![Juan Luis Arsuaga: «Los humanos somos casi perfectos pero tenemos una pobre impresión de nosotros»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201907/08/media/cortadas/arsuaga-kV1-U807036709902kG-624x385@El%20Norte.jpg)
![Juan Luis Arsuaga: «Los humanos somos casi perfectos pero tenemos una pobre impresión de nosotros»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201907/08/media/cortadas/arsuaga-kV1-U807036709902kG-624x385@El%20Norte.jpg)
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Acaba de regresar de Sudáfrica y se dirige a Burgos. Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954) es codirector de Atapuerca, el yacimiento que más ha aportado al conocimiento de la evolución humana en los últimos treinta años. Los veranos de este paleontólogo que mira con esperanza ... la Sima de los Huesos están precedidos de inviernos de clases en la Complutense, investigación de los restos y escritura pausada de ensayos divulgativos. El último, 'Vida, la gran historia' (Destino), es un ambicioso recorrido por el desarrollo de la biología en el planeta Tierra.
-Es un ensayo tan multidisciplinar que trasciende la ciencia, ¿le tienta la filosofía?
-Todo científico acaba haciendo filosofía porque te aproximas al límite de la ciencia. El límite de la física es la metafísica. Primero observas los fenómenos de la naturaleza, les buscas explicación. Cuando hablo de evolución humana la cuento en términos narrativos. Está la tentación de preguntarte por qué pasó lo que pasó. Esa búsqueda de explicación de lo que está detrás de la realidad te lleva a unos territorios más filosóficos. Por otro lado, el libro tiene una pulsión existencialista una corriente filosófica muy del siglo XX. Soy hijo de mi tiempo y esa angustia es propia del tiempo de mi juventud.
-¿Es un neodarwinista que busca razones en la Sima de los Huesos?
-La Sima nos devuelve al existencialismo. Es una colección de fósiles entre los que debiera desarrollar mi tarea de estudiar la anatomía. Los cambios en el tiempo de la Sima es un misterio de la acumulación. Ahora vengo de un yacimiento de Sudáfrica con una problemática parecida. Es un caso análogo y nos plantea el origen de la consciencia. El libro refleja dos de las filosofías del siglo XX. Por una parte; el existencialismo, la búsqueda de los orígenes, la conexión entre preguntas en torno al ser desde la ciencia y el pensamiento. Y por otra, el XX es el siglo de la filosofía de la ciencia y su método, la epistemología.
-Asegura que la Tierra es el planeta de los peces, por cantidad y por número de especies. ¿Está resuelto el misterio de la generación de la vida en el agua?
-Recientemente podemos constatar que el universo no está preñado de vida sino de la semilla de vida. Por ejemplo, ¿de dónde sale el agua? El agua no procede del interior, es al revés, va hacia el interior. Hoy sabemos que el agua la traen los meteoritos y también se han descubierto moléculas orgánicas complejas en ellos. No hemos encontrado vida en los meteoritos pero sí los ladrillos de la vida. El universo no es estéril ni mineral, está lleno de agua y de química orgánica, es decir, de vida, de aminoácidos, proteínas... Por eso la presencia de la vida no me llama la atención, cualquier meteorito que viaja lleva agua. Así que si hay aminoácidos en un planeta estable no es tan rara la vida. La tierra es de las hormigas y el mar, de los peces. Las hormigas son las grandes triunfadoras, son sociales, como nosotros que también somos triunfadores. Parece que lo social acaba imponiéndose.
-Cita a su colega George Gaylord Simpson quien consideraba que «la esencia de la evolución es el desarrollo, no el progreso». Y añade que la evolución no está programada, pero sí el desarrollo ¿es este una conclusión azarosa de millones de pruebas y errores?
-Muchos entienden que la evolución es progreso, pero en realidad es diversificación. Nosotros y las aves tenemos un antepasado común que, en una línea, dio lugar a pájaros y en otra, a los humanos. ¿Qué criterio aplicamos para ver cuál es mejor: un ave, un murciélago o un humano? Nosotros somos los mejores en inteligencia, ya lo sabíamos. Pero si quitamos ese elemento y nos situamos hace 15.000 años, en Burgos había leones, osos, humanos. Nadie diría que los humanos eran superiores a los osos o a los leones porque pintasen en las cavernas, no eran los más fuertes. Nuestra superioridad es relativamente reciente y, por tanto, el progreso identificado con la dirección hacia el ser humano no tiene base científica.
-¿Es arrogante creer que la evolución culmina en los humanos?
-La idea de que la evolución conduce hacia lo humano y no a los simios o los gorilas, lo es. La vida ocupa todo el espacio espacio físico geológico y crea nuevas oportunidades para la vida, soporta otra vida. Como tu microbioma, un mamífero crea oportunidades para la vida a partir de nosotros. Eso es el rasgo principal de la vida. De ahí que se diga que la selva se lo come todo, se va diversificando y apoderándose. La vida no se orienta hacia lo humano, somos un accidente que ha producido a Mozart, un accidente espléndido.
-Paley consideró el ojo humano como excelencia en el diseño biológico. Los tecnófilos, como los mesiánicos, dicen que el diseño biológico perfecto está por llegar y nos lo darán las máquinas. ¿No nos gustamos como especie?
-Los humanos somos bastante perfectos, mucho más de lo que se piensa teniendo en cuenta que venimos de los peces. Pero claro, los seres vivos no nacen de un estudio de ingeniería sino que son resultado del bricolaje biológico. Para producir un hueso del oído hay que transformar las agallas; con unas branquias tienes que hacer un oído y no ha quedado mal. Podemos oír con los arcos branquiales. El ojo humano está construido a partir de cosas más simples y tampoco ha quedado mal. En realidad solo los deseos son muy perfectos, todos vemos a un ave como un buitre que vuela sin esfuerzo impulsado por técnicas y nos maravilla. Los humanos, por inteligentes, tenemos una pobre impresión biológica de nosotros mismos. Decimos que estamos mal hechos y estamos bien hechos, pero a base de apaños. Otro ejemplo, el pie sale de una cosa parecida a una mano.
-El hombre mantiene una relación de aprovechamiento con el entorno y de cooperación con sus congéneres ¿el daño irreparable a la biosfera es fruto del desequilibrio de esas relaciones?
-Tenemos un problema gordo que nunca se había presentado antes. Hasta ahora, el progreso social se había producido explotando reservas naturales. Cuando se acababan, emigrábamos. Eso es así desde Mesopotamia. Se conquistaba nuevo territorios y el desarrollo de nuestra Europa fue posible porque a finales del siglo XV se descubrió América. Los ingleses hicieron lo propio en Australia y el resto de sus colonias. Hemos ido creciendo a costa de reservas y la última, que es el mar, nos la hemos cargado. De hecho cuando yo estudiaba, se solía decir que el mar sería la despensa de la humanidad, como si se tratase de una reserva ilimitada. Ahora hemos agotado el mar y tenemos hambre. Ya no es posible pensar en nuevos territorios. Así que estamos en una situación nueva y crítica de crecimiento pero sin nuevos recursos.
-Los insectos y los humanos son las «cumbres de las sociedades complejas». ¿Ha sido productiva esa complejidad?
-Las hormigas han conquista el mundo. Hay algo en común con los humanos, en realidad una sociedad compleja no deja de ser una organización. Hemos aparecido de una célula simple que ha ido haciéndose compleja por asociación. Fuimos pluricelulares por asociación, las sociedades animales pasan al siguiente nivel de organización por lo mismo. Allí donde se ha producido ese cambio hacia un nivel de organización superior ha traído resultados de avances en términos ecológicos. Los dominantes son los que se han asociado. Eso terminó ocurriendo en todos los mamíferos, en las líneas de éxito como son las de los cetáceos, los elefantes, los primates y los humanos. Donde se ha producido un aumento de la complejidad social ha habido una expansión ecológica. Los delfines tienen éxito pero no carecen de manos y viven en el mar, no pueden hacer fuego. El progreso tecnológico lo hemos llevado nosotros gracias a nuestras manos hábiles y a que vivimos en tierra.
-¿Qué aporta la visión mística de Teilhard de Chardin?
-Es un relato muy bello que abarca desde el origen del universo hasta un futuro maravilloso en el que somos la vanguardia. Él es un poeta que da sentido a la existencia, la suya es la historia de un literato que relaciona todo de una manera falsa. Chardin pensaba que la evolución biológica obedece a un gran diseño que sigue un curso predeterminado, como si el universo apareció con un final escrito desde el principio, como si desde el primer átomo de hidrógeno todo estuviera decidido. Es una visión que contrapongo con Jacques Monod, un Premio Nobel francés, que identifica el pensamiento mágico con un cuento. El pensamiento mágico curiosamente genera esa visión determinista de la historia del universo que comparten los católicos como Chardin y los marxistas. Por eso Monod se enfrenta a la visión marxistas. Son esas cosas de la biología que dan para pensar.
-¿No hay plan para la vida?
-Hay leyes en la naturaleza y se pueden explicar pero no obedecen a un plan. Las cosas que pasan no tienen explicación a veces, lo que es un error es creer que todo se dirige en una sola dirección, en una línea hacia nosotros que somos los estupendos, justo los que nos estamos cargando todo. La idea de la flecha o dirección de la evolución cosmológica nos hace sentirnos importantes y es visión finalista. La ciencia no es finalista. Eso está excluido del pensamiento científico. La vida obedece a las leyes naturales pero eso no resta belleza al texto de Chardin.
-Enfrenta la visión distópica del 'best-seller' mundial Yuval Noah Harari, quien afirma que «la biología ha demostrado que los seres vivos somos algoritmos», y del neurólogo Antonio Damasio.
-Damasio es mucho más sosegado en sus análisis. Apunta que una máquina nunca tendrá mente, sino solo algoritmos. Eso no quiere decir que no tenga comportamientos que nos hagan creer que tienen mente. Es como creer que la 'siri' del iphone tiene mente. Algún día habrá una Siri que dé el pego y seguirá siendo un algoritmo. Luego eso que se cuenta de que en el futuro habrá transhumanos robots con conciencia son truculencias sin base científica y ni siquiera deseables. Hay cosas posibles, como la manipulación genética, podemos cambiar la estructura genética humana. Es una monstruosidad prohibida por ley, pero posible. Damasio es el mío, porque explica lo que es posible, lo que no y lo que es evitable. Es una falacia que pueda ocurrir todo. Hay muchas cosas que son posibles y espero que no ocurran. Las truculencias son propias de mentes calenturientas o que persiguen un fin, vender.
-Somos la única especie con capacidad simbólica ¿biológicamente cuenta?
-El pensamiento mágico es bienvenido, sin él seríamos máquinas. El animal no es irracional, eso se confunde. Lo irracional no es pensar como un animal. Somos los únicos con pensamiento mágico, los animales no tienen creencias ni producen arte. El pensamiento mágico produce belleza, sueños, música. Nos hace humanos aunque también produce el fanatismo. No se puede extirparlo ni regenerar de él. Es la fuente de todo el placer, la cultura, la sensibilidad, de que tanto disfrutamos.
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