![Yo cambio, tú descambias... ¿Se puede descambiar?](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202001/31/media/cortadas/lasombra-kTSD-U901382445323EeG-1248x770@El%20Norte.jpg)
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maría ángeles sastre
Valladolid
Viernes, 31 de enero 2020, 07:31
Hace unos años lo normal era que las rebajas de invierno comenzaran el día 7 de enero y acabaran a finales del mes de febrero y que las rebajas de verano empezaran a finales del mes de junio o el 1 de julio. Todo esto ha cambiado porque ahora las rebajas empiezan cuando les viene bien a los comerciantes de cada provincia.
Lo que parece que no ha cambiado por ahora es que enero es el mes por excelencia de las rebajas de invierno y de las ventas en el hemisferio norte. Y un mes con cuesta en la cultura española, la famosa 'cuesta de enero', difícil de sobrellevar económicamente como resultado del aumento del nivel de gasto personal y familiar en las fiestas navideñas.
A partir del 7 de enero, las personas que no han quedado del todo satisfechas con sus regalos de Reyes pretenden devolverlos o cambiarlos. Y mucha gente los descambia. En Valladolid descambiamos lo que hemos comprado si no nos gusta más veces de las que lo cambiamos por el mismo motivo.
Como todo el mundo (quiero decir, como todos los que hablamos español), cambiamos las cosas de sitio, nos cambiamos de casa, de barrio, de ciudad y de trabajo, cambiamos cromos, cambiamos dinero y también cambiamos moneda (euros por coronas checas, por ejemplo). Nos cambiamos de ropa o de calzado. Cambiamos o intercambiamos impresiones, sonrisas, miradas... Cambiamos los muebles de un sitio a otro, cambiamos a los bebés (de pañales y de ropa, claro está, no a un bebé por otro). Cambia el viento y también el tiempo (decimos que el tiempo está de cambio y a veces nos duele alguna articulación cuando esto ocurre). Cambiamos de marcha o de velocidad cuando conducimos si no tenemos un vehículo 'automático'. Cambiamos de estilo, de corte de pelo, de peluquería y de supermercado. Cambiamos de coche, de bici, de televisión, de gafas, de sofá... Y cambiamos de aires y de vida.
Pero, qué se le va a hacer, descambiamos lo que hemos comprado, tanto si no nos gusta como si nos hemos precipitado en la compra (y pedimos que nos devuelvan el dinero) como si nos hemos equivocado de talla o lo queremos en otro color.
Y mucha gente dice que usamos mal el verbo 'descambiar'. Pues bien, el verbo 'descambiar' está en el diccionario académico nada menos que desde 1843 con el significado de 'destrocar' (deshacer un trueque). Hasta la 21.ª edición (1992) no se registra el significado que nos interesa ('devolver lo comprado a cambio de dinero u otro artículo'); significado debió de asustar o qué sé yo a los académicos porque desaparece en la 22.ª edición (2001), que lo restringe a 'destrocar'. Y así sigue en la 23.ª (2014) levemente modificado: 'deshacer un cambio'.
En el 'Diccionario de uso del español', de María Moliner (3.ª ed.), aparece registrada la acepción 'devolver algo que se había comprado a cambio de otra cosa o del dinero pagado' con la etiqueta 'inf.' (informal). Y también en el 'Diccionario de uso del español de América y España' (2001): 'cambiar o devolver al vendedor el objeto de una compra a cambio del importe pagado por él o de otro producto', esta vez con la etiqueta 'col.' (coloquial). Así que yo pienso seguir 'descambiando' cuando sea el caso.
Se mantiene desde 2001, referido a América, el significado de 'convertir billetes o monedas grandes en dinero menudo equivalente o a la inversa' (No tienen sencillo, abuelito, voy a descambiar). O sea, que en América 'descambian' lo que nosotros cambiamos. Eso de «pago yo, que tengo que cambiar» se convierte, en boca de un hispanoamericano, en «pago yo, que tengo que descambiar». Nosotros queremos 'cambio' y ellos quieren 'sencillo'. Otro ejemplo de cómo varía el significado de las palabras a uno y otro lado del Atlántico.
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