Fotograma de 'The English'. EL NORTE
Personajes en serie

Cornelia Locke en 'The English': belleza en la miseria moral

«La serie cautiva la mirada del espectador con su formato panorámico y su querencia a un paisajismo de colores alegres que contrastan con las conductas salvajes del paisanaje»

michi huerta

Viernes, 10 de febrero 2023, 00:26

'The English' es el milagroso resultado de lo que parece una extravagancia. La miniserie está producida por dos gigantes tan antagónicos como la BBC y Amazon Prime, pero en España se ha estrenado en HBO Max. Además, aunque su acción se ubica en los estados de Oklahoma, Kansas y Wyoming a finales del siglo XIX, se rodó mayoritariamente en las provincias de Toledo y Madrid. Y si bien es un western concebido para un mundo digital, hunde con firmeza sus raíces en las profundidades históricas del género, cuando todo era celuloide.

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El aparente contrasentido ha salido bien. Muy bien. De hecho, la paradoja es uno de los materiales expresivos que mejor aprovecha Hugo Blick, guionista, director y creador supremo del invento. A él le debemos el hallazgo de Cornelia Locke (Emily Blunt) y de Eli Whipp (Chaske Spencer), la potentada inglesa y el indio pawnee que forman una de las parejas con mejor química de las últimas temporadas seriales.

Corre 1890 y ella baja con su vestido rosa de una diligencia que para en mitad de la nada, «la verdadera América», en palabras de uno de sus hostiles anfitriones. En cosa de una tarde, a Cornelia la dejan inconsciente de un puñetazo, le roban una maleta llena de billetes y le anuncian en voz baja que van a darle matarile. La 'verdadera América', claro. Justo antes de morir, sin embargo, es salvada por Eli, quien será el otro miembro de un dúo con propósitos casi imposibles: el de una, vengarse de un hombre que acabó con la vida de su hijo en Inglaterra; el del otro, recibir un pequeño terreno en Nebraska, a lo que cree tener derecho como veterano del Ejército de la Unión que es.

Juntos emprenden un viaje fascinante, movidos por la sed de venganza y el afán de justicia. El desplazamiento físico por un territorio virgen e inabarcable –uno de los grandes resortes narrativos del western– está plagado de dilemas que Eli encara con la distancia de quien ha visto, sufrido y perpetrado toda suerte de horrores. Es un hombre sabio, consciente de los códigos de la ley natural y resignado ante la crueldad humana, especialmente la de los rostros pálidos.

Cornelia, sin embargo, saca lo mejor de él. «Siempre dice cosas malas y acaba haciendo lo contrario», le dice en una de las encantadoras escenas de conversación al raso que saltean el metraje de 'The English'. La mujer, de apariencia dulce y sensible, tiene también lo suyo: empuña el rifle con firmeza, demuestra una portentosa puntería con el arco y tira de navaja cuando la muerte viene a visitarla. Lejos del estereotipo más bien decorativo y matriarcal del western clásico, aquí la protagonista combina la coquetería femenina con acciones letales cada vez que tocan. Y guarda un secreto que, en el momento de su desvelo, añade varias capas emocionales a su condición de personaje para el recuerdo.

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También tiene derecho a la memoria la inmensa galería de secundarios que desfilan por la media docena de episodios que entrega la obra: salteadores de caminos, indios renegados, buscavidas dispuestos a todo, menonitas en misión divina, ganaderos con maneras de cacique, un sheriff lento de reflejos, veteranos de guerra con un pasado infame… todos, por poco tiempo que pueblen la pantalla, poseen un carisma excepcional y algún rasgo que los individualiza dentro del reconocible arquetipo que encarnan.

Resulta difícil no sentir una atracción inmediata por cada uno de ellos y no disfrutar con sus gestos, miradas y palabras. Pero al flechazo con la narración y con sus moradores hay que sumarle el que se siente por la belleza de las formas visuales.

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En ese sentido, 'The English' cautiva la mirada del espectador con su formato panorámico y su querencia a un paisajismo de colores alegres que contrastan con las conductas salvajes del paisanaje. Ahí, en su naturaleza dialéctica, radica una de las mayores virtudes de la miniserie. Su trama enrevesada y la indigesta precipitación de sucesos del último tramo palidecen ante la delicadeza estética del conjunto y la brutalidad de los acontecimientos que lo jalonan.

El western, o sea.

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