque la historia de la vanguardia española (ultraísmo, creacionismo) está hecha y porque tuvo mucha influencia en nuestra América. Borges –que vivió de joven aquí– llevó el ultraísmo a la Argentina y creó allá además, la veta criolla de esa vanguardia, con el martinfierrismo y el gusto por los taitas del arrabal. El chileno Huidobro se movió entre España y América, incluso el 'estridentismo' mexicano de Maples Arce conocía lo español, y todos fueron fascinados por Ramón Gómez de la Serna, casi nuestro primer vanguardista, y por el libro de Guillermo de Torre –cuñado de Borges– 'Historia de las literaturas europeas de vanguardia' (1925), un hito en su tiempo.
En esta generosa y novedosa antología (lo he dicho) encontramos lo conocido en los países más receptivos a la vanguardia: Argentina, México, Perú o Chile. Pero es que junto a los conocidos –puedo incluir al peruano César Moro y a tantos surrealistas iniciales– aparecen montones de dignos poetas y poetisas hoy desconocidos, pero llenos de ese fervor por la novedad del momento y contra lo antiguo, que decretó Marinetti en 1909 ('Manifiesto del Futurismo') antes de terminar como ilustre académico del Fascio. Montones de poetas desconocidos hoy o poco conocidos se abren a la sed del lector curioso: Alberto Hidalgo, Salomón de la Selva, Luis Cardoza y Aragón, Regino Pedroso, Maples Arce o Xavier Abril –entre muchos más– vuelven ante nosotros para demostrar, además del ardor vanguardista, la enorme potencia de la literatura en español, vista de modo panorámico. Sí, las alusiones continuas al cine, a los cabarés, a Charlot, a Josephine Baker, al jazz-band o a las Cosmópolis, resultan tan antiguas como entrañables. Espléndido, con sabor a charlestón.
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