En el mundo de los premios literarios de los últimos decenios, muy en consonancia con la degradación profunda del concepto de cultura actual, en el sentido humanista e ilustrado, y su final arrasamiento en los ámbitos educativos, públicos y políticos, se ha venido generalizando la ... concesión de las grandes distinciones literarias, no tanto en función de los méritos de los premiados (el mérito en nuestra sociedad hace tiempo que es aborrecido), como de su colocación o aceptación en la escala del poder vigente, en todos los sentidos, o de su promoción comercial en las grandes empresas mediáticas o consorcios interesados. Hasta tal punto es así, que puede decirse, sin exageración alguna, que el marbete o faja de cualquier obra premiada es automáticamente susceptible de sospecha y consecuente repudio. Pero si esto es así en los premios convencionales más o menos conocidos o importantes, el asunto se vuelve un crimen de lesa cultura cuando los grandes premios internacionales sufren parecido destino, y cualquier mediocre políticamente correcto, con el imprescindible bombo previo y genuflexa actitud política, es distinguido con honores que deberían ser ejemplos para la belleza y verdad de la cultura de las naciones.
Publicidad
El preámbulo me sirve para celebrar con alegría incontenida la excepción, que en los últimos años debería haber sido la regla, o sea, la concesión del Premio Cervantes a Luis Mateo Díez. Si la literatura es la creación de un mundo propio, singular, a través de la palabra, que arrastre inexorablemente al lector, de modo que haga de cuanto lee u oye una verdad universal que le sacuda y emocione, al margen de la realidad verdadera o no de cuanto se narra: eso es exactamente la obra de Luis Mateo. Un mundo que, partiendo de su terruño de la montaña leonesa y los páramos de Campos, ha ido evolucionando hacia el eco abierto y universal del sentimiento y la vida humanas, entreverados magistralmente por la realidad y la fantasía. En el viaje no le han faltado, desde los mismos inicios y las obras primeras, ni el talento en todo, ni la ironía, ni la quimera, ni el disparate y el esperpento sui generis que le pegó la lectura de su admirado Valle Inclán; ni la miseria humana en las criaturas de sus espacios pequeños, provinciales, cuya grisura y cortedad nos golpean con la verdad más escabrosa de la larga postguerra española, y nos trae los mejores ecos de los, por él muy queridos, escritores italianos contemporáneos; referencias admirables también de la narración impactante de todos esos mundos reducidos que convergen con los suyos, y cuyo dolor, alegrías y aspiraciones, auténticas, o grotescas y estrambóticas, les elevan a todos en el concierto de la belleza universal que sólo la palabra alcanza.
Porque al final, hasta la fecha, la literatura de Mateo ha nimbado su fecunda y elogiosa obra con un auténtico monumento: Celama, el territorio que él coronó finalmente con el título de 'El reino de Celama', desde 'El espíritu del páramo' hasta 'La ruina del cielo' y 'El oscurecer', entre guiños y reminiscencias faulknerianas, donde el ingenio y el oficio consiguen un estadio de depuración admirable.
Pero es que además, Luis Mateo es, seguramente en verdad, el escritor español más cervantino de la actualidad. Lo es por su prosa impecable, su sintaxis precisa, justa; por su expresión sencilla, clara, dable únicamente a mentes en trance de verdadera sabiduría; por su humor zumbón, ironía latente o explícita, muy cuidadosa con los límites del sarcasmo…; por su amor, en fin, a su lengua castellana-española, a la que ha venido elevando con elegancia durante toda su vida, y en la que ha vertido páginas fascinantes que nos hacen comprender, con equilibrada distancia y un punto de esperanza, el quid de la miseria y la grandeza del alma humana.
Publicidad
Luis Mateo Díez tiene el don de la palabra, del amor a la libertad, del temple justo en el trato, de la generosidad en la amistad, de la distancia combativa ante la fealdad y la grosería, del equilibrio envidiable ante la adversidad tozuda… Como a don Antonio Machado, le debemos cuanto ha escrito y escribe, y su premio Cervantes, justo y merecido, nos alegra y hace reparar un tanto sobre nuestra lengua y cultura hispánicas, en verdad extraordinarias.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.