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En defensa de la 'librodiversidad'

En defensa de la 'librodiversidad'

«Por caros que sean los libros, ¿hay droga más barata?»

Victoria M. Niño

Valladolid

Viernes, 23 de diciembre 2022, 10:30

Son ustedes capaces de imaginar un universo en el que todo se dijera a secas, en fórmulas abreviadas, deprisa y corriendo, sin arte y sin gracia?». Se lo preguntaba Pedro Salinas en los años cuarenta del pasado siglo, sin intuir Twitter. Era una apelación dentro de su alegato a favor de la correspondencia epistolar que forma parte de 'El defensor'. Es un ensayo delicioso en el que defiende la lectura, la minoría literaria, los viejos analfabetos y el lenguaje. Como clásico que es el mensaje sigue vigente, basta con cambiar algún soporte.

Advierte del imperio de la cifra –«el ser humano contemporáneo tiende a realizarse en el número»–, de la frondosidad del «revisterismo», de los «cultos archileídos, que destilan citas y chorrean autoridades sin que se les note el juicio» y un largo etcétera. También echa mano de sus maestros y los convoca con moderación. «Cuando se lee no se aprende algo, se convierte uno en algo», 'retuitea' a Goethe.

Cada 'Sombra del ciprés' propone una gavilla de los cientos de novedades que llegan semanalmente a las librerías, unas decenas de posibilidades de convertirse en otros. Leer es dejarse embaucar, olvidarse de sí, incluso de la factura de la luz, la crisis del TC o la guerra de Ucrania. Por caros que sean los libros ¿hay droga más barata?

«La enorme multiplicación de libros es uno de los mayores males de nuestra época», lamenta Poe. Hace tiempo que este suplemento no publica listas de más vendidos, por homogéneas. Sin restar valía a los superventas, cabe señalar que buena parte de ellos lo son por motivos extraliterarios. Traemos a estas páginas editoriales grandes y pequeñas, tesoros evidentes y recónditos, en defensa de la 'librodiversidad'. Cuando todo parece dicho o inventado de las mejores maneras posibles siguen apareciendo firmas sorprendentes como Martínez Climent, Delphine Horvilleur o Valeria Alonso. Se vuelve la mirada a clásicos como Mercé Rododera, Lewis Carroll o Amparo Dávila gracias al empeño de editores locos. Yhay quien cuenta mundos dibujándolos como David Rubín. Sostiene Josefa Ros Velasco en su exitoso ensayo que «somos aburriéndonos». Aburrirse comparte con la lectura la aparente inacción.Ver a alguien leer o ensimismarse provoca la curiosidad. Como los escaparates de las nuevas librerías, dos en Valladolid este año. Sigue habiendo gentes que gozan del aburrimiento y de la lectura. Hay esperanza para el libro. Felices páginas.

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