![Cuarteles de invierno](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/10/13/david.jpg)
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Tiene toda la obra poética de David Pujante, desde principio hasta el fin, un pulso tan fieramente humano que, a pesar de las metáforas, las distancias, las iluminaciones que nos llevan de la mano a paisajes, lecturas o mundos en apariencia diferentes al nuestro, al ... final siempre nos hablan de lo mismo: las fronteras de la condición humana. Mundos extraordinariamente poéticos, volanderos sobre la grisura o las aristas de los días cotidianos, que se convierten enseguida en metáforas del propio ser. En caminos de hondura hacia lo que somos, lo que no somos o lo que deseamos ser.
De este mismo ambiente, tan personal, goza su última propuesta, publicada con la editorial Milenio, que lleva por título '21 odas de invierno'. 21 cantos en la noche o en el frío que suenan silenciosamente como un solo canto general, como una fe de vida en los cuarteles de invierno del alma, donde el poeta se defiende del crepúsculo encendiendo 21 poemas, 21 llamas de amor vivas que le permiten pasar con gracia al otro lado de la oscuridad. Resplandores o meditaciones o lecturas que convierten la penuria del refugio en un pequeño palacio de diamante. Un reducto poético que habla, sí, de los gozos y las sombras de los hombres; de sus carencias y sus quimeras, también de sus heridas y sus inquisiciones, pero sobre todo de su capacidad de resistir a la noche, y al invierno, guardando en sus anaqueles la semilla de la nueva estación.
Todo se contrae y todo brilla secretamente en esta última entrega del autor de 'La propia vida' (1986), 'Con el cuerpo del deseo' (1990), 'Estación marítima' (1996), 'Animales despiertos' (2013) o 'El sueño de la sombra' (2019), que medita sobre sus lecturas y experiencias en la inquieta quietud de las noches largas. Un pequeño ajuste de cuentas con el tiempo, con la vida, en la hora crepuscular de la reflexión. Podría parecer, tal vez, que en el recuento de estas fantasmagorías el poeta se encontrara solo. Pero nada más lejos de la realidad. Alrededor del poeta se encuentran sus lecturas, los autores que, sin dejarle un solo instante a lo largo de la vida, han ido conformando con él los perfiles de su propia existencia. Así que aquí nos encontramos, ofreciendo su propio testimonio, las enseñanzas del filósofo griego Peregrino Proteo, o las del epigramático Páladas, o las de Luis Carrillo Sotomayor, Marguerite Yourcenar o el taoísta Zhuang Zi. Piedras filosofales y literarias que Pujante hace propias, y devuelve al lector con la añadidura de sus propias vivencias invernales. Noches blancas. Noches plenas que cantan al vacío desde la plenitud: «Habrá nuevos poetas, pero ya no se fijan sus nombres al recuerdo de mis noches. / porque yo ya he llenado el cuarto de mi alma».
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