Consulta la portada del periódico en papel
Los tres libros recomendados de la semana. El Norte
Los libros de la semana

De los enredos amorosos de 'El factor Rachel' a la vejez de nuestros padres en 'Los siguientes'

La temporada literaria se estrena con las nuevas novelas de Robert Seethaler y Pedro Simón, y un divertido artefacto llamado a ser una de las sorpresas del otoño

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 21 de septiembre 2024, 11:54

Un paseo por las novedades literarias de septiembre permiten que el lector se deslice entre divertidas comedias románticas, novelas líricas que evocan a los seres perdidos y libros que se asoman a ese delicado momento familiar en el que hay que decidir cómo cuidar del ... padre anciano. Estas son tres de las propuestas que acaban de llegar a las librerías.

Publicidad

'El factor Rachel', Caroline O'Donoghue.

«Hay gente que crea su propia madurez y gente a la que la madurez le cae como un jarro de agua fría» (190)

  • 'El factor Rachel'. Caroline O'Donoghue.

  • Libros del asteroide. 344 páginas. 21,95 euros.

«Necesitamos aprender a conocernos desde cero, Rachel. Ahora hemos cambiado», dice en la página 326 un personaje, tampoco diremos quién, clave en la vida de Rachel Murray, protagonista de esta novela con ecos de Sally Rooney y Nick Hornby. Rachel (ahora que tiene un hijo, trabajo, pareja estable) echa la vista 15 años atrás para rememorar aquellos tiempos de la crisis económica en los que todo parecía que estaba por hacer. Está a punto de terminar la carrera, trabaja en una librería amenazada por la inminente llegada de Kindle, no termina de encajar con sus novios y su mejor amigo (y compañero de piso) es un joven gay que aspira a convertirse en famoso guionista de cine y televisión. Rachel intentará un día que la librería acoja la presentación del libro de uno de sus profesores y eso desencadenará un lío de relaciones, engaños y cuernos que llenan de humor y equívocos un importante número de páginas. Pero lo mejor de esta novela no es esa espuma de comedia romántica.

Más allá de eso, es muy interesante cómo O'Donoghue traza esos años resabaladizos, al terminar los estudios, en los que uno se adentra en la vida 'adulta' e intenta construir un futuro sin tener muy claras cuáles serán sus bases. Esa incertidumbre, esas dudas ante lo que está por llegar son uno de los pilares de 'El factor Rachel'. Por eso es tan importante el momento elegido para contar la historia. La novela propone una mirada (desde hoy) a 2010, esos años zarandeados por una crisis económica que hacían todavía más complicado cimentar un mañana. «Ahora hemos cambiado», dice uno de los personajes y el libro también explora eso, cómo la sociedad se ha transformado en apenas quince años. Cómo cuestiones que hace apenas un suspiro parecían darse por supuestas y eran tolerables, hoy son puestas en entredicho por una sociedad más libre con las relaciones homosexuales («no terminaría llevando una doble vida ni tendría que mentir, tal vez era verdad que las cosas se estaban volviendo más sencillas», 288) o con el aborto (216) y la salud reproductiva (hay importantes pasajes sobre las dificultades y costes de las jóvenes irlandesas para interrumpir un embarazo).

A lo largo del libro, son habituales esos comentarios que comparan el hoy con arcaicos pensamientos de hace una década. «Por aquel entonces se hablaba mucho del 'slut-shaming', de cómo los hombres fiscalizan la forma de vestir de las mujeres» (175). «Según la idea imperante, el compromiso era algo que las mujeres querían y que mataba a los hombres» (157). «Hoy en día manejamos un vocabulario muy rico para designar lo que me hizo en 2010. Conozco mujeres que lo definirían como 'ghosting, como manipulación psicológica» (130). Hay actos de libertad sexual que «en la actualidad habríamos encontrado la manera de aplaudirlos, pero que en aquel entonces eran algo repugnante» (91-92). «Yo era un pelín misógina. Sospecho que todos lo éramos en aquel entonces» (41).

Publicidad

Estos entrecomillados son algunos ejemplos de esta táctica que emplea la autora para diseccionar aquellos años no tan lejanos en los que comportamientos cotidianos hoy son enfocados desde otro prisma. Así, el cambio operado por Rachel (desde esos años inciertos postuniversitarios a su situación actual) son excusa para hablar de otros cambios más profundos ocurridos en la sociedad. Y ahí está la gran baza de esta novela divertida y entretenida que, de un modo o de otro, terminará en nuestras pantallas.

'El campo', Robert Seethaler

«Recuerdo las muchas manos que estreché y las pocas que me sujetaron» (82)

  • El campo Robert Seethaler.

  • Salamandra 192 páginas. 19 euros.

Harry Stevens es un anciano que, a diario, visita 'El campo', el nombre que recibe una esquinita del cementerio de Paulstadt, la pequeña localidad en la que ha vivido casi toda su vida. Harry se sienta bajo un abedul y pasea su mirada por las tumbas de los allí enterrados. A casi todos los conoce. Son familia, amigos, vecinos... y todos ellos se llevaron a la sepultura una historia, unos amores y unos odios, unos recuerdos que parecen condenados al olvido. El escritor austriaco Robert Seethaler, que en 2017 publicó (también en Salamandra) la poética y emotiva 'Toda una vida', regresa aquí a ese estilo (lírico y sentimental) para construir, a partir de una cadena de relatos, esas vidas que parecen desde la tumba hablarle a Harry. Por estas páginas desfilan sacerdotes con crisis de fe (que incluso queman la iglesia del pueblo), migrantes que llegaron a la localidad y ven cómo a su espalda de desdibujan las raíces, dos ancianas que se hacen amigas en la residencia, cuando parece que ya nada queda en el futuro y no habrá más sellos en el pasaporte. Parejas que explican su relación desde puntos de vista contrapuestos (aunque ninguno de los dos se atrevió nunca a verbalizar su desazón). Hay aquí reflexiones sobre la fe, sobre la dignidad en la vejez, sobre las frases nunca dichas y los sentimientos jamás expresados.

Publicidad

Seethaler busca de forma evidente emocionar al lector, como en la historia de ese hombre que al morir se da cuenta de que su mayor error fue no decir te quiero cuando lo tuvo que haber hecho. Como esa mujer que muere enferma en brazos de su marido y recuerda cómo fue el origen de su relación. Como esa otra que tuvo mil parejas excitantes y se enamoró al final del hombre que parecía más insustancial. O como ese marido que ve, desde la tumba, cómo su mujer cada vez lo visita menos porque ha rehecho su vida ahora que él no está.

'El campo' es una cajita de relatos sobre la fugacidad de la existencia («te distraes un momento y, antes de que te des cuenta, la oportunidad ha pasado», 45), la felicidad ante lo vivido y la fragilidad de lo evocado («casi todos mis recuerdos de la infancia han desaparecido, pero aún quedan algunos recuerdos de los recuerdos», 144).

Publicidad

'Los siguientes', Pedro Simón

«Todo el mundo te habla del día en que tu padre no te conocerá, pero nadie te prepara para ese primer día en que tú no conoces a tu padre» (227)

  • Los siguientes. Pedro Simón

  • Espasa. 320 páginas. 21,90 euros.

Los libros de Pedro Simón son un espejo que sujetamos en las manos mientras leemos. Las páginas a veces te devuelven la imagen de lo que eres. En otras ocasiones, el reflejo de lo que serás. Tiene el periodista zamorano una capacidad innegable para el pellizquito sentimental. Un pellizquito que a veces es sopapo a dos manos. Un golpe tan brutal que desestabiliza al lector. Es lo que ocurre en el capítulo 3 de 'Los siguientes', un trallazo enorme que te noquea. Pero no puedes dejar de leer. Esta, como en las anteriores novelas de Simón, es la historia de una familia que pone a prueba su fortaleza. Aquí son tres hijos ya adultos que han de afrontar la vejez de su padre. Antonio, un autobusero jubilado, un tipo que hizo a sus hijos felices (y hasta los salvó la vida en alguna ocasión), un viudo que se deja hacer por aquello de no molestar, ve cómo tiene que mudarse a las casas de sus hijos para que estos le atiendan, por turnos, durante un par de meses en cada hogar.

Está Carmen, trabajadora en una residencia de ancianos y que asume el papel de entregada cuidadora. Está Darío, un bala perdida que acompaña el cariño con humor. Y está Gabriel, un exitoso hombre de negocios que prefiere desentenderse, no saber nada del padre, que se ocupen los hermanos, que lo metan en una residencia. Este personaje, Gabriel, tan odioso en las primeras páginas, es el gran deslumbramiento de la novela, porque, a partir de ese capítulo 3, es imposible verlo con el rencor que se le tenía al principio.

Publicidad

Pedro Simón se guarda un par de giros en la trama para descolocar al lector, a quien hasta ese momento ha mecido con una prosa a veces almibarada, pero muy efectiva en la búsqueda de la emoción despierta. Descoloca un poco la alternancia de voces del capítulo en cursiva (no diremos el título, para no dar pistas) y también cómo está escrito el cuaderno final. Uno tiene la sensación de que no hay mucha alternancia de voces y que el estilo del autor se ha impuesto al modo de hablar y de expresarse de los personajes. Pero el resultado final es implacable, porque el libro consigue lo que buscaba: una reflexión emocionante sobre la vejez, los silencios y culpas familiares, las envidias en el hogar, el modo en el que nos enfrentamos a nuestros recuerdos cuando estos empiezan a desaparecer. Y cómo afrontamos ese momento decisivo en el que nuestros padres se empiezan a hacer mayores.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad