C uando le querían hacer rabiar, sus compañeros le decían: «Pintas mejor que juegas». Andrés Segura fue un futbolista forjado en los juveniles del Real Madrid y que jugó (durante ocho temporadas, de 1966 a 1974) en la liga profesional con el Real Valladolid.Después ... de los partidos y entrenamientos, descansaba pintando. El regalo de bodas de los amigos era un retrato de la novia. Al fútbol le siguió otra vida, pero nunca ha dejado los pinceles ni el deporte. Entre carrera y partido de tenis, vuelve al caballete.
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Ya en el colegio se recuerda dibujando, «pintaba a mis compañeros. He nacido así, nadie me enseñó», dice, aunque hubo un fallido intento. «Me matriculé en un curso en la Escuela de Artes y Oficios, pero duré tres meses. Estaba un día pintando un modelo y me dijo el profesor que todo muy bien pero mal la perspectiva. Estaba a un metro del caballete, con lo cual debía ser forzosamente distinta. Le pedí que se pusiera en mi sitio y me dio la enhorabuena. Entonces dejé de ir».
De los lápices pasó al óleo y, sin más conocimiento que la intuición, en su paleta crecieron todos los colores, dominó la luz (a pesar de que su estudio era la cocina) y la proporción. Las paredes de su casa registran su evolución, siempre en la copia. Encandilado por el barroco español, su primer cuadro fue 'San Juan Bautista niño', de Murillo, vecino de 'El aguador', de Velázquez. Una docena de obras le separan de 'Las meninas', «a escala, pues el sitio donde iba a ser colgado es pequeño». No le interesa mucho el nombre del pintor, ni su lugar en la historia del arte. Se detiene en la factura, en la luz, en los pliegues de las ropas, en el motivo. «He visitado mucho el Prado, he visto trabajar a otros copistas. Me paro mucho rato en cada cuadro, me fijo en las manos, los pies, la cara, la pintura. Yo no necesito el natural, prefiero copiar de una lámina, soy un pintor fotográfico».
También frecuenta el Thyssen y la Casa de Sorolla. Precisamente de este último luce en el salón una copia de 'Paseo a orillas del mar'. «Hice cuatros 'dalís' de gran formato para mi hijo, pero lo que más me gusta es el barroco. Esa es la pintura que me llama la atención por el reto técnico. El abstracto y lo contemporáneo me gusta, pero no lo comprendo», apunta el almeriense. Para Andrés Segura siempre fue una afición. «En mis tiempos de futbolista me ofrecieron exponer en las cajas de ahorros, pero nunca quise, siempre fue un entretenimiento personal». Recuerda los «matutes» de entrenadores como Aldecoa.
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«En su temporada no pinté nada porque llegaba a casa muy cansado. Los domingos adelgazábamos entre 4 y 5 kilos. Los medios hacíamos de todo, ayudábamos a los delanteros y a la defensa. Nos metíamos una tralla para cobrar igual que los demás. Me hubiera gustado nacer ahora. En nuestro tiempo no subieron las fichas hasta que contrataron a Cruyff». Con Biosca, «que era del Opus» iban a misa, «había que agradar para que contaran contigo».
Segura ha vuelto a los lápices, «más limpios, menos trabajo», convencido de que «aprender a dibujar es muy difícil, no se puede enseñar. Pero pintar, lo hace cualquiera».
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