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Alberto Escarpa y Jesús Javier Lázaro conocieron a Gamoneda en 2004, en el Aula de Música de la Universidad de Alcalá. Después, compartieron con él alguno de sus momentos de mayor intensidad: aquellos que sucedieron más tarde, alrededor de la concesión, el mismo año ... 2006, del Cervantes y del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Como un pequeño tesoro, ambos escritores guardaron en la memoria, y en la librería, los versos que le escucharon leer esos días, a los que después fueron sumando, en su colección particular, otros de libros anteriores y posteriores. Y un día encontraron dos citas del poeta que les invitaron a hacer algo más. Un verso suelto para el título, con toda intención: «No había eternidad». Y una sentencia para el corazón: «La poesía existe porque sabemos que vamos a morir».
Así que 'No había eternidad', que luce como subtítulo el de «registros de lectura en la poesía de Antonio Gamoneda», se presenta ahora como una «antología rara». Más bien una sucesión de calas, de catas poéticas a través de seis libros del leonés: 'Descripción de la mentira', 'Lápidas', 'Libro del frío', 'Arden las pérdidas', 'Cecilia' y 'Sílabas negras'. Una antología rara o, «sencillamente textos elegidos por dos lectores, poemas que nos dicen de una lectura pretérita (nunca terminada ni abandonada) y, largamente compartida». No es pues de extrañar que buena parte del mundo literario de estos dos escritores, poetas ellos mismos de importante recorrido, se intuya también contenido en esta selección sui generis. El propio Gamoneda lo adelanta en su escrito de aceptación, que forma parte del volumen: «Extraer un poema (…) de su contexto es ya un arriesgado acto de 'creación'; un acto que puede deparar 'otro' poema, o incluso el 'verdadero' poema que estaba oculto o semioculto en un bosque de palabras». Milagros de la arqueología.
Todo lector, al cabo, es también un creador. Alberto Escarpa, autor de títulos como 'Ese punto final de mi memoria' o 'Campo de trigo con alondra', y Jesús Javier Lázaro, que ha escrito también poemarios celebrados como 'Canción para una amazona dormida' o 'Las puertas del tiempo', toman así la propia selección de textos no como rareza, sino más bien como acto de creación. La expresión, en un puñado de poemas concretos de unos cuantos libros concretos, de ese principio emocional y vital que preside todo el libro: «La poesía existe porque sabemos que vamos a morir». La lectura, verso a verso, lo confirma a cada paso. O dicho en las últimas palabras del libro por Gamoneda: «No merecía la pena. Me dispongo / al olvido y al vértigo. Esta es la última / dificultad. Es excesivo / este cansancio sin destino. / No había palomas en la eternidad. / No había eternidad». Poesía en el vértigo. Poesía contra la muerte y el olvido.
'No había eternidad'. Registro de lectura en la poseía de Antonio Gamoneda. Alberto Escarpa y Jesús Javier Lázaro. Editorial Polibea.
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