Ángeles de Castro, aliento literario y vital de Miguel Delibes

Fotografías del álbum familiar, cartas, textos manuscritos, una línea de vida que sigue los principales acontecimientos vitales de Ángeles de Castro desde su nacimiento en Valladolid un 25 de mayo de 1922 hasta su muerte el 22 de noviembre de 1974... de esos materiales se nutrirá el relato expositivo de 'Ángeles, el equilibrio de Miguel Delibes'.

Un título que remite a la dedicatoria que en 1958 el escritor estampó en su novela 'Diario de un emigrante': «A Ángeles de Castro de Delibes, el equilibrio, mi equilibrio». Esposa y madre de sus siete hijos, su figura se alargó más allá del ámbito familiar y hogareño, enriqueciendo el gusto literario del escritor desde los comienzos de su relación. Comenta su hija, Elisa Delibes, que ya de novios «se dedicaban entre ellos libros de Dickens, Lope de Vega, Cervantes... estaban reuniendo una biblioteca para cuando se casaran, muchos de ellos conservan aquellas dedicatorias; de hecho, hace unos días he encontrado un libro con la frase manuscrita 'A Ángeles, la mujer que más influyó en la vida de un hombre'».

Evoca Ramón García Domínguez, amigo y biógrafo del escritor, que en un banco de madera del Campo Grande situado en la plazoleta de la Fuente de la Fama fue donde Miguel y Ángeles se hicieron novios una tarde de septiembre (la del día 6) de 1939. En la biografía 'Miguel Delibes de cerca' incluye esta confesión del literato: «A Ángeles la conocí cuando ella contaba quince años. Era tan bella, grácil y alegre que, a pesar de ser aún una niña, tenía ya una legión de moscones alrededor. Nos enamoramos. Y fue el nuestro un noviazgo de prueba, pues en los primeros tiempos no disponíamos de una peseta y nos pasábamos la vida en un banco de Campo Grande mirándonos a los ojos, hermosa actividad hoy incomprendida».

También amigo y acompañante en los paseos del escritor por el Campo Grande, remarca Ramón García que Ángeles era «el aliento literario del gran Miguel Delibes. Hablar de él es hacerlo también de ella. La relación entre ambos era muy íntima en lo personal; y en lo literario fue profundamente humana, ella le daba su opinión sobre los textos que él escribía, la tenía muy en cuenta». En 2010, César Alonso de los Ríos se hacía eco de esa influencia en 'Conversaciones con Miguel Delibes'a partir de una confidencia del novelista: «Gracias a Ángeles he podido disponer de dos o tres horas diarias para la creación después del periódico y las clases. De otro lado, ella es la primera que enjuicia mis novelas. Al principio lo hacía sobre la marcha; ahora, cuando están concluidas. A veces sus reparos me irritan, pero no con poca frecuencia acabo reconociendo que lleva razón. Es inteligente y sensible».

De aquel ascendiente en sus novelas daba cuenta también Julián Marías en 1975: «No se puede entender la obra de Delibes sin tener en cuenta la realidad de su vida familiar: la compañía de tantos años de esa alegría serena que solíamos llamar Ángeles, esa mujer, a la vez maternal y niña, sencilla y clara, que con su sola presencia alegraba la pesadumbre de la vida». Este testimonio, recogido en la exposición de la Oficina de Turismo que se celebrará con el patrocinio de Corporación Llorente y Emilio Esteban, es uno de tantos que vienen a ilustrar aquella relación matrimonial transida por conversaciones en torno a la creación literaria.

En el itinerario expositivo se abordan las etapas vitales de Ángeles, desde la infancia, su familia y su juventud, con imágenes como en la que aparece en 1935 junto a otras tres compañeras del instituto Núñez de Arce. O junto a dos amigas subida a una de las barcas amarradas a la orilla del Pisuerga.

Una segunda etapa de la muestra pondrá el foco en el noviazgo, los regalos de la pedida (una bicicleta, una máquina de escribir) o la biblioteca de la pareja con sus dedicatorias. En este contexto se podrán ver imágenes de ambos posando como novios en 1943 o bailando en aquellos años cuarenta en la Pérgola del Campo Grande acompañados por Jesús Fragoso yLuisa de Castro. «Imagínate, aquel café en donde se acunaron mis relaciones con Ángeles. De novios nos pasábamos allí las horas; nunca teníamos un duro, y el camarero se nos acercaba y yo le pedía una caña y él se interesaba: '¿Para los dos?', y yo decía, muy digno: 'No, no, para la señorita, yo no voy a tomar nada'. La mayoría de los novios hacían lo mismo, de manera que el Café Corisco, que tantos noviazgos acunó, no tardó en irse a pique», le contaría el escritor en 1985 a Javier Goñi en 'Cinco horas con Miguel Delibes', un texto que se exhibe en la exposición con la fotografía de los bailarines en la Pérgola.

No falta la fotografía de la boda de ambos en la capilla del colegio de Lourdes un 23 de abril de 1946 y el texto del escritor en 'Un año de mi vida', publicado en 1972. «Lo que sí tiene algo de premonitorio es que mi novia me regalara aquel día una máquina de escribir y que fuera precisamente el Día del Libro». Testimonio de aquel enlace es una reseña publicada en El Norte de Castilla.

Ángeles fue soporte vital, como enfatizaba el mismo escritor en conversaciones y entrevistas. A ella le dedicó 'Señora de rojo sobre fondo gris', que toma su título del cuadro pintado por el pintor vallisoletano Eduardo García Benito. «Yo escribía para ella. Y cuando faltó su juicio, me faltó la referencia. Dejé de escribir, y esta situación duró años. En ese tiempo pensé a veces que todo se había terminado», le confesó al periodista Juan Cruz en una entrevista en 'El País' en 2007.

Si hay un testimonio que condense la admiración del escritor por quien fue su compañera es el tributo que le rindió con 'Señora de rojo sobre fondo gris', que publicó Destino en 1991, diecisiete años después de su muerte. En ella revive con otros nombres episodios familiares y los sentimientos que desata la pérdida de su esposa, los sinsabores de una existencia quebrada por la ausencia de quien en la vida real falleció a los 52 años de un tumor cerebral.

La obra tuvo su traslación al teatro en 2018 de la mano de Inés Camiña, José Sámano y José Sacristán. El título lo inspiró el retrato de García Benito en 1962 sobre un fonto grisáceo o azulado. El óleo, que permaneció colgado tras el escritorio sobre el que Delibes urdía sus novelas en su casa de la calle Dos de Mayo, fue restaurado en febrero de 2020. Este lienzo no fue el inicial que ilustró la portada del libro editado por Destino en 1991; sería un fragmento de la pintura 'Melancolía', de Edgar Degas. Lo recuerda María Martínez Deyros, profesora de Literatura Española de la Universidad de Valladolid, que ha trabajado sobre los manuscritos literarios de 'Señora de rojo sobre fondo gris'. «Esa portada inicial en tonos rojos, oscuros y negros, acentúa el dolor por la pérdida, el sufrimiento por esa mujer se ve reflejado en la novela, donde Ana, que es el personaje que representa a Ángeles de Castro, aparece postrada en un diván... la melancolía es un tema muy presente en Miguel Delibes como la muerte».

Cita también la docente una declaración del escritor en una entrevista en El Norte de Castilla en la que afirma, con motivo de la publicación de la obra: «Como novelista que soy, el auténtico homenaje que podía rendir a un ser querido era escribir una novela, no una evocación sentimental y personalista». Para Martínez Deyros, «en cierto sentido Ángeles fue fundamental en su obra».

En 'Señora de rojo sobre fondo gris' describía así a Ana, la protagonista: «Ella era equilibrada, distinta, exactamente el renuevo que mi sangre necesitaba (….) descubría la belleza en las cosas más precarias y aparentemente inanes. Y donde no existía, era capaz de crearla rompiendo todos los valores establecidos, asumiendo todos los riesgos».

Familia, niños, vacaciones y referencias a Sedano, sede de recuerdos de esparcimiento veraniego y reunión familiar componen otro capítulo gráfico del 'universo Delibes' en la exposición. Una de aquellas imágenes en blanco y negro muestra a la protagonista pescando truchas a orillas del río Rudrón entre Covanera y San Felices (Burgos, 1955), o en barca junto a algunos de sus hijos cruzando la ría de Suances.

En otras imágenes aparece la pareja en viajes, una afición que sus hijos vieron inducida más por su madre que por su padre. Así visitaron en 1968 Checoslovaquia invitados por universidades de Brno y Praga, y realizaron otro por ciudades de Estados Unidos, en algunas también con motivo de encuentros universitarios. Uno de ellos con parada en Nueva York, donde en la actualidad tiene también su sede la Cátedra Miguel Delibes de la Universidad de Valladolid, que dirige Pilar Celma. «La cátedra se creó en 2003 con intención de estudiar y promocionar la literatura contemporánea española en el extranjero, especialmente en EE UU; le propusimos a Miguel Delibes que llevara su nombre y estuvo encantado, le hizo mucha ilusión», explica Celma, también conocedora del «papel importantísimo» que ángeles de Castro desempeñó en su literatura y sus viajes. «Ella era pura vitalidad y actividad». La exposición abre hasta el 19 de enero otra ventana con vistas al entorno más íntimo del Premio Cervantes vallisoletano.