Un canto de amor a la tierra de un jardín familiar

Hureau no se reconoce como experto, solo alguien que a base de prueba y error convierte un solar abandonado en su oasis, en un lugar donde ser felices. El proceso, que le llevará diez años, es un aprendizaje continuo en el que visita viveros pero también refugios de erizos o casas de conocidos en las que le regalan esquejes. Nada se tira, todo se aprovecha. Las gallinas ayudan a esta familia cuyos niños conocen bien el punto limpio y las posibilidades de los desechos de poda y replantación.

El zorzal controla la proliferación de caracoles; la belleza de las mariposas tiene su peligro; hay que estar alerta a la avispa velutina y quemar sus nidos; los gatos no son los mejores amigos de los reptiles y ambos cumplen su función. Bojs, setos, árboles, rastreras, Hureau va creando su vergel y nos invita a su gozo.