Cristóbal Halffter, noventa años

Estudió con Conrado del Campo en el Conservatorio de Madrid- del que años después sería pasajeramente catedrático y director- y tanto de este como de sus antepasados familiares recibió una cierta predilección alemana, aunque siempre ha sido un artista netamente español. Empezó su carrera muy joven con un temprano Premio Nacional y obras como la 'Misa Ducal'. De esa época procede una foto histórica en la que un jovencísimo Cristóbal Halffter y un ya reconocido Ataúlfo Argenta acompañan a Stravinski en su última visita a Madrid.

Cristóbal Halffter pertenece una generación, la llamada 'del 51' a la que correspondió el deber y la tarea de poner a la altura de la evolución internacional una música española que había quedado muy retardada por los años de guerra, civil y mundial, y el neocasticismo alentado por el régimen. Deben quemarse etapas, apostar por los nuevos lenguajes, pasar rápidamente de Stravinski y Bartók al dodecafonismo, el serialismo integral, la electrónica o la música aleatoria. Y a todo ello responde en un tiempo récord y con algo más importante, el logro de un lenguaje que, además de ser moderno, es suyo propio y sirve a su especial creatividad. Hay que sacar al público de su indolencia y su marasmo. Una obra como 'Microformas', que hoy se considera absolutamente normal, desencadena en 1960 un escándalo sin precedentes en la Orquesta Nacional. Pero no hay quien pare ya una carrera internacional, obras más abstractas como 'Sinfonía para tres grupos instrumentales' (1963) o 'Anillos' ( 1967) se entreveran con otras en las que respiran grandes problemas de su tiempo como 'Planto por las víctimas de la violencia' (1971) o 'Réquiem por la libertad imaginada' (1971). Algunas representan encontronazos con la realidad política como 'Gaudium et spes-Beunza' (1972) sobre la objeción de conciencia o la cantata 'Yes, speak out' (1968) que la ONU le encarga para el aniversario de la declaración de derechos humanos y que en España son reticentes a estrenar.

Pero en mucho acaso conecta con la cultura y las demás artes españolas como en 'Pinturas negras' (1972) o la impresionante 'Elegía a la muerte de tres poetas españoles' (1975) sobre Antonio Machado, Miguel Hernández y García Lorca.

También llegó a la ópera con el 'Don Quijote' estrenado en 2000 por el Teatro Real y otras que se han estrenado sólo en Alemania como 'Lázaro' o 'Una novela de ajedrez'. Ha obtenido numerosos premios internacionales, entre ellos el único músico español que tiene el Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, es Académico de Bellas Artes y de la Academia Europea de Ciencias y Artes. Pero, por encima de galardones o reconocimientos, es un magnífico compositor que a los noventa años continua creando sin descanso.