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Las tres recomendaciones literarias. El Norte
El día que Carlos Boyero descubrió su pasión por el cine en Salamanca
Los libros de la semana

El día que Carlos Boyero descubrió su pasión por el cine en Salamanca

Espasa publica una colección de las filias y fobia del crítico cinematográfico y las librerías regalan además historias sobre deseos vitales y migrantes de segunda generación

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 4 de mayo 2024, 12:46

Las recomendaciones librescas de la semana incluyen dos novelas ('Algo del otro mundo' y 'Mis años con Martha') y el libro de memorias de quien es, tal vez, el crítico de cine más famoso de España.

'No sé si me explico', Carlos Boyero

  • 'No sé si me explico'. Carlos Boyero

  • Espasa 200 páginas. 19,90 euros

«No me considero un crítico de cine. No pertenezco a esa cofradía, a esa religión abarrotada de reglas absurdas. He visto a militantes de la cofradía que se quedan profundamente dormidos viendo un espanto iraní o coreano, y que luego salen diciendo: '¡Obra maestra! ¡Absoluta obra maestra!' A eso lo denominan rigor» (19).

Dice que no se considera crítico de cine, pero tal vez sea el más conocido de todos. Cuenta que no se ve en esa camarilla de la crítica porque en realidad él no analiza las películas, sino que las comenta «con el yo por delante» (19). Más que las virtudes del filme, cuenta las sensaciones que le ha despertado. No analiza tanto el plano, el contraplano, la estructura del guion o la interpretación de los protagonistas como lo que esa historia, lo que esos actores y actrices le han hecho sentir. Y así, si todo es visto desde ese prisma del yo, en este libro explica las diversas facetas de ese yo. En este volumen de memorias que parece una entrevista sin preguntas (con la colaboración de Borja Hermoso, dice la portada), Carlos Boyero cuenta sus fobias y sus filias. Habla de fútbol, de ropa, de drogas y alcohol, de música, de libros (Delibes no le gustaba mucho, «tufo de sacristán rancio» 71), de series de televisión. Pero lo más interesante, claro, es cuando habla de cine. Se echan de menos más capítulos en los que hable de sus intérpretes y directores preferidos, donde cuente qué películas le vuelven loco ('El apartamento', 'El buscavidas') y por qué, donde saque a pasear su afilada lengua contra todo aquello que no le gusta, que ve pretencioso y aburrido (de Almodóvar a los festivales de cine). El libro habría ganado mucho, mucho, si Boyero hubiera hablado más de cine (visto a través de sus ojos) que de él mismo.

«Mi vida ha sido una vida de pasotes. De comida, de bebida, de alcohol, de drogas, de tabaco, de sexo, de todo. No me he privado absolutamente de nada y en cantidades industriales», dice en la página 177. Nacido en Salamanca, no guarda buen recuerdo de una ciudad «rancia y áspera» (151) donde dice no querer volver. No vivió allí una «infancia dichosa». Su padre lo metió interno en los escopalios. «Seis años que me quitaron la inocencia y me hicieron como soy: brutal en algunas cosas y muy contestatario» (153). En aquella Salamanca «opresiva, criticona, oscura, dominada por los curas y por el ¡Viva España!» (154) descubrió sin embargo su pasión por el cine. Su primera película fue 'El príncipe valiente', en los cines Bretón. Pero fue con Hitchcock con quien descubrió la magia y el poder de la fantasía. Cuenta que tenía cinco o seis años cuando le llevaron a ver 'El hombre que sabía demasiado'. Sus padres tuvieron que salir de la sala y dejaron al pequeño Carlos al cuidado del acomodador. Aquella película que cuenta la historia del rapto de un niño se clavó en la memoria de ese pequeño temporalmente abandonado con un desconocido. Cómo la ficción puede afectar a la realidad fue la gran enseñanza de aquel día y durante el resto de su vida ha buscado eso en las películas. Por eso, asegura, habla de ellas desde el yo, desde las sensaciones que le provocan y afirma ser inmune a las modas, los postureos y las moderneces. ¿Ego? Sí, claro, reconoce Boyero, un tipo que hace memoria en este libro lleno de sabrosas anécdotas que ojalá hubiera hablado más de cine.

'Mis años con Martha', Martin Kordic

  • 'Mis años con Martha'. Martin Kordic.

  • Libros del asteroide. 288 páginas. 20,95 euros.

«Si ni yo mismo podía decir quién era, ¿cómo podía reconocerme en la imagen que los demás tenían de mí? (119)

De entrada, parece una historia de amor. La de Zeljko, un adolescente hijo de emigrantes croatas en Alemania, y Martha, cuarenta años, la dueña de la casa donde la madre de Zeljko va a limpiar. Se enamoran a escondidas. Ella quiere recuperar la ilusión de las quinceañeras. Él, aprender todo de alguien a quien cree admirar. Estamos a finales del siglo XX (con esas referencias a Michael Jackson y la muerte de Lady Di) y durante los años siguientes, las vidas de ambos se cruzarán en varias ocasiones, aunque la situación vital de cada uno de ellos ya no es la misma que en aquellos primeros encuentros. Esta podría ser una historia de amor. Pero es muchísima más interesante la otra veta del libro, la que explora las tensiones migratorias, los problemas de identidad e integración de los inmigrantes de segunda generación. Zeljko es un apasionado de la literatura. Incluso busca en la basura periódicos viejos para tener algo que leer. La lectura le sirve para desdibujar sus orígenes, conocer nuevos mundos, convertirse en otra persona (100). Y además, escribe, porque al escribir no olvida y puede recordar. Está convencido de que la educación le permitirá hacerse un hueco privilegiado en Alemania, el país al que sus padres fueron a vivir. Eso sí, teme que estudiar, que ir a la Universidad, sea no solo el camino para prosperar, sino al mismo tiempo una losa que obligue a sus padres a endeudarse y empobrecerse. La educación como salida, la inversión en educación como esfuerzo.

Hay un tramo muy hermoso en el libro en el que fallece el abuelo de Zeljko y debe regresar a sus raíces para el entierro. Allí, comprobará como siguen abiertas muchas heridas de los Balcanes, cómo fue crecer o volver de 'vacaciones' a un territorio en guerra, cómo son percibidos los emigrantes que regresan (con coches buenos). Y al volver del entierro, será consciente de cómo ha cambiado su familia en Alemania, de los deseos de la segunda generación de migrantes. De cómo los padres que emigraron hace años lo hacían con el deseo de volver y ahora se ven con que sus hijos y nietos han hecho su vida en el nuevo país y no quieren regresar (232). Más allá de la trama de amor, lo más interesante de 'Mis horas con Martha' es esta historia de migración, oportunidades e identidad.

'Algo del otro mundo', Iris Murdoch

  • 'Algo del otro mundo'. Iris Murdoch

  • Impedimenta. 80 páginas. 14,90 euros.

«-Siempre andas quejándote de que este sitio es una caja de cerillas.

-Es que es una caja de cerillas- dijo Yvonne-. Pero si me casara estaría metida en otra caja de cerilla, sólo que en otro lugar distinto» (14)

La vida se le queda estrecha a Yvonne. Vive con su madre en Dublín, a mediados del siglo XX, en una casa pequeñita en la que ni siquiera caben sus sueños. Yvonne es una apasionada de la lectura, de las revistas, los libros, esas «novelitas que lee a todas horas» y «le están metiendo ideas raras en la cabeza» (11). En ellas descubre Yvonne que hay otros mundos posibles y que no todo es igual a como se le presenta en su vida rutinaria. Pero se siente atrapada. ¿Cómo escapar de aquí? ¿Cómo salir de este día a día que no es nada del otro mundo? Ni siquiera casarse, piensa, le podrá arrancar de este pozo, de esta «caja de cerillas» porque la alternativa sería cambiar de pozo, de cajita de cerillas. Yvonne, sin embargo, ha quedado para pasar la noche con Sam. Una noche que tal vez pueda cambiarlo todo. Con sus paseos nocturnos, su visita al bar y a un parque con un árbol que puede ser mágico para Sam, pero completamente insustancial para Yvonne. Iris Murdoch retrata en este pequeño relato las aspiraciones vitales de una joven que se topa con la aburrida rutina del mundo real. Ella busca algo diferente (esas novedosas postales de Navidad como símbolo), pero se da cuenta de que el mundo no le ofrece nada atractivo si, al menos, no lo mira con esos ojos de deseo y curiosidad. Y frente a ella, está Sam, más conformista quizá, pero capaz de encontrar belleza en el pequeño rinconcito de un jardín sin necesidad de salir a conquistar el Amazonas. Murdoch habla en 'Algo del otro mundo' de ese impulso tantas veces insatisfecho de vitalidad en un relato cortito que parece abarcar apenas una noche, pero que en realidad puede durar toda una vida.

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