Pamela Anderson y ommy Lee en un fotograma del documental. Erin Simkin/Hulu

No borres el vídeo de tu boda

Lo que en realidad mueve a la emoción y la empatía en el documental sobre Pamela Anderson son las grabaciones caseras que aparecen

Sábado, 10 de junio 2023, 11:10

Hemos visto la escena cientos de veces. En ocasiones, hasta la hemos protagonizado. Un grupo de niños se arremolinan frente a una empalagosa tarta de cumpleaños que sube nuestro índice de colesterol con solo mirarla. Uno de ellos, quizás nuestro hijo, ataviado con la camiseta ... de un equipo de fútbol que le acaban de regalar y una corona de papel dorada en la cabeza, sopla efusivo las velas, aunque una se resiste más de la cuenta (siempre pasa). La familia aplaude hasta que alguien es consciente de la cámara que inmortaliza el momento y pide al improvisado reportero que detenga la grabación o directamente coloca la mano sobre el objetivo. El vídeo es historia. Nadie lo volverá a ver nunca. Jamás.

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Un momento. ¿Estamos seguros? ¿Y si no es así? ¿Y si ese vídeo, pasado el tiempo, alguien lo recupera y lo ven... millones de personas?

El 31 de enero, Netfllix estrenó en todo el mundo 'Pamela Anderson: una historia de amor', el documental en el que la ex modelo de Playboy y protagonista de 'Los vigilantes de la playa' reflexionaba, desde la madurez (y una cala pedregosa) sobre su vida. El elemento central de la historia, el gancho, era el célebre vídeo sexual con su marido Tommy Lee, todo un acontecimiento en la época. Pero no es ese el vídeo que me interesa de esta historia. Lo que en realidad mueve a la emoción y la empatía en este documental son el resto de grabaciones caseras que aparecen. Las de ella de adolescente en el colegio, antes de ser rubia y famosa, o las de los nacimientos de sus hijos que, ahora, veinte años más tarde, protagonizan el documental. Adentrarnos en esas vidas, en las casas que habitaron una vez, en situaciones domésticas como un paseo por el jardín o una tarde aburridos ante la televisión es un espectáculo asombroso por lo que supone de ruptura de su propia naturaleza. No dejan de ser momentos cotidianos destinados a ser borrados por el tiempo y que, sin embargo, esa cámara indiscreta les otorga una categoría que, paradójicamente, explican mejor a Pamela que sus papeles televisivos, el famoso vídeo sexual o dos horas de sesuda entrevista.

las grabaciones no se quedan en la cocina de casa, sino que van más allá

Algo similar sucedía en la maravillosa 'Val (HBO) en la que el actor Val Kilmer, tras salir maltrecho de un cáncer de garganta, hacía repaso de su vida y su carrera: el niño simpático, el adolescente seductor, el joven arrogante, el adulto exitoso, el viejo que trata de reconciliarse con el mundo. Las luces y sombras de una estrella de Hollywood grabadas por la cámara con la que se presentaba, para nuestro deleite posterior, a pruebas, rodajes o fiestas familiares.

En ocasiones, las grabaciones no se quedan en la cocina de casa, sino que van más allá, aunque su destino en principio fuera el mismo: el olvido o, como mucho, las reuniones familiares. Es el caso de la película 'Born to fly', que cuenta la historia de superación de Mondo Duplantis, el plusmarquista mundial de salto con pértiga. Resulta en parte conmovedor y en parte inquietante constatar la obsesión de un padre por documentar y analizar los progresos de su hijo en una determinada disciplina. Eso sí, el material es oro para quienes lo vemos hoy y sabemos que ese niño con acné que sonríe a la cámara es hoy el hombre que salta más alto del planeta.

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Y terminamos con una disculpa. No es este un lugar para dar consejos, pero ahí va uno: no graben las fiestas de cumpleaños de sus hijos, las bodas de sus hermanas ni sus conciertos favoritos. Disfrútenlos, vívanlos, siéntalos. Eso sí, si por la razón que sea tienen la tentación de sacar el teléfono y darle al botoncito rojo: guarden lo grabado por lo que pueda pasar.

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