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victoria m. niño
Cada 5 de enero, al término de la cabalgata, hay champán y roscón de reyes en El árbol de las letras. La cita la organizan dos magas, Soraya y María José González, y celebra la ilusión, sí, pero la del cumpleaños de ... la librería y la de seguir trabajando entre libros. Unas veces han sido siete, otras, hasta 35 asistentes «que se reencuentran aquí, la mayoría se conocen de otras cosas y casi todos saben sus nombres». Este año soplan 20 velas en la esquina de Juan Mambrilla, tres escaparates a dos calles que dan para un rato de lectura.
Soraya estudió Historia del Arte y María José, Filología Hispánica. Empezaron a preparar oposiciones mientras trabajaban en otra librería, Montenegro. «Aprendimos el oficio y allí comenzó nuestra clientela», recuerdan. Terminaron por decidirse a tener una propia. Atrás quedaron los temarios para 'agregados' de instituto y para justicia.
La inclinación fue la natural. Su librería sería «universitaria y de humanidades», dice Soraya, «teníamos muy reciente el paso por la Universidad». Luego la ubicación amplió la oferta, «por lo que demandaban las facultades cercanas: derecho, medicina y economía». Esa vinculación con la enseñanza superior se ha mantenido viva por los clientes y por ellas. Hay visitadores médicos, ellas son visitadoras bibliográficas de departamentos. «Al principio no distinguíamos los manuales de derecho, hoy los controlamos. Acercamos las novedades a los profesores», apunta María José. Entre sus compradores, profesores, alumnos, bibliófilos. «Hemos aprendido mucho de ellos y hemos ido donde nos han llevado». También son celestinas entre gente que trabajaba en campos próximos, un ejemplo de algoritmo humano.
Dos décadas les dan la perspectiva de una «evolución preocupante», lamenta María José. «Los alumnos tienen que incorporarse a la lectura y la última generación le ha pillado el cambio tecnológico. Ahora se lee en otros formatos, se gasta el tiempo en otros entretenimientos y la lectura de papel ha quedado relegada». Los trabajos académicos beben más de webgrafía que de bibliográfica. Para Soraya se trata de una «evolución en la sociedad. Todo va deprisa, quieren la inmediatez. Se pide en Internet y llega ya. Ahora todo el mundo desea acabar de estudiar pronto, conseguir trabajo y ganar 2.500 al mes. La lectura requiere una concentración y un tiempo que esta sociedad no te da». El confinamiento revivió la lectura y a la vez «potenció la compra 'on-line'».
Vender un libro en una librería pequeña «es más difícil que en una plataforma o un gran almacén porque no das el premio del momento o lo primero que pillas. Hay que tener psicología, tampoco puedes ofrecer lo que te gusta a ti porque si no coincide, no vuelve el cliente». La recompensa; «hemos hecho mucho amigos». A los clientes se han sumado los autores. Desde Gamoneda hasta Carlos Zanón, «vino cuando no era conocido y ahora sigue con nosotras». Presenta el día 24 'Love Song'.
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