Discretos indispensables
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Discretos indispensables
Otro enoturismo musical es posibleE ncontró su hueco entre la poda diurna y el blues nocturno con su banda. Epifanio García del Pozo se formó como arqueólogo pero terminó enredado con los sarmientos de La cepa alta. En la bodega familiar se gana la vida aunque no ha olvidado ... la música. Cada primavera organiza La Veguilla Folk Festival en Olivares, «una vuelta de tuerca al mundo del vino».
Epi, que así le llaman todos, siente que el enoturismo en la zona es «elitista y caro, está unido a visitas de 25 euros, a gastronomía, a hidromasajes. El festival pretende lo contrario, aquí se viene en pantalón corto y por una entrada razonable vas a un concierto de música que se vive y se baila y te invitamos al vino. Es enoturismo de tú a tú, de a pie».
El baile lo animarán los domingos de abril Marcos Coll (día 7), Pablo Novoa y Nono García (14), Fetén Fetén (21), Castijazz Carlos Soto Folk (28) y el 12 de mayo, Orquestina al Fresco, «en sesión vermú para que no haya gente borracha de noche por la carretera. Somos un haz de luz en la oscuridad más absoluta, pero hay que trabajar por lo que uno cree».
Estudió el monasterio de la Armedilla y publicó una monografía sobre los restos jerónimos. «Es complicado vender cultura que no sea Bisbal y reguetón. En la Ribera hay mucho que ver, esas ruinas en Cogeces del Monte son jodidamente interesantes. También está Quintanilla, Valbuena, si se hiciera una ruta cultural en serio sería la hostia. Pero vamos con veinte años de retraso respecto de La Rioja, falta mucho por aprender y explorar», explica. «Mi padre se negaba, como empresa familiar, a abrir los fines de semana y hacer catas. Hoy todo el mundo que viene a La Veguilla se queda encantado con Ignacio, la persona que la enseña».
Cuando nació esta bodega, en 1992, «teníamos el número 63 de la Denominación de Origen. Ahora hay 350.Ya somos viejos dinosaurios, hemos visto pasar a muchos personajes, cómo ha crecido la DO y el pedigrí el enoturismo. Mis amigos me dicen que tenía que escribir sobre eso».
Mientras, es mecenas del teatro en Quintanilla, donde su compañero Ignacio forma parte del grupo El Delirio, impulsor del festival Quintanilla Actúa. Entre función y concierto, la bodega se diversifica. «Como éramos un grupo de amigos que nos gustaba la cerveza quisimos comprar una máquina para hacerla. Para conseguir el dinero nos metimos a hacer vermú y nos salió bien, así que descartamos la cerveza y seguimos con el vermú. También hacemos gelatina de vino y mermelada. El Ayuntamiento nos obligó a quitar unos árboles de la carretera y como nos quedamos sin sombra plantamos 80 almendros, ahora vendemos almendras caramelizadas también. Al atraer muchas abejas los árboles, pusimos colmenas y hacemos miel». La cadena tiende al infinito. En su carta de productos está el Pacharán Maiquel Jackson. «Metes en el aguardiente café, chocolate y canela. Queda negro, lo vuelves a destilar y aparece blanco, como Jackson». Todo está conectado. La viña es su vida, pero no la quiere para sus hijos. «El sistema esta pensado para los grandes, que se quedan con las ayudas, y asfixia a los pequeños».
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