«En los tablones de ofertas de trabajo no suele aparecer el oficio de poeta. Ni tampoco hay oposiciones a poeta (…) Es por esto por lo que los poetas, como la mayoría de los escritores, suelen tener algún otro oficio». Eso escribe Noemí Sabugal en ... el prólogo de 'Cartero rural', la última entrega poética del leonés de San Román de la Vega Abel Aparicio (1980), la crónica encendida de un mercurio contemporáneo que ejerce su oficio entre versos, andanzas y visiones, por los campos de León. Un poeta-cartero que se desveló en diferentes antologías –'Versos para derribar muros', 'Poesía en los bares', 'En legítima defensa: poetas en tiempos de crisis' o 'Encrucijada'– desde 2010, y que suma en su haber dos poemarios anteriores: 'Tintero de tierra' (2011), escrito en leonés y castellano, y 'Alboradas en los zurrones del pastor' (2015). Además del libro de viajes 'La ruta del Tuerto' (2017) y del libro de relatos '¿Dónde está nuestro pan?' (2020).
«Qué quieres ser de mayor, / te preguntan / cuando aún no sabes / qué quieres ser de niño», inquiere en los primeros versos de 'Cartero rural', que aparece bajo el sello de Marciano Sonoro Ediciones, Abel Aparicio. Y enseguida se afana en construir, desde el primero hasta el último de los poemas, no solo un extraordinario retrato poético del campo y de las gentes del campo de nuestro tiempo, sino también una rotunda metáfora del trabajo, del oficio, del quehacer de cada día como signo del destino. Campos, casas, carreteras y puentes, pero también seres humanos que reciben cartas, que las esperan o las desesperan, o que se cruzan al paso del cartero como pinceladas de vida, como signos de un mundo apartado del mundo. Ancianos con azada, ordeñadoras, repartidores de pan, ciclistas, camareras, niñas que van al colegio con sus mochilas… Pero también hombres y mujeres vencidos por la edad y la caducidad de los sueños. Personas «que tejieron senderos / desde unas cunas sin más ornamentos / que el pan de sus manos». Todos aquellos para quienes «el destino es inevitable».
Con amor y con humor, a veces con asombro y siempre con denuncia y rebeldía, Abel Aparicio va tallando en 'Cartero rural' los versos de un oficio que circula, día a día y carta a carta, entre visiones, nostalgias y silencios elocuentes. Con lluvia fina, con vendaval o con sol de tarde en invierno. Con versos que penetran en la otra verdad de las cosas. E incluso con banda sonora: la que puede escucharse en código QR con la voz y las guitarras de Javi Morán; la voz infantil de Irene Martínez Aparicio y el bajo y la batería de Ricardo García. Música y señales, cruces y pintadas, tractores o panaderías «como faros / en un tiempo en el que todo se consume / a universos de distancia».
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