Elena Milhöm y Marta Alonso en el taller contiguo a su joyería. A. Mingueza

El encanto de la imperfección

DISCRETOS INDISPENSABLES ·

Elena Milhöm y Marta Alonso hallan en la joyería artesana personalizada un espacio laboral y creativo

Jesús Bombín

Valladolid

Sábado, 30 de noviembre 2024, 10:29

L es unía el gusto por crear en miniatura, y un curso de un grado de joyería en la Escuela de Arte Mariano Timón, en Palencia, estrechó la relación. Antes habían probado Elena Milhöm y Marta Alonso un puñado de trabajos hasta que la destreza ... en el diseño y elaboración de joyas y la buena acogida que lo que hacían tenía en sus círculos más cercanos les convenció en 2018 para abrir Toska en Valladolid. En la tienda taller trabajan de cara al público. De sus manos salen colgantes, pendientes pulseras, anillos, gemelos, broches, brazaletes, pulseras... «El mundo de la joyería es muy clásico, pero vemos que mucha gente desea diferenciarse, existe un tipo de cliente que anhela darse más confianza, cuidar su autoestima llevando algo muy propio como complemento», aprecia Elena Milhöm.

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Conscientes de haber encontrado un tipo de comprador que valora lo hecho a mano, «con los pequeños detalles de lo imperfecto y diseños imperecederos», ambas artesanas observan en el día a día de su negocio la creciente demanda de colecciones «que gusten para siempre, o que pasen de ti a tus hijos». Una continuidad en el tiempo que poco tiene que ver con las efímeras tendencias aupadas al frenético carrusel de la moda.

La clientela femenina de los comienzos ha dado paso a un perfil en el que la demanda masculina sigue ganando peso, «cada vez más por nuestra labor de pico y pala; tenemos una vertiente de maridos satisfechos que buscan regalo para sus parejas, pero que también piden para ellos anillos y pulseras personalizadas».

«Hay maridos que buscan regalo para sus parejas, pero que también piden para ellos anillos y pulseras personalizadas»

La búsqueda de la diferencia y el toque de originalidad son otras señas de identidad que tratan de imprimir a sus elaboraciones. En ese cometido tiene una importancia capital la conversación «Trabajamos codo con codo con el cliente, mantenemos con él una pequeña entrevista en la que tratamos de conocer lo que necesita, buscamos que haya retroalimentación y a partir de ahí le pasamos un par de propuestas».

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Ante una pareja interesada en un par de alianzas –ejemplifican– resulta útil, por ejemplo, saber cómo se conocieron. «Si fue en el mar, navegando, nos proponemos que esas piezas lo reflejen mediante texturas, colores, una piedra aguamarina... manejamos varias ideas hasta que al final una de ellas les encaja; también creamos alianzas con la huella dactilar de ambos grabada... la imaginación al poder», resume animosa Elena Milhöm, también receptiva con demandas más tradicionales «de quien quiere la alianza de media caña de toda la vida, aunque intentamos añadirle un detalle diferencial».

Unas puertas correderas separan el taller de la tienda en pleno casco histórico vallisoletano. «Quien entra aquí puede vernos trabajando en cualquier momento», hace constar la artesana en un espacio donde las piezas más asumibles son unos pendientes de plata hechos a mano por 25 euros. «No falta quien viene pidiendo un anillo especial por 150 euros, una creación que le va a durar toda la vida».

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