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Q uiso entrar como alumna y acabó siendo profesora en la escuela taller de Aguilar de Campoo. Rosa Martín enseñaba matemáticas y por un meandro del destino pasó a aplicarlas a las maquetas. Primero fueron reproducciones de iglesias románicas del entorno en madera, luego de ... barro y, finalmente, de alabastrina ampliándose el repertorio al gótico, al modernismo y a edificios civiles. Hasta 632 referencias vende la tienda de la Fundación Santa María la Real creadas durante los 30 años de vida del taller Ornamentos Arquitectónicos.
«Siempre me gustaron las manualidades. Pero llegar a esto fue fruto de la casualidad. Yo daba dos horas de clase a los chicos de la escuela taller que fundó Peridis para que sacasen el graduado escolar. Tenían seis horas de práctica y dos de teoría. Durante las seis también era alumna como ellos y luego les enseñaba las asignaturas para el título», explica Rosa recordando sus tiempos de aprendiza de albañil. «Hacíamos maquetas de madera de las iglesias románicas de los alrededores, llegamos a hacer casi 80 y las llevábamos a ferias y vimos que a la gente le encantaba. Se lo comenté a Peridis y empezó a dar vueltas al asunto. Trajo a un chico de Madrid, Javier Jiménez, en 1992». Entonces Rosa emprendió otra aventura, la de ser mamá de gemelos. Se perdió el año de pruebas y volvió en 1993, cuando comenzó la empresa de reproducciones como negocio de la Fundación.
«Habíamos iniciado otras líneas como los juguetes de madera, pero no tuvieron tirón. En cambio las reproducciones vivieron una época grandiosa. Llegamos a ser quince trabajadores, hasta la crisis de 2008», cuenta la veterana de los tres que quedan. Su público es tan selecto como el del «turismo cultural. Por cada uno que viene a ver iglesias, mil se van a tumbar a la playa en sus vacaciones. En cambio, es un público muy selecto que aprecia la calidad».
Tras meses de prueba dieron con el material idóneo, un yeso específico con marmolina «que permite el detalle fino, no tiene burbujas y pesa». Rosa es quien hace la pieza original de la que se sacará el molde de silicona para las siguientes. «Esto comenzó a la ves que la 'Enciclopedia del Románico'. Así que tenemos planos muy buenos de nuestros compañeros, cuando no los hay los tenemos que levantar. Necesito el plano y las fotos para los detalles». Apartir de ahí, trabaja por partes. «Divido la pieza y luego la monto. Así si se rompe un balcón o una torre no pierdo más que uno o dos días de trabajo. Si lo hiciera todo de una pieza, se pueden ir tres meses». Después de esculpir a escala el edificio, a pintar.
De las iglesias cercanas pasaron al Palacio Real o la Cibeles, a los castillo franceses o al modernismo catalán. «Hemos hecho muchísimas 'puertas de alcalá'. Aunque mi favorita es la Casa Batlló, me costó mucho trabajo y es muy vistosa. Me parece un reto el señor Gaudí».
Ayudó a sus gemelos en las manualidades escolares, no les entusiasmaban pero las reproducciones a escala dejaron huella. Uno de sus hijos es arquitecto.
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