Secciones
Servicios
Destacamos
JAVIER ANGULO BARTUREN
Viernes, 21 de junio 2019, 07:24
Coincido plenamente con quienes consideran que no es arriesgado decir que constituyen un género cinematográfico en si mismo la gran cantidad (y variedad) de películas referidas al mundo del periodismo y de los periodistas. Esa es una opinión que compartían Virginia García de Lucas, Eduardo ... Rodríguez Merchán y Javier Sales Heredia, que escribieron para la Seminci en 2006 un libro titulado 'Cine entre líneas (periodistas en la pantalla)', que acompañaba a una retrospectiva de películas con el mismo título.
Su recuerdo viene a cuento porque acaba de publicarse un libro con el título de 'Las 100 mejores películas sobre periodismo', y del que es autor el escritor David Felipe Arranz, sobrino del desaparecido periodista vallisoletano Julián Lago. Dos libros de lectura mas que recomendables para quienes les guste o quieran saber mas de ese género. Su revisión me ha ayudado mucho a tener una visión de conjunto del mismo y me ha animado a escribir estas líneas.
Para un periodista de carrera, educado, como yo, desde muy joven en los principios de la imparcialidad (neutralidad) de la información, alejada de opiniones y valoraciones personales, y en el justo papel del periodista como mero intermediario entre la noticia y el lector, mi posición ante las películas sobre el mundo del periodismo ha sido, invariablemente de implicación y/o mera diversión. Me explico. He visto, como todo el mundo, muchas películas en las que el protagonista era un periodista mas bien golfo, bebedor y fumador compulsivo, noctámbulo, algo desastrado en su vestir y vivir, casi siempre solitario, divorciado o abandonado, sin otra vida que la búsqueda de la-noticia-como- 'droga-dura', aventurero, detective 'amateur', y en muchas ocasiones moviéndose en el filo entre lo legal y lo delictivo...etc, etc.
Digamos que esa es o puede ser la imagen mas amplia y común que hemos visto durante décadas en comedias, dramas, melodramas, algunos muy buenos. En este tipo de películas (especialmente norteamericanas) digamos que no me he sentido nunca aludido ni, menos aún, reflejado, pero me han divertido-entretenido-interesado, aunque en algunas casos el estereotipo haya podido rechinarme o cabrearme directamente por la blandenguería o la caricatura con que se presentaba el oficio. En esos casos, insisto, me siento un mero espectador, como si la cosa no fuera conmigo.
Hay muchos casos de este tipo de películas que me entretienen y me gustan pero permítaseme referirme solo a algunas de mis preferidas para centrarme en las que realmente quiero poner el foco. Comenzaré por citar 2 de las 4 versiones que en diferentes épocas se hicieron de la obra teatral 'Front page' ('En portada', que escribieron en 1928 Charles McArthur y Ben Hecht. La segunda, dirigida en 1974 por Billy Wilder, con el título de 'Primera plana', es mi preferida. Protagonizada por Jack Lemmon y Walter Matthau, en estado de gracia, me gusta porque es divertida, trepidante, por el juego de enredos y la brillantez y chispa de los diálogos. Y en ellos, como en otros ejemplos, veo a un profesional que no soy yo pero con el que simpatizo y al que deseo siempre lo mejor. En este bloque no puedo dejar de citar 'Historias de Filadelfia', el gran George Cukor, con mi adorada Katharine Hepburn, con dos estupendos James Stewart y Cary Grant dándole la réplica.
A mi me impresionan más, me atrapan, me las creo más y me siento identificado y concernido, películas basadas en hechos reales, que tienen como protagonistas a periodistas de información política o social que buscan contar la verdad, casi siempre escarbando en el mundo del dinero y del poder (político, económico o religioso). Son periodistas que en muchas ocasiones se enfrentan a sus propios directores y/o propietarios de los medios y que ponen en peligro su trabajo, su prestigio, cuando no su vida. Yo hubiera podido (y querido) ser uno de ellos
La apertura más o menos reciente de archivos confidenciales o clasificados (censurados) por los gobiernos de Europa y Estados Unidos sobre hechos no suficientemente aclarados de la historia del último siglo y la ingente información de que se posee hoy, gracias a Internet, de aquellos y de cualquier suceso del presente, facilita mucho en la actualidad el trabajo de los guionistas y de productores que quieren hacer películas fiables inspiradas o basadas en hechos reales. Por ello tienen para mí más mérito, con la distancia, algunas películas, mayoritariamente norteamericanas, realizadas en los años 70 y 80 del siglo pasado, basadas en hechos reales, que han tratado de ir al fondo de la verdad de unos hechos oscuros o delictivos aunque molestaran (o pudieran suponer la dimisión) del político de turno, sobre todo si ocupaba el sillón de la Casa Blanca).
Me fascinan las películas, casi siempre con sabor y lenguaje de 'thriller', en las que asistimos a las peripecias de unos profesionales que contra viento y marea rebuscan en las cloacas del poder, sea político, económico o religioso para contar la verdad de un hecho grave. Y lo hacen porque su conciencia y su sentido ético les dice que ese hecho no debe de ocultarse a los ciudadanos. Ese, creo, que es el deber del periodista al que admiro. Una de mis preferidas es (ya sé que soy poco original) 'Todos los hombres del presidente' (1976), de Alan J.Pakula. Y tengo motivos especiales para destacarla.
En primer lugar, porque se cuenta de forma fiel y rigurosa el trabajo de investigación que en 1972 realizaron los periodistas del periódico 'The Washington Post', Bob Woodward y Carl Bernstein (con el cuerpo y el rostro de Robert Redford y Dustin Hoffman), quienes con ayuda de un confidente, al que llamaban 'garganta profunda', llegaron a aclarar un caso de espionaje al partido demócrata por parte de agentes al servicio secreto norteamericano (CIA), con el conocimiento (y/o con la complicidad) del entonces presidente (republicano) Robert Nixon.
La propiedad del Washington Post y la editora Katharine Graham, (de la que volveremos a citar en este artículo), tuvieron que soportar enormes presiones de todo tipo por parte de la administración Nixon. Aquel escándalo le costó el puesto en 1974 y dió razón, al menos en ese caso, a quienes décadas antes habían comenzado a utilizar la denominación 'cuarto poder' para referirse a la prensa y medios de comunicación.
'Todos los hombres del presidente' fue un hito en lo que al cine de periodismo, llamémosle serio, se refiere y marcó a mi generación ya que en aquel mismo año en España, tras la muerte del dictador Franco, un año antes, se estaba intentando asentar una democracia, amenazada todavía por los llamados 'poderes fácticos' del decrépito régimen franquista. Mientras, además, y no hay que olvidarlo, un buen puñado de jóvenes periodistas variopintos estábamos poniendo en marcha el periódico 'El País', que quería convertirse en el referente de un periodismo riguroso en una nueva España, con democracia plena y que miraba ya de cerca a Europa.
En 2015, James Vanderbilt rodó una mas que interesante película titulada 'La verdad', basada en hechos reales y a partir de la memorias de la editora de la cadena CBS, Mary Mapes (a quien daba vida Cate Blanchett) , que contaba el acoso que ella y el periodista Dan Rather (con el físico de Robert Redfor) sufrieron después de que el programa de televisión que ella dirigía contara, en plena campaña presidencial norteamericana de 2004, como George W. Bush, hijo, había evitado ir a la guerra del Vietnam por el trato de favor que recibió al pertenecer a la Guardia Nacional de Texas.
La película fue polémica pero completa una serie de películas en las que, de una forma u otra, aparecen todos los presidentes de la nación mas poderosa del mundo envueltos en casos oscuros, cuando no de corrupción, durante su mandato.
En este sentido, aunque de forma colateral, podríamos recordar la película 'La cortina de humo' (1977), de Barry Levinson, una ficción protagonizada por dos solventes Dustin Hoffman y Robert de Niro, en la que un presidente de Estados Unidos ve peligrar su reelección acusado de una supuesta relación sexual con una becaria....¿Les suena? El espléndido guión del escritor (y luego realizador) David Mamet, que resultó premonitoria de lo que sucedió en la vida real con Bill Clinton.
En 2017, Steven Spielberg nos regaló 'Los archivos del Pentágono', que viene a ser una auténtica precuela de la película de Pakula 'Todos los hombres del presidente'. Se refiere a otro episodio no menos apasionante de las auténticas batallas sordas entre el gobierno norteamericano y los medios de comunicación norteamericanos. La película rememora cuando en 1971, en el mandato de Robert Nixon, primero el periódico New York Times y luego, con mas protagonismo, el Washington Post provocaron un gran escándalo político con la publicación de los denominados «papeles del Pentágono,» que evidenciaban que su antecesor en el sillón de la Casa Blanca, Lindon B. Johnson, había mentido a los americanos sobre los motivos reales de la intervención de Estados Unidos en la guerra de Vietnam. En este caso la protagonista central era otra vez la editora del Washington Post, Katherine Graham (con una muy convincente Meryl Streep dándole cuerpo, rostro y vida), la que sufre las terribles presiones para que no publique los documentos.
Confieso que esperaba mas de la película 'El desafío': Frost contra Nixon' (2008), de Ron Howard. Quizás el saber de antemano el desenlace y algunos intríngulis, ya publicados en los medios de comunicación, habían rebajado las expectativas, algo que, sin embargo, no me ocurrió con la película de Spielberg. La de Howard recoge con fidelidad el ambiente y todo lo que rodeó a un sonado encuentro entre uno de los mas prestigiosos y brillantes periodistas británicos, David Frost, y el ex presidente Nixon. Bajo pago previo de medio millón de dólares (según las crónicas de la época) Frost realizó al ex mandatario hasta cuatro entrevistas a Nixon, a quien puso contra las cuerdas al preguntarle de forma muy directa sobre los escándalos citados. Nixon quedó en evidencia ante el gran público.
La película es correcta, se deja ver y redondeaba el contenido del documental que el propio Frost produjo en 1977, dirigido por Jorn H. Winther. permite revisar, sobre todo, la talla de algunos periodistas con fuerte personalidad y prestigio (como Woorward, Bernstein, Mary Mapes, Katharina Graham, Dan Rather o David Frost) que existieron en Estados Unidos y Gran Bretaña en el siglo pasado.
Al referirse a la oportunidad de rodar 'Los archivos del Pentágono', Spielberg ha explicado que ante la campaña de acoso del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hacia los medios de comunicación norteamericanos, le había parecido oportuno hacer esa película precisamente ahora [al parecer la tenía en mente desde hace décadas] para mostrar que vuelven a producirse los intentos del poder político por cercenar la libertad de información en aquel país.
Si leemos atentamente las crónicas de los dos años de mandato de Trump veremos que son los dos periódicos citados y la cadena de televisión CBS sus 'bestias negras' y a los que acusa permanentemente de publicar noticias falsas ('fake news'), tildándoles públicamente de «antipatriotas» y «antiamericanos».
Pero el intento de acallar a los medios tras la IIGuerra Mundial en Estados Unidos, que tan bien nos ha mostrado el cine norteamericano, no es, pues, algo nuevo. Se refleja fielmente en las películas citadas y, especialmente, en una de mis preferidas del género: 'Buenas noches y buena suerte', dirigida por George Clooney. Filmada en blanco y negro y con interpretaciones mas que solventes (¡ese David Strathairn!) muestra la batalla que el senador ultraderechista Joseph McCarthy, desató, precisamente, contra el canal de Televisión CBS en la siniestra campaña de persecución que puso en marcha, entre 1950 y 1956, contra una serie de personajes públicos de Estados Unidos (muchos de ellos actores, directores y productores de cine) a los que acusó de deslealtad y subversión contra el país por considerarlos comunistas. A muchos de ellos los sometió a chantajes para que se autoinculparan o delataran a compañeros, algo que algunos hicieron para salvar el pellejo profesional. A otros los sometió a juicios irregulares acabando con la carrera de algunos de ellos.
La película fue un homenaje de Clooney a su padre, periodista, que trabajó en aquella dura época en la CBS, y vivió de cerca lo que luego se ha llamado 'la caza de brujas de McCarthy'.
Ardo en deseo de ver 'Showtime', una miniserie norteamericana de cuatro capítulos de la que me han hablado mucho. Cuenta la forma en que vivió (y sufrió) el periódico 'The Ney York Times' el primer año de mandado del presidente Trump, dedicado, desde el primer día, a desprestigiar, a la publicación.
De todo el cine de género visto en las últimas décadas, tengo especial debilidad por la película 'Spotlight' (2015), de Tom McCarthy, en la que un equipo de periodistas bucean, casi sin visibilidad y con toda clase de obstáculos, en el mundo de la pederastica ligado a la poderosa iglesia de Boston, que utilizará todo tipo de medios para frenar la investigación, primero, y la publicación, después, de varios casos de abusos a menores tapados por la alta jerarquía eclesiástica. Se agradecería que en España alguien se atreviera a tratar el tema de la pederastia en la iglesia de nuestro país, que daría para unas cuantas muy duras películas.
Aunque hoy las buenas series de televisión son cada días mas valoradas por críticos y aficionados al cine, que las consideran «cine del bueno», no puedo olvidar una serie norteamericana de televisión de los años setenta del siglo anterior, 'Lou Grant', protagonizada por el gran Edward Asner. Tuvo un enorme éxito en Estados Unidos (se emitió entre 1977 y 1982) y también gustó mucho y tuvo su legión de seguidores en España. Ha habido luego otras series que han intentado mostrarnos cómo son, cómo funcionan, las redacciones de los periódicos y el rostro mas humano de los periodistas. Me ha interesado, aunque la he visto parcialmente la serie 'The news room', escrita y producida por Aaron Sorkin ('El ala oeste de la Casa Blanca').
En España, Glomedia (de Daniel Écija y Emilio Aragón) realizó una serie que se desarrollaba en una redacción de periódico y se llamaba 'Periodistas'. Interpretada por José Coronado, Belén Rueda, Alicia Borrachero y/o Alex Angulo, entre otros, estuvo en antena cinco años y alcanzó un notable éxito de público. Algunos de mis compañeros de la redacción de 'El País' fueron consultados y asesoraron a los guionistas de la serie antes de ponerla en marcha en 1998.
Aquella fue una serie muy digna donde todavía estaba viva (y era respetada) la ambición de los periodistas de informar de la forma mas veraz y rigurosa sobre todo tipo de acontecimientos. Algo cada vez mas admirable en un mundo donde las presiones del poder (y en ocasiones desde dentro de los medios, de forma mas sutil) condicionan, amordazan o provocan la autocensura a quienes se dedican «al mejor oficio del mundo», según palabras de Gabriel García Márquez, que rememora el periodista Antonio San José en el prologo citado libro de Arranz.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.