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Portadas de los tres libros recomendados de la semana. El Norte
El caso final de Bruna Husky, la precariedad en Londres y una fábula sobre la esclavitud
Los libros de la semana

El caso final de Bruna Husky, la precariedad en Londres y una fábula sobre la esclavitud

Las recomendaciones literarias de la semana incluyen la novela más reciente de Rosa Montero o la recuperación de 'Gracias', de Pablo Katchadjian

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 8 de febrero 2025, 08:32

Aunque de temáticas y escenarios muy diferencias, las tres novelas recomendadas de al semana tienen varios nexos de unión. Dos de ellas, en el título: 'Animales difíciles', de Rosa Montero, y 'Animales pequeños' de Mercedes Duque Espiau. En ambos casos se habla de la fragilidad del ser humano y de diversas formas de precariedad. Además, en la novela de Montero (la cuarta de la saga Bruna Husky) hay varias formas descontroladas de poder, como ocurre en 'Gracias', novela de Pablo Katchadjian que Sexto Piso recupera para su catálogo.

'Animales difíciles', Rosa Montero. Seix Barral

«El mundo se coloca mientras escribo» (54)

  • Animales difíciles Rosa Montero

  • Seix Barral 368 páginas. 20,90 euros.

Bruna Husky es, desde su primera aparición en 'Lágrimas en la lluvia' (2011) un vehículo estupendo para hablar de unos temas que siempre habían estado en la obra novelesca de Rosa Montero y que con estos libros se colocaban en el centro de la trama: el miedo a la vejez, la mortalidad, la identidad, la fragilidad de los seres humanos, la resistencia civica frente al poder. Todo eso está de nuevo en 'Animales difíciles', la cuarta y última entrega de la saga Bruna Husky. Aquí la replicante se encuentra con unos sentimientos nunca antes experimentados. Su propia naturaleza caduca le dice que tiene asignada una fecha para morir. Y todo en ella está supeditado y condicionado por la conciencia de esa marcha atrás. Sin embargo, mientras que en las otras aventuras, Husky disfrutaba de un cuerpo atlético, musculoso, ágil y sin dolores... aquí se tiene que enfrentar con una nueva carcasa que le descubre la fragilidad, los dolores, la pequeñez. Esto se completa con la decadencia de Yiannis, su amigo archivero, que también tiene que hacer frente a la vejez y la decrepitud. El ser humano no solo tiene que lidiar con su muerte, sino que además ha de hacer frente al deterioro de su cuerpo.

La trama de 'Animales difíciles' explora esa relación entre cuerpo y mente. Una empresa de alta tecnología acaba de sufrir un misterioso ataque. Sus naves son un enorme repositorio en el que descansan las mentes de todos aquellos que, después de muertos sus cuerpos, deciden conservar su mente para la eternidad. Un grupo de jóvenes huérfanos (conocidos como los todistas) se han encargado de destrozar esas mentes con unos fines misteriosos que Husky deberá investigar. Y eso, en momento delicado para la humanidad, donde las corporaciones internacionales tienen cada vez más poder y donde las posiciones políticas más reaccionarias están ganando la partida. Frente a una comunidad global, surgen cada vez más voces que buscan el restablecimiento de las fronteras físicas y el fin de las económicas y éticas. Libertad es el mantra para eliminar cualquier traba al desarrollo de la tecnología y la IA, aunque eso suponga pisotear principios éticos o morales. Todo suena demasiado contemporáneo, aunque la novela esté ambientada en 2111.

Esa toma de tierra con la actualidad (con algunos políticos y empresarios claramente indentificables) es uno de los grandes aciertos de la novela. El otro, es el mundo (futurista y creíble) que ha ideado Montero. Los inventos y descubrimientos científicos que describe (desde el transporte a los servicios energéticos de una vivienda) son claramente posibles. Y también lo es un mundo de recursos limitados donde el agua o el aire acondicionado están restringidos. La trama en la que Husky investiga qué ha pasado exactamente en el ataque de ese almacén no es especialmente novedosa. Los malos se adivinan desde el principio y algunas escenas se anticipan con facilidad en la mente del lector, pero el valor del libro no está tanto ahí (en qué pasa), sino en el cómo se cuenta, con ese desfile de ingenios futuristas y, sobre todo, esa lección de vitalidad que son todas las novelas de Bruna Husky (y de Rosa Montero por extensión). Un canto a la vida en 2111 leído con muchas décadas de antelación.

'Animales pequeños', Mercedes Duque Espiau. Tusquets

«Los recuerdos aparecen como el polvo sobre una estantería. Giras la cara un instante y cuando vuelves a mirar ya han cubierto toda la superficie» (107)

  • Animales pequeños. Mercedes Duque Espiau.

  • Tusquets. 208 páginas. 18,90 euros

En el quinto capítulo, hay una escena que explica el porqué del título de la novela. Rita, la protagonista, una joven periodista que trabaja en un restaurante de Londres, está en una farmacia para pedir la píldora del día después. Allí, mientras espera, entra una quinceañera, bajita, indefensa, que acude tal vez por lo mismo que ella y tiembla como «los animales demasiado pequeños». Esa imagen de alguien que se siente frágil en un entorno que no domina, desvalido ante el qué dirán, desarmado ante el ejército de la rutina atraviesa este libro que habla, especialmente, de las diferentes formas de precariedad, de las amistades perdidas y las relaciones recobradas. Rita comparte piso y habitación en Londres con Lis, su mejor amiga de la adolescencia. El sueldo en la hostelería no le da para más. Cobra apenas un poco más que el salario mínimo. Esa precariedad en la vivienda, en el trabajo la lleva también a las relaciones, con sexo esporádico en los baños y citas a ciegas a través de Tinder. También en Londres vive Eva, su hermana mayor, con quien desde hace años no mantiene una buena relación. A lo largo de la novela, habrá diversos acontecimientos que hagan que Rita descubra todo aquello que le une con su hermana y le separa de su mejor amiga. «¿En serio te parece que nos conocemos?», le dice Lis en la 171. «Apenas ahora empezamos a conocernos», cuenta Rita sobre su hermana en la 193, en uno de los capítulos más hermosos de la novela. Y esta idea se refuerza en algo que antes habíamos leído en la página 70. «Existen amistades así, en las que las conversaciones personales son lo de menos». Y todo ello, en una novela de capítulos cortos que funcionan casi como escenas independientes, como estampas en la vida londinense y los recuerdos de juventud de esta joven que sufre diversas formas de precariedad y que (en medio de embarazos, crisis de parejas y trapicheos laborales) buscará vías de supervivencia, porque también los animales pequeños (aunque parezcan indefensos) tiene sus propias estrategias para sobrevivir.

'Gracias', Pablo Katchadjian. Sexto Piso

«El enemigo nunca se extingue» (67)

  • Gracias Pablo Katchadjian.

  • Sexto Piso. 132 páginas. 17,90 euros.

Con aires de leyenda (castillos, barcos cargados de esclavos, luchas embarradas....) se presenta esta alegoría literaria sobre la libertad y las dictaduras, sobre las distintas formas de opresión que tiene el poder y sobre cómo este se ejerce desde la dura imposición o desde posiciones más sibilinas. El narrador es un esclavo que entra a servir en la casa de Aníbal, su nuevo dueño, un tipo insensible y violento, que humilla y maltrata a las criadas, que somete a sus súbditos a torturas inimaginables y que encarga al protagonista de esta historia una inmunda labor de la que el lector apenas sabe nada (porque a veces hay más horror en lo imaginado que lo contado). El caso es que en ese espacio de opresión se fragua una revolución, bajo la idea de que para alcanzar la justicia a veces hay que cometer actos injustos (como un asesinato). Este utilitarismo, esta justificación de cualquier medio, tiene una imagen poderosa en las cenizas. El fuego puede acabar con lo viejo, pero siempre quedan los restos de lo que allí ocurrió. Esas cenizas se asomarán en varias partes del libro cuando ese deseo de libertad se quiere extender por otros territorios.

'Gracias' ahonda en la idea de que la esclavitud (el sometimiento al poder, la obedicencia, los estrechos márgenes de libertad) pueden tomar varios rostros, incluso en sociedades contemporáneas (hay una pretendida atemporalidad en la historia). Por eso, es tan relevante el discurso que el narrador pronuncia en la página 69: «Soy libre desde el momento en que lo decido, porque le momento en que lo decido es el momento en que me vuelvo consciente de la diferencia entre esclavitud y libertad, y esa conciencia de la diferencia es la libertad misma, y la acción que me lleva hacia la libertad efectiva está a sólo un paso de esta decisión». Pero acabar con las cadenas, aspirar a esa libertad, no siempre es tan sencillo en una sociedad donde no faltan los deseos de poder.

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