Conseguir ser mortal nos lleva toda una vida. Literalmente. Por corta o larga que quiera ser la existencia. Una vida que, además de vivirla, nos obliga permanentemente a movernos, de extremo a extremo, en la frontera entre la memoria y el olvido. Entre la exaltación ... de lo que existe y brilla delante de nuestros ojos y la angustia de no poder retener la imagen del mundo, cuando ésta se difumina y nos anuncia que ya no se recuperará jamás. Por más que detrás de la bruma perviva el sustrato de la fe de vida, de la identidad, de la humanidad en fuga de sí misma. De la reafirmación del yo frente a la nada.

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  • 'Memoria y no' Rafael Soler. Huerga y Fierro. 108 páginas. 2024.

De todas estas cosas, y de alguna más, nos habla en su último libro Rafael Soler, un autor de cantos y silencios que, en los últimos 15 años, desde que regresó a la escritura poética con Maneras de volver (2009), ha cuajado una formidable obra poética, con títulos como 'Las cartas que debía' (2011), 'Ácido almíbar' (2014), 'No eres nadie hasta que te disparan' (2016) o 'Las razones del hombre delgado' (2021). Un conjunto que recogió en 2021 su obra completa, reunida bajo el título de 'Vivir es un asunto personal'. Y que ahora se ve superado por un nuevo título, tres años después: 'Memoria y no', en el que el poeta valenciano toma de nuevo la vida con sus manos para mirarla frente a frente. Para contar, con esa elegancia desgarrada y esa socarronería plena de ternura que le caracterizan, lo que hay en los límites entre la conciencia y la pérdida de la conciencia. Entre la arrogancia de la vida y la fragilidad humana frente a la vejez y la muerte.

«Álzate memoria / y dime si así / en buen perdedor constituido / tendrá mi jornada otro tamaño», proclama Rafael Soler en 'Memoria y no'. Y el tamaño de la jornada, los límites de su dignidad, tal vez tendrán algo que ver con el equilibrio entre el fuego de la memoria y el frío de lo que no es memoria, pero sobre todo con el auxilio que la palabra, la poesía o el encendimiento del ser allá donde todo se apaga, presten al que empieza a olvidar. La última conciencia como un rayo azul (el título de la colección de poesía de Huerga y Fierro en la que aparece el volumen) capaz de sostenernos allí donde todo parece insostenible: la entrega al cuidado y a la disciplina de los demás cuando ya no se pueden sostener el cuidado ni la disciplina propios. La última apuesta poética de ese «buen perdedor» que dice ser Soler, quien sin embargo gana su apuesta con el tiempo gracias a la extraña belleza de sus palabras, a ese estado de «conmoción lírica» que sacude todos los versos, desde el primero hasta el último de este libro. Inventario penúltimo antes de ingresar en el «pabellón cinco», donde definitivamente habita el olvido. La bestia negra más oscura de los hombres. Y el sello de su indefensión.

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