Charo Vergaz, 'Colores', voluntaria de la biblioteca Entre líneas. Carlos Espeso

Una biblioteca que no presta, regala

Desde hace diez años las estanterías de Entre líneas ofrecen libros que no hay que devolver. Once voluntarios ayudan a 1.000 usuarios en el Barrio España de Valladolid

Victoria M. Niño

Valladolid

Sábado, 25 de marzo 2023, 00:27

U n libro es un momento, una vivencia, un recuerdo, un conocimiento, una emoción, también un objeto. Entre líneas escribe sus diez años de historia poniendo en circulación libros, la excusa para el encuentro de quien los deja, quien los clasifica, quien los recomienda, quien ... se los lleva, quien se los queda y quien los devuelve. El objeto pierde su condición de fetiche para ser eslabón en esa cadena en la que la propiedad no cuenta demasiado. Esta 'biblioteca libre' es posible gracias a once voluntarios, cinco de ellos relacionados con el libro en su vida profesional, que atienden a unos mil usuarios. «Del Barrio España, (donde tiene su sede en el antiguo colegio Conde Ansúrez) y también de otros puntos de la ciudad y pueblos como Zaratán, Fuensaldaña o Medina del Campo», cuenta Charo Vergaz, la responsable de las actividades.

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Los niños la llaman Colores, porque el pelo y las uñas de Charo contrastan con el atuendo habitualmente negro que la cubre. «Desde los ochenta me los pinto así y no me veo de otra manera», cuenta quien soñó de pequeña con ser bibliotecaria. «Luego fui librera, que es un trabajo parecido, rodeada de libros y de gente».

Entre líneas comenzó cuando se cerró la biblioteca del barrio por falta de demanda, arguyó el Ayuntamiento. A partir de ahí la Asociación Unión Esgueva, animadora de Entre Vecinos y Entre Huertos, impulsó Entre líneas. Se repartieron cestas en locales comerciales y de hostelería en el centro de la ciudad para recoger libros. Sobre esos cimientos se ha ido construyendo la sala abierta al público y dos almacenes. Ahora Vergaz, en vez de recibir pedidos como hacía en Rayuela, recibe donaciones. «Nos llegan muchas colecciones. Cuando se muere la abuela o la madre las bibliotecas se quedan colgadas. Nos han venido de gente muy vinculada a la cultura. Llegan muchos libros de colecciones de prensa, del Círculo de Lectores. Ya no cogemos ni enciclopedias ni libros de texto, solo literatura. Hay que recordar que no es un punto limpio». Además de su biblioteca, alimentan con sus libros a colegios, a otros centros, colectivos o a la cárcel de Dueñas. «A cada libro le estampamos dos sellos, el de Entre Líneas y otro que pone 'comparte'. Aquí nos lo pueden devolver o quedárselo, la idea es poner libros en circulación».

Solo hay una sección temática que es de consulta en sala o de préstamo con devolución. «Es una que estamos haciendo sobre temas de Valladolid». Una vez al mes van a Fuente Dorada donde hacen «una liberación de libros que tenemos repetidos. Los exponemos y la gente puede coger lo que quiera». Entre líneas también tiene calendario de actividades que van desde cuentacuentos, teatro, música o cine. «Proyectamos una película al mes. La última una de Lola Flores, pensamos que podía animar a la gente de barrio a venir».

Lo que favorece la tranquilidad del lugar es el movimiento de niños. «Vienen solos a por sus libros», dice Charo, que a tantos pequeños aficionó a la lectura desde Rayuela. Para aquellos y estos es Colores.

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