

Secciones
Servicios
Destacamos
En los soportales del Teatro Calderón de Valladolid hay clavadas unas cuantas placas en bronce, dedicadas a actores y actrices de nuestra ciudad y comunidad ... autónoma.
Son los 'pilares' de nuestra cultura escénica, con nombres a los que el teatro castellano y leonés les debe mucho, les debe quizá todo.
Uno de esos nombres, una de esas lápidas a las que aludo está dedicada a Juan Antonio Quintana, que acaba de dejarnos.
Gestor teatral, director, actor, maestro de no pocos actores y actrices de esta tierra, ha hecho mutis por el foro después de más de setenta años sin bajarse del escenario.
En su lápida o placa de los 'pilares' del Calderón, colocada en junio del 2000, podemos leer el siguiente texto del dramaturgo Bertolt Brecht, escogido por el propio Juan Antonio Quintana, con esta contundente afirmación: «No os dejéis engañar con que la vida es poco. Bebedla a grandes tragos porque no os bastará cuando hayáis de perderla».
Juan Antonio Quintana fue un vitalista, aunque quizá sea el momento de constatar que vivió casi exclusivamente desde el teatro y para el teatro. Como si todo lo demás le fuera indiferente, le diese de lado. Llevó siempre el teatro en las venas, en los mismísimos tuétanos.
Cuántas veces los amigos, los más allegados al menos, cuando veíamos a Juan Antonio alicorto, decaído, lo poníamos en trance, le pedíamos insistentemente que nos recitase, que nos interpretase, mejor, un pasaje del 'Avaro', de la 'Zapatera Prodigiosa', de 'Gepetto', de 'Tío Vania', y aquel Juan Antonio Quintana revivía y se reconvertía, por la magia curativa del teatro, en el huracán escénico que siempre fue sobre un escenario.
Pero ya que he citado, para evocar este adiós, las lápidas en bronce de los pilares del Calderón, en los soportales del teatro vallisoletano, no puedo ni quiero dejar de mencionar a Mery, a Mery Maroto, compañera y colaboradora de Juan Antonio a lo largo de toda su vida. Porque resulta que Mery -que nos dejó en 2019- fue la artífice de las placas o lápidas a las que vengo aludiendo en estas líneas. Como había sido la artífice de tantas y tantas escenografías, diseños de figurines y montajes de tantas obras como Quintana puso en pie desde el Aula de Teatro de la Universidad, desde el Teatro Estable o desde el Teatro Íntimo.
A Juan Antonio Quintana le gustaba mucho la definición que Miguel Delibes había hecho de su esposa Ángeles: «Fue la mejor mitad de sí mismo».
Otro tanto podría y puedo yo decir, a ciencia y conciencia, de Mery Maroto.
Ambos se nos han ido ya, pero su legado y su memoria permanecerán con nosotros todo el tiempo que dure nuestra admiración.
(¡Cuánto sentimos y lamentamos su ausencia, querida Lucía!)
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.