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Los libros de la semana

El caos vital convertido en literatura: 'Tasmania', 'Punki' y 'Yo que fui un perro'

Estas son las propuestas literarias de esta semana

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 14 de octubre 2023, 00:18

Tres historias con protagonistas masculinos que buscan asideros para unas vidas desordenadas. Un punki educado en la violencia, un maltratador y un tipo desorientado son los personajes principales de las propuestas literarias de esta semana.

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'Tasmania', de Paolo Giordano.

«Los datos no mienten. Lo hacen, a veces, las personas. Pero los datos no» (201)

  • 'Tasmania' Paolo Giordano.

  • Tusquets. 352 páginas. 20,90 euros.

Justo en la primera página, Paolo Giordano cuenta (a través de un narrador que se llama como él) el meollo de 'Tasmania', la novela con la que salta de Salamandra a Tusquets (que también reedita 'La soledad de los números primos'). El asunto de esta historia es «la necesidad de encontrar, en cada trance difícil de la vida, algo aún más difícil, más urgente y amenazador en lo que podamos diluir nuestro sufrimiento personal » (página 13). Paolo es un físico italiano que trabaja como periodista y que, en una especie de diario escrito en marzo de 2022, echa un vistazo a los últimos cinco años de su vida, de la de aquellos que le rodean y del mundo en el que vine.

Paolo atraviesa una crisis con su pareja, Lorenza. También se tambalea su relación con Novelli, un experto científico (analiza las nubes como síntoma del cambio climático) que se ve envuelto en una polémica académica cuando asegura que los hombres están discriminados en la ciencia. Flirtea con una corresponsal y vive de cerca la crisis de fe de Karol, un cura progresista amigo suyo que cree haber encontrado el amor terrenal. Son todos ellos personajes que parecían tener sus vidas encarriladas pero que se ven golpeadas por la inestabilidad.

Esa fragilidad del mundo en el que creemos vivir es la base de este libro de personajes desorientados en un mundo en crisis. Porque si su situación personal se tambalea, también lo hacen las certezas en las que parecíamos vivir. Paolo, el narrador, escribe un libro sobre los efectos de la bomba atómica. Y Paolo, el autor de 'Tasmania', construye un artefacto sobre los miedos compartidos, sobre la capacidad del ser humano para causar el mal y provocarse daño a sí mismo. Y todo ello, con un catálogo de los problemas que nos azotan y zarandean: el cambio climático, los atentados terroristas, las catástrofes naturales, la ficción de las redes sociales, las 'fake news'...

Un apocalipsis colectivo que puede servir de analgésico para el colchón personal (tan grande el problema que no hay nada que pueda hacer) y del que tal vez nos podremos salvar si buscamos refugio en Tasmania. «Situada lo bastante al sur para escapar de las temperaturas extremas. Tiene grandes reservas de agua dulce, es un estado democrático y una zona en la uqe no viven depredadores del ser humano. No es una isla pequeña, pero no deja de ser una isla y, por tanto, es fácil de defender. Porque habrá que defenderse» (138).

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'Yo que fui un perro', Antonio Soler

«Es un pelele por mucho que ponga la voz así, como el capitán de un barco» (33)

  • 'Yo que fui un perro'. Antonio Soler.

  • Galaxia Gutenberg. 296 páginas. 22 euros.

«A veces pienso que la gente no existe ni la veo» (39), dice Carlos, estudiante de Medicina a principios de los años 90 y autor de este diario con el que Antonio Soler construye 'Yo que fui un perro', una novela sórdida y dolorosa que tiene protagonista a un tipo celoso, machista, poco empático, vengativo. Un tío miserable que somete a su novia (y vecina) Yolanda a un constante maltrato psicológico. Vigila su ropa, con quién sale, a quién ve, qué dice y a quién. Carlos es un tío miserable que, sí, la mayor parte del tiempo ni se preocupa por la gente que tiene alrededor («ni existe ni la veo»), bien sean sus compañeros de universidad o su madre, una viuda que intenta rehacer su vida con otras amistades.

Lo más complicado de esta novela es crear la tensión suficiente para que nos interese lo que le ocurre (o lo que puede hacer) un tipo tan odioso como Carlos. Y a veces el pulso narrativo se quiebra, las situaciones se hacen repetitivas y parece que el libro no va hacia ninguna parte. Lo más doloroso de todo es que Carlos, incapaz de ver lo que es y el daño que hace a los demás, sí que es consciente de que no es el único. «Hay más personas como yo, escondidos en sus casas, en los rincones de los bares, callados, con la cabeza baja en el autobús» (200).

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Y eso es lo más preocupante claro, que existan muchas más personas así, solo pendientes de sí mismas, incapaces de comprender los sentimientos de los demás, tipos que se hacen las víctimas para culpabilizar a los otros de todo lo que les ocurre. «Le comenté las cosas que no debe hacer (191). »Quiera Dios que sea verdad todo lo que me ha contado y que no me oculte nada aparte de lo que intuyo« (92). Frases así están en un diario en el que hay varios fragmentos tachados por el propio autor. El lector puede llegar a creer que el narrador se arrepintió de parte de sus pensamientos, y que por eso los tachó. Pero más bien parece que no quiere que quede rastro, que en ningún caso se arrepiente de ser así, porque, de hecho, hay fragmentos muy duros que no tacha, que no intenta ocultar. Es lo más doloroso, ser incapaz de comprender el profundo daño que se puede causar a los demás.

'Punki', Juarma

«Vi un grafiti en el muro de una fábrica donde ponía Te Kiero, y pensé que quizás había durado más la pintada que lo que se querían» (317)

  • 'Punki'. Juarma.

  • Blackie Books. 344 páginas. 22 euros.

A veces pasa. Empiezas un libro y las primeras páginas no te convencen. ¿De verdad me interesa a mí la historia de un Punki en un pueblo pequeño? Y sí. Juarma tiene una voz personal, un oído afinadísimo para los diálogos, una vista entrenada para encontrar oro en la vida cotidiana y una facilidad para contar las miserias de los perdedores, las heridas de los maltratados, los neones fundidos del lumpen y el salvavidas de los supervivientes. Esta es una historia sobre el poder destructor de la violencia y la capacidad que tiene el amor (la amistad, la compañía, la empatía) de salvarnos.

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Álex es un chaval que se ha criado en Villa de la Fuente, pueblecito andaluz que Juarma ha convertido en epicentro de su universo literario. Es un joven «apocado, perdido, menospreciado por los demás y vejado por las circunstancias» (27). Su padre lo maltrataba y él optó por defenderse «Y golpear primero para sobrevivir, para que nadie volviera a causarme dolor» (52). Nacido en 1981, vivió la juventud de mediados de los 90, con la droga como compañera de correrías (Álex se acostaba con hombres casados del pueblo para conseguir cocaína) y la estética punki como actitud reaccionaria.

Contada en dos planos temporales (cara a y cara b) de capítulos alternos, se solapa la historia de la juventud con la de 2018. Sabemos que Juarma estuvo en la cárcel, que al salir consiguió formar una familia pero que todo se tambalea por su incapacidad para gestionar los arrebatos agresivos. «La violencia se asumía como algo usual en nuestro entorno. No había nadie que explicase que eso no era lo normal» (218). Y esa violencia heredada y compartida por el grupo condiciona toda la vida de Álex, tanto en esa juventud (estuvo enamorada de Polly) como en la vida adulta. En las primeras páginas pensé que este libro no era para mí, pero (a pesar de algunos baches en el tramo final) me ha gustado mucho el estilo y la dosificación de secretos de la trama. Creo que visitaré de nuevo Villa de la Fuente.

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