Cuatro décadas manteniendo el pulso

Tres de ellos han crecido con la Orquesta; uno es Rodrigo su director, otro es Miguel Ángel Tabarés, responsable de la Escuela de Música, y otro, el director de la coral, Pablo Román. «La primera idea de Jesús Gutiérrez Lebrero, profesor de guitarra, laúd y bandurria, fue crear una pequeña rondalla con sus alumnos y sacarlos a tocar al pueblo, como práctica pedagógica», recuerda Jarabo. La iniciativa prendió y de 12 chavales el primer año se pasó rápidamente a 50, además de una coral de padres. La afición fue tal que creó otra agrupación para los más pequeños. Los primeros músicos crecieron y sus obligaciones les alejaron de la Orquesta como Jarabo, que estuvo trabajando fuera trece años. Cuando volvió para celebrar los 30 años de la formación, su fundador se jubilaba y, ante el peligro de disolución, se puso al frente.

Es de la opinión de que «cuanto antes se exponga el músico ante el público, mejor» y así ha sido en su caso con la guitarra y la tiorba. Sin embargo, en la dirección «es completamente distinto, estás de espaldas al público. Me gusta cuando la orquesta suena como quieres, con la idea sobre la que has trabajado pero tiene el inconveniente respecto a la interpretación de que no depende de ti, eres como un entrenador». Por otra parte, deja de tener silla paralela a sus amigos para pelear por su atención. «Es más fácil dirigir la Filarmónica de Berlín que la orquesta de tu pueblo», bromea.

«El aliciente de tocar con amateurs es su ilusión, para el tiempo que dedican al instrumento suenan muy bien. Por otra parte, para ellos es un escape, un divertimento. Un día conté una pausa de 37 minutos hablando en un ensayo. Aunque si hay un concierto cerca, el trabajo es muy productivo». El reto de Jarabo es «convencer a todos de que es importante lo que hacemos juntos, de que si siguen lo que les digo veremos los resultados». Algunas de las integrantes de la Orquesta han ido hasta con sus bebés a tocar para no perder un ensayo. Su actividad cada temporada tiene hitos como el concierto anual, colaboración con el grupo de danza La Galena, también con Amigos de la Zarzuela cuando su montaje necesita rondalla, «y donde nos llamen».

Comenzaron con jotas, pasodobles y repertorio clásico y han ido abriendo el atril a músicas balcánicas, sefardíes y hasta arreglos de algún tema de Lady Gaga. Ahora lo mismo tocan Falla que Camarón, de Albéniz a Theodorakis, de Vivaldi a Bizet, de Brouwer a Tiersen con composiciones de Gutiérrez Lebrero siempre de fondo. «Hemos ido perdiendo formalidad y ganando en show».

El día 17 volverán al auditorio de Tudela músicos desde Torrevieja y Asturias, «todos los que hemos localizado quieren venir». Cuando los fundadores comenzaron «Tudela tenía 4.500 habitantes y éramos muy conocidos. Ahora ha crecido mucho y no lo somos tanto. Nos hacemos mayores y no tenemos cantera. Carezco de tiempo para atender a una rondalla de pequeños», lamenta Rodrigo, que también acompaña a sus guitarristas y laudistas con la percusión.

Quien hizo de la afición su profesión es profesor a media jornada en el Conservatorio de León, director en Tudela a la vez que mantiene su carrera concertística con la guitarra y la tiorba. Si se le pide razón de la popularidad de la guitarra, lo tiene claro: «Es un instrumento de larga tradición, se transporta fácilmente, es barato y lo hay en casi todas la casas. En cuanto al aprendizaje, no es difícil en un primer nivel, tiene una sonoridad muy agradable y no molesta a los vecinos». Así que anima a todos a tocarla.