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Antonio Gamoneda. Chema Moya. Efe
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En 'La pobreza', Gamoneda escribe, en parte al menos, como catarsis, se expone con una crudeza que es difícil encontrar en cualquiera que escriba sobre sí

Luis Marigómez

Valladolid

Viernes, 29 de mayo 2020, 07:44

Alos 13 años, en 1944, Antonio Gamoneda deja de ir al colegio de los agustinos, en León. A pesar de estar escolarizado como alumno gratuito, no tiene dinero para comprar los libros de texto, y el profesor de Francés lo tiene en pie toda la ... clase, delante de los demás, para que se sepa. No puede ni comprar zapatos, y pasa el invierno con unos usados, de mujer, a los que han rebajado el tacón. «No fue el sadismo ni los diversos aspectos y grados de la pederastia frailuna lo que me echó de los agustinos y acrecentó mi maldad; fue la vergüenza de ser publicado pobre.» En cuanto cumple los 14 años, entra a trabajar, recomendado, en el Banco Mercantil, como recadero y meritorio, a doble jornada, entre setenta y ochenta horas semanales. Estos hechos, revelados en su primer libro de memorias, 'Un armario lleno de sombra' (2009), quizá explican el título de su segundo tomo, 'Pobreza'.

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