

Secciones
Servicios
Destacamos
santiago de garnica
Viernes, 26 de febrero 2021, 07:44
Películas con temática basada en las carreras de coches ha habido unas cuantas, pero pocas han dejado una huella apreciable. Quizá, salvaríamos del fuego a ' ... Hombres Temerarios' (The Racers), de 1955. Claro… Henry Hattaway estaba detrás de la cámara, y eso se nota. O 'Le Mans', de Steve McQueen. Las demás no fueron gran cosa, ni como obras cinematográficas ni como motivo de interés para quienes comparten afición a todo lo relacionado con el motor. Entonces, ¿por qué ponemos el foco sobre 'Grand Prix'? Para el que conozca la película, es evidente. Y quien la descubra ahora, también lo entenderá. No es una película más entre las enmarcadas en el mundo de las carreras. Y no lo es porque desde el principio se concibe como un proyecto de envergadura, desde el punto de vista del director de cine y desde el del aficionado. Veamos cómo se gestó esta película, sin duda, especial.
El director John Frankenheimer era un amante de los buenos coches. En junio de 1964 acude, como espectador, a las 24 horas de Le Mans, invitado por su amigo Carroll Shelby, piloto y padre de los famosos Cobra y que le había dado algún curso de conducción en pista. La mítica cita produce a Frankenheimer tal impacto que, aparte de comprarse un Ferrari, en su mente empieza a tomar forma una idea: rodar una película relacionada con las carreras, pero no centrada en Le Mans sino en el Campeonato del Mundo de Pilotos, en la Fórmula 1.
Para el papel principal piensa, en principio, en Steve McQueen, pero no se llegó a un acuerdo, pues el actor ya preparaba, con John Sturges, un proyecto similar, 'El día del campeón' que se convertiría en 'Le Mans'. En su lugar optó por James Garner, que se pondría el mono de correr del personaje Pete Aron y el casco del piloto real Chris Amon. Al principio de la película, un fogoso Aron sufre un accidente en la chicane del puerto de Mónaco con Scott Stoddard, su compañero en el potente equipo Jordan BRM. Stoddart queda gravemente herido mientras Aron sale indemne a pesar de caer al agua. Expulsado del equipo, su suerte cambia gracias a un contrato con el equipo nipón Yamura, que le permite volver a luchar por el mundial. Mientras, Pat Sttodard, mujer del piloto herido, mantiene una relación con Pete Aron.
John Frankenheimer era un director que no llegó a gozar de un éxito estelar, pero recibió varios premios prestigiosos. Alguna de sus películas, por ejemplo 'El tren', ambientada en la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, puede ser considerada una verdadera obra maestra. Cuando concibe el rodaje de Grand Prix está fascinado por el mundo de las carreras, a consecuencia de su vivencia en Le Mans. Quiere plasmar ese sentimiento y, sobre todo, transmitirlo, valiéndose de los instrumentos que sabe utilizar: la cámara y su oficio como cineasta. Cuando se enfrenta al proyecto, lo aborda basando el argumento en dos historias paralelas.
Ya hemos visto el planteamiento de la figura de Pete Aron y su caída en desgracia, solucionada por la llegada de una nueva marca japonesa. Mientras tanto, transcurre la peripecia vital de otro personaje fundamental de la película: un maduro piloto francés, interpretado nada menos que por Yves Montand, un peso pesado del cine galo.
Montand llena la pantalla con su sola presencia. En ese momento es una estrella, no sólo del cine. También del escenario y de la canción: basta recordar su versión de 'Les Feuilles Mortes'. Interpreta a Jean Paul Sarti, veterano piloto de 42 años que quiere despedirse de las pistas obteniendo el que sería su tercer título mundial al volante de un Ferrari. Sarti está casado con la heredera de una importante firma de automóviles, interpretada por Genevieve Page, pero el matrimonio se ha distanciado. Buen momento para que aparezca una atractiva periodista de una revista de moda americana (Eva-Marie Saint) que intenta descubrir los motivos que llevan a un piloto a arriesgar su vida. El flechazo entre el maduro galán y la periodista es fulminante.
El elenco se completa con secundarios de lujo. Scott Stoddard, el compañero accidentado de Pete Aron, es interpretado por Brian Bedford, actor poco conocido en España, pero una figura del teatro inglés, buen conocedor de Shakespeare. Antonio Sabáto interpreta a Nino Barlini, compañero de Sarti en Ferrari, joven promesa en ascenso y una amenaza para su jefe de filas. Y Nino mantiene una relación con Lisa, interpretada por la cantante Françoise Hardy, con un pequeño papel… pero con una presencia en la pantalla difícil de describir. Además, junto a los pilotos, encontramos al borde de la pista cuatro personajes clave: Toshiro Mifune, leyenda del cine, es el patrón del equipo que lleva su nombre. Es un personaje inspirado en Soichiro Honda. Jeff Jordan (Jack Watson) dirige con mano de hierro a sus pilotos del equipo Jordan BRM. Y Manetta (Adolfo Celi) con su perfil de Commendatore, está al frente de Ferrari, secundado por Guido (Enzo Fiermonte), manager del equipo transalpino.
Los actores recibieron cursillos de pilotaje en el circuito de Snetterton, en la escuela de Jim Russell, quien también se encargó de 'maquillar' una serie de monoplazas de Fórmula III para darles apariencia de F1. Pero no solo los actores protagonizan el rodaje. Grandes estrellas de la Fórmula 1 de los años sesenta aparecen en la película, como Jochen Rindt, Graham Hill, Jim Clark, Lorenzo Bandini, Bruce Mclaren, Jo Siffert o Dan Gurney.
El sueco Jo Bonnier, piloto y presidente de la GPDA (Grand Prix Drivers Association), como Bernard Cahier, periodista gráfico (llamado el Cartier-Bresson del automovilismo), asesoraran a Frankenheimer en un trabajo clave en cuanto a la autenticidad y a la fuerza con que este film sumerge al espectador en el espíritu de los grandes premios de los años sesenta. Incluso por encima de un guion, obra de Robert Alan Aurthur (el productor de 'All that Jazz') que no es uno de los puntos fuerte de la película.
Jo Bonnier había sugerido a Frankenheimer, por su diversidad e interés visual, rodar en Mónaco, Spa-Francorchamps, Zandvoort, Brands Hatch y Monza. Y Clermont-Ferrand se convierte en un escenario gigante donde se ruedan muchas escenas, incluidas algunas secuencias que luego serán insertadas en el G. P. de Mónaco. Los trazados de Nurburgring, Watkins Glenn y México son únicamente mencionados.
Otras de las claves son la calidad de la fotografía de Lionel Lindon, que ya había trabajado en 1962 con Frankenheimer en el rodaje del célebre thriller político 'The manchurian candidate' ('El mensajero del miedo'). Sus ángulos de encuadre son magníficos. Para grabar las escenas desde dentro de la carrera se utilizó un Ford GT40 con una cámara situada sobre el motor. Y el operador, sentado en el interior, controlaba los encuadres en una pantalla situada encima de sus piernas, gracias a un circuito cerrado de televisión que recibía imágenes de una cámara adosada en paralelo a la de Panavisión con que se rodaban las imágenes del film. En ocasiones el GT 40 –conducido por el campeón del mundo de Fórmula 1 en 1961, Phil Hill– arrastraba directamente a altas velocidades el Ferrari de Ives Montand: imaginemos las sensaciones del actor.
Hay escenas, como en la parabólica de Monza, donde se graba desde otro monoplaza, en esta ocasión con el piloto neozelandés Chris Amon al volante. Él también conduce, en las simulaciones de trompos, un extraño vehículo: un verdadero Fórmula 1 que llevaba, en suspensión, el cockpit de un monoplaza capaz de pivotar sobre sí mismo y en el que iba James Garner.
De los tres Oscar que recibirá la película, uno es para el mejor sonido (Franklin Milton y el departamento de sonido de la MGM), y el segundo por los mejores efectos de sonido (Gordon Daniel). Sonido de motores y escapes, de las ruedas sobre el asfalto o de los impactos, que lleva al espectador a sentirse en un monoplaza de Fórmula 1 en plena carrera. Finalmente recibirá un tercer Oscar por el montaje, obra de Frederic Steinkamp, Henry Berman, Stewart Linder y Frank Santillo.
Y mezclada con imágenes y ruido de motores, la magnífica banda sonora de Maurice Jarre potencia esta película de culto que mantiene su fuerza más de medio siglo después de su rodaje. Y es que el paso del tiempo puede dejar desfasados los monoplazas de Fórmula 1 de 1966, pero una vez que arrancan las primeras imágenes, el espectador de 2021 olvida esto pues se ve sumergido en las sensaciones, en las emociones de un piloto. Y eso es algo eterno.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.