Jesús Urrea desvela los vestigios artísticos de la orden religiosa de los Mínimos en Castilla

Fundada en el siglo XV por el italiano San Francisco de Paula, la orden religiosa de los Mínimos tuvo orígenes eremíticos y vivió su mayor época de gloria y expansión en los siglos XVI y XVII. Llegó a contar con 450 conventos repartidos por toda Europa hasta que la revolución francesa y las desamortizaciones dieron paso a su declive. Jesús Urrea, catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid, impartió ayer en la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción la conferencia ‘Testimonios de la provincia Mínima de Castilla’, en la que profundizó en el rastro artístico que esta orden dejó con la idea de recuperar su memoria.

«El primer convento que se funda es el de Toledo, y el segundo, el de Valladolid, situado en el barrio de la Victoria, en torno al local hoy ocupado por la sede de la Policía Municipal», recuerda Urrea. «El convento se tiró en los años sesenta y de él se conserva solo la fachada del edificio, que se adosó al templo construido en la Victoria». Contó que en la antigua provincia de Castilla la orden de los Mínimos levantó hasta once conventos. «El de Valladolid era importante, y también el de Salamanca, que estaba emplazado en la Puerta de Zamora y nada queda de él; y los restos del de Segovia albergan hoy un restaurante», relató el historiador. Dedicada a la oración y al estudio teológico, la orden de los Mínimos albergó en sus edificios religiosos obras de arte cuyo rastro ha seguido Urrea: «Una de ellas –ejemplificó– es la escultura de San Francisco de Paula, del taller de Pedro de Ávila, conservada en la sacristía de la Catedral de Valladolid».