Todo arranca, ya nada empieza

Cuando escribía este artículo, 'arrancaba' el partido de fútbol España-Islas Feroe. Los partidos ya no empiezan ni comienzan y tampoco se inician: arrancan. Pero lo mejor que oí ese día en la radio fue que el día arrancó con siete grados en Segovia y que los partidos políticos deben dejar de pensar en las sillas antes de arrancar cualquier negociación.

Si leemos las acepciones del verbo 'arrancar' en los diccionarios generales, notamos la ausencia de uniformidad en cuanto al número de ellas: diecinueve en la vigésima tercera edición del diccionario académico (2014), actualizada en 2018; trece en el 'Gran diccionario de la lengua española' (ed. Larousse); 'trece en el Diccionario de uso del español de América y España' (ed. Vox); 'doce en la última edición del Diccionario de uso del español', de María Moliner (ed. Gredos); veinte en el 'Gran diccionario de uso del español actual' (ed. SGEL); y once en la segunda edición del 'Diccionario del español actual', de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos (ed. Aguilar).

Sí se percibe, en cambio, que no hay ninguna acepción en ninguno de los diccionarios mencionados en la que el verbo 'arrancar' signifique expresamente 'dar principio a algo'. Entonces, ¿cómo se explican estos usos –tan frecuentes– en los que el verbo que nos ocupa adquiere el significado general de 'empezar algo'?

Revisemos algunas acepciones en las que puede percibirse cercanía significativa entre 'arrancar' y 'empezar'.

Entre las acepciones del verbo 'arrancar' los diccionarios registran 'poner en marcha un vehículo o una máquina' y 'empezar a moverse un vehículo o empezar a funcionar una máquina o la persona que los conduce o maneja' (El coche no arranca porque no tiene batería; La moto arranca mal en frío; El tren arranca a las dos; Con este coche no puedes arrancar en segunda).

Otra de las acepciones en las que el uso del verbo 'arrancar' está justificado es 'empezar una persona una competición, una carrera u otra cosa semejante': El tenista ha ganado el torneo, aunque no lo empezó con buen pie; El piloto de fórmula uno ha arrancado la temporada en excelente forma física.

Y una última acepción de este verbo es 'empezar a hacer algo súbitamente', pero exige sintácticamente la preposición 'a' seguida de infinitivo (Sin poder contenerse, arrancó a reír a mandíbula batiente). Con este significado el verbo 'arrancar' forma una perífrasis verbal que es equivalente a 'echarse a + infinitivo'.

Los ejemplos con los que 'he arrancado' este artículo responden a una extensión semántica en la que los usos metafóricos tienen mucho que ver: si se amplían el objeto de la acción y el agente, cualquier cosa puede ser puesta en marcha (o sea, 'arrancada'): el curso académico, los cursos de pintura, la reunión del consejo de administración de una empresa, el torneo de tenis, el campeonato de galgos, una conferencia, una clase, un congreso, una reunión científica, un plan... en fin, cualquier tipo de evento.

El problema está en que el uso sistemático de este verbo –el abuso si me lo permiten– para referirse al comienzo de algo está arrinconando e incluso sacando de la circulación a otros verbos que reflejan con más precisión la acción de iniciar algo, como 'comenzar', 'iniciar', 'empezar', 'abrir', 'emprender' o 'inaugurar'.

No podemos hablar de usos incorrectos porque la extensión significativa de los vocablos es un hecho muy frecuente y, además, las lenguas cambian con el tiempo. Pero si nos ceñimos a la información que proporcionan los diccionarios, el hecho de que no exista ninguna acepción de este verbo que signifique expresamente 'dar comienzo a algo' podría servir de argumento para interpretar estos usos como impropiedades léxicas.