Dejó dicho Heráclito que «allí donde la tierra es seca, el alma es también la más sabia y la mejor». Quizás por eso las tres religiones monoteístas se inventaron en la desolación del desierto. Cristianos, judíos y musulmanes hunden sus cosmogonías en la arena. Donde « ... domina la libertad más dura», como percibió Albert Camus. El aventurero y escritor Sebastián Álvaro (director de 'Al filo de lo imposible', TVE) y el montañero José Mari Azpiazu cierran su trilogía de los escenarios más desolados del planeta con su libro 'La vida en los vacíos del planeta'. Una experiencia en los desiertos del planeta con la que pretenden inspirar nuestro día a día.

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Una obra que cierra el periplo común de muchos años de mochila en busca de la estela de los grandes exploradores y aventureros que trataron de tomar las medidas a nuestro herido planeta. En tres años consecutivos, la pareja ha lanzado sendas publicaciones que empezaron con 'La vida en el límite de la vida' (2018), donde recrearon las grandes conquistas de las montañas más difíciles; continuó después con 'La vida en los confines de la Tierra', donde le tocó el turno a los amantes de los Polos helados. Álvaro y Azpiazu cierran su peregrinar por el silencio en los grandes desiertos. Como insiste el primero «tienen sentido las historias en los lugares al límite de la vida para ayudarnos a entendernos a nosotros mismos». Y a esa búsqueda lleva dedicados más de 30 años y 250 expediciones que harían palidecer (a veces de miedo por lo osado) al viajero más insaciable. Lo hacen enfrentándose a pie a los lugares de refugio y soledad. Sitios que se definen por lo que carecen: agua, verde, vida. Pero donde todavía se puede soñar con hollar un espacio lejos de la domesticación humana. La pareja de exploradores recrean uno a uno los grandes mitos geográficos del planeta. No lo cuentan de oídas sino que han ido a todos y cada uno a escuchar su silencio aplastante y absorber su luz cegadora. Sus temperaturas extremas. Ha sido un trabajo ímprobo al que han dedicado décadas. No hay que olvidar que los desiertos ocupan un tercio de la Tierra, más de 50 millones de kilómetros cuadrados.

Por el texto (apoyado en hermosas fotos, la mayoría del propio Sebastián) desfilan todos los que han ayudado en su cartografía. Desde los clásicos como los medievales Marco Polo o Ibn Battuta, a los románticos del siglo XIX que cambiaron la forma de acercarse a estos espacios, para llevar al resto del mundo la fascinación por la sensación de libertad, sencillez y soledad. Lugares en los que uno parece contemplar la Tierra por primera vez. El temido Taklamakán. el desierto Blanco, el Gran Mar de Arena, los mil saharas que hay en el Sahara... A Azpiazau y Álvaro les acabó sucediendo lo mismo que a László Almásy, Pierre Loti, Théodore Monod, Charles de Foucalud o Lawrence de Arabia... entre otros muchos. La jubilosa sensación de libertad logró que fueran los desiertos quienes les conquistaran a ellos.

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