No hizo caso al imperativo de sus amigos y regresó a la ciudad de su juventud. Compensó su desobediencia titulando el libro resultante con aquella recomendación, 'No vuelvas a Roma' (Astiberri). Carlos Spottorno es fotógrafo y casi poeta. No escribe versos pero los renglones que transen sus imágenes se acercan mucho. Roma le acogió allá por los noventa y tres décadas después ha revisitado la ciudad eterna(mente) cambiante.
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Sea por evolución o por involución, los lugares cambian en su devenir heraclitiano mientras que sus moradores y visitantes envejecen. Incluso aunque Roma permaneciera intacta en su monumentalidad y en su bullicio, la mirada del fotógrafo es otra. A eso se enfrenta Spottorno, a un reconocimiento intermitente. «En Roma se aprende rápido que el presente no sustituye el pasado», dice aludiendo. Roma es cuna de imperios –humano primero, luego divino–, de monumentos –marmóreos y vivos–, de orden y caos.
La contraposición es el juego que más abunda es este relato a través de imágenes que recoge el bullicio de los mercados y el silencio de los museos, la Roma soleada, la lluviosa y la nevada. Un sugerente viaje con la nostalgia del que constata que quien más cambió es él.
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