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Casetas de la Feria del Libro de Valladolid, en 2020. HENAR SASTRE
Buscar la sombra en la Feria del Libro
Tapa dura (una crónica de ficción sobre el mundo editorial)

Buscar la sombra en la Feria del Libro

«En esta edición quizás me encuentren escuchando a Juan Tallón como pregonero o disfrutando de nuestro invitado especial, la insigne literatura irlandesa

david barreiro

Valladolid

Viernes, 20 de mayo 2022, 00:31

He recibido pocos consejos en mi corta y sin duda insignificante trayectoria en el mundo editorial. La mayoría de la gente no se detiene a sugerirme lo que he de hacer para ser alguien en el oficio, sino que me miran con una mezcla de lástima y condescendencia, sabedores de que tarde o temprano la ilusión se va a desvanecer. Eso sí, los consejos que me han dado me han sido de gran utilidad y si sigo en este oficio –o en sus alrededores, orbitando un sueño que no acaba nunca de cumplirse– es porque día sí y día también los sigo a rajatabla. El primero de ellos fue de una editora ya jubilada –si es que eso puede suceder, si no van con el rotulador rojo y la mirada torva a cualquier libro– a la que me encontré en la presentación de una novela corta pero infame de uno de nuestros autores. Copa de vino en mano me dio una triple lección: no vayas a presentaciones. Si vas porque te obligan, bebe. Y después de beber, olvida. De momento, le he tomado la palabra y de hecho escribo esto en una nota en el móvil mientras con la otra mano sostengo un verdejo tras asistir a la presentación de un libro que ya no recuerdo.

El segundo consejo vino de un autor de culto, uno de esos escritores que tan solo venden unas docenas de ejemplares, pero son tratados con inusitado respeto por los editores e idolatrados por un puñado de lectores fieles como chihuahuas. Son ese tipo de poetas –hay algún novelista, pero la mayoría, seamos honestos, son poetas– que viven de las pensiones de sus padres y te los encuentras en todas las esquinas y que cuando les comentas que quizás sea el momento de hacer otra cosa te dicen: aún me queda un último cartucho, el suicidio. Pues bien, uno de estos poetas me vio un día contando musarañas en la editorial a la espera de algo interesante que hacer, se paró ante mí y me dijo: cuando estés mal respira hondo y piensa como yo: aún se puede caer más bajo. De un modo inexplicable, la perspectiva de ese hundimiento que aún no ha llegado pero me espera a la vuelta de la esquina me da fuerzas para seguir.

Y el tercero es del que realmente he venido a hablarles hoy. Este fue un obsequio de una famosísima escritora que ha conseguido labrarse una carrera sólida y respetable, con novelas de enjundia, ligeras pero al tiempo sólidas como un martillo de gemas. Coincidí con ella en un tren, de vuelta de un festival literario en el que ella participaba en una mesa redonda y yo tomaba canapés, y tras mucho dudar acabé por acercarme a pedirle consejo en el siempre excitante vagón cafetería. Tras unos segundos de sorpresa, quizás podría decir temor ante mi avalancha, me sonrió, apartó el roiboos y dijo: camina siempre por la sombra.

Seguramente hablaba en lenguaje figurado, quería tan solo advertirme de los peligros que acechan en la profesión, de las emboscadas que unos y otros pueden prepararme. Pero yo he decidido quedarme en la literalidad. Porque en el rellano del verano se acerca el calor y con él la Feria del Libro, territorio franco de sudor y palabras. En esta edición quizás me encuentren escuchando a Juan Tallón –lean, por favor, su 'Obra maestra'– como pregonero, disfrutando de nuestro invitado especial –la insigne literatura irlandesa– u ojeando las novedades en las casetas, pero, si les soy sincera, es más probable que esté a la sombra de los soportales, protegida por esas viseras de piedra y ladrillo, arropada por su frescor, abandonada al único placer que no pueden agostar los sinsabores de este oficio: la lectura.

Firmado: B.

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