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El 24 de junio de 1947, hace 75 años, el vendedor de equipos de extinción de incendios Kenneth Arnold pilotaba su avioneta cerca del monte Rainier, en el estado de Washington, cuando vio algo raro en el cielo que le recordó a un platillo volador. Así empieza un fenómeno que lo invadió todo. Aquel verano se ven millares por Estados Unidos. «Nueve de cada diez estadounidenses han oído hablar de ellos», destacaba el estadístico George Gallup en agosto de ese mismo año, al analizar el primer sondeo de opinión sobre supuestos avistamientos de platillos volantes. Un tercio de los encuestados no tenía ni idea de lo que podían ser esos objetos; otro tercio se inclinaba por ilusiones ópticas y la imaginación; un 15% pensaba en armas secretas de su país; uno de cada diez, fraudes; y solo el 1% temía que fueran armas soviéticas. Ni mención a los extraterrestres, aunque estos llevaban sobrevolando el imaginario colectivo más de un siglo. Porque cosas raras en el cielo se veían muchas décadas antes del 'caso ovni' de Kenneth Arnold.
Agosto de 1835: el gran engaño de la Luna
El diario neoyorquino 'The Sun' cuenta entre el 25 y el 31 de agosto de 1835 que el astrónomo John Herschel ha descubierto vida en la Luna. Gracias a un nuevo telescopio, ha visto en el satélite mares, ríos y valles poblados por bisontes, unicornios, castores bípedos... Basado en una investigación publicada en una revista científica escocesa, el serial alcanza el clímax con las observaciones del hombre murciélago, que vive feliz en un paraíso donde ha levantado templos de «zafiro pulimentado o de alguna piedra azul resplandeciente». Después de seis entregas, el relato acaba con la destrucción del telescopio en un incendio. Las ventas de 'The Sun' se disparan, y sus competidores no dudan en reproducir la historia tal cual, citando como fuente la revista escocesa, que en realidad no existe. Todo ha sido un invento del periodista Richard Adams Locke. Un fraude que el diario solo admite 36 años después, en el obituario del reportero. «El señor Locke fue el autor del engaño de la Luna, la broma científica más exitosa jamás publicada, que apareció originalmente en 'The Sun'. La historia fue contada con una minuciosidad en los detalles y un uso tan diestro de frases técnicas que no solo fue aceptada como real por el lector ordinario, sino que también engañó y desconcertó a los hombres de ciencia en un grado asombroso», dice el periódico el 18 de febrero de 1871.
1877-1965: los canales de Marte
El astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli ve en 1877 una red de canales en Marte. Para él, son cursos de agua naturales. «No es preciso suponer aquí la obra de seres inteligentes», escribe en 1893. Sin embargo, su colega estadounidense Percival Lowell piensa que se trata de una obra de ingeniería planetaria para llevar agua desde los polos hasta las latitudes medias, defiende esa idea en tres libros publicados entre 1895 y 1908, y la creencia se generaliza. En plena fiebre de los canales, los marcianos protagonizan la primera invasión alienígena en 'La guerra de los mundos', novela de H.G. Wells publicada en 1897. Y, en la década de 1950, los ufólogos apuntan a Marte como el origen de los platillos. Sin embargo, cuando en 1965 la sonda Mariner 4 de la NASA sobrevuela el planeta, no ve ni bases alienígenas ni canales. Como habían apuntado desde el principio algunos científicos, los canales han sido fruto del vicio de la mente humana por encontrar patrones donde no los hay. Esta historia es una de las que se explican en 'Marte. La conquista de un sueño', exposición que hasta el 11 de septiembre puede verse en el Museo de la Ciencia de Valladolid.
Noviembre de 1896: la aeronave misteriosa
Cincuenta años antes de la llegada de los platillos, una aeronave misteriosa –así la llamó la prensa– visita EE UU entre noviembre de 1896 y mayo de 1897. Se ve primero en Califonia y después en Arkansas, Nebraska, Texas... Hay quien habla con sus pilotos –humanos vestidos al estilo de la época– cuando bajan a tierra para llenar la despensa. Nadie sabe quién es el inventor de un globo con hélices, focos, barquilla y cosas por el estilo que hace gala de una capacidad de vuelo muy superior a la de los dirigibles de entonces. La mayoría de los casos se limita a luces nocturnas que los testigos y la prensa reinterpretan como una aeronave, como pasará a partir de 1947 con los platillos volantes. Son seguramente estrellas y planetas. Además, hay invenciones periodísticas y bromistas que sueltan globos y cometas con luces adosadas.
Agosto de 1924: a la escucha de los marcianos
Los operadores de radio del Departamento de Guerra de EE UU participan el 23 y 24 de agosto de 1924 en una escucha de presuntos mensajes marcianos. La impulsa David Todd, astrónomo de la Universidad de Amherst, en coincidencia con unos días en que la Tierra y Marte están muy cerca. El científico, que había trabajado en el Observatorio de la Marina, pide a los militares que guarden silencio radiofónico. Washington no accede, aunque sí colabora. Es un fracaso. Nuestros vecinos no dan señales de vida. No es la primera vez que se intenta. Ya lo habían hecho pioneros de la radio como Nikola Tesla y Guglielmo Marconi. El primero creyó en 1899 haber captado señales de Marte en su laboratorio de Colorado Springs. Pudo ser una emisión de su rival e incluso una natural de Júpiter. Marconi anunció en 1919 que había escuchado a los marcianos, pero se retractó:podían ser emisiones de otros experimentadores de la radio.
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Octubre de 1938: Marte ataca la Tierra
Decenas de miles de estadounidenses viven el 30 de octubre de 1938 un ataque marciano, durante la emisión de una versión radiofónica de 'La guerra de los mundos' escenificada por OrsonWelles y el Mercury Theatre. Con el formato de un programa de variedades interrumpido por conexiones desde el frente de la primera guerra interplanetaria, la sesión de radioteatro, que ha sido anunciada como tal, confunde a los oyentes de la CBS que conectan tarde y a aquellos a los que no se les ocurrió comprobar qué cuentan otras emisoras. Hay quienes ven las llamas del campo de la batalla, huelen el gas y oyen los disparos. El terror provocado por 'La guerra de los mundos' es magnificado por una prensa que presenta así a la naciente y competidora radio como una amenaza. Posteriormente, la idea es reforzada por un estudio del sociólogo Hadley Cantril, de la Universidad de Princeton, basado en 135 entrevistas. «La extensión del pánico, tal como la describió Cantril, fue enormemente exagerada», sentencia en 1998 el también sociólogo Robert Bartholomew.
24 de junio de 1947: llegan los platillos volantes
Cuando Kenneth Arnold cuenta a periodistas del 'East Oregonian' su avistamiento, les habla de objetos con forma de bumerán que «volaban erráticos, como un platillo si lo lanzas sobre el agua». La historia acaba en primera página: un hombre de negocios ha visto «nueve aeronaves con forma de platillo que volaban en formación, muy brillantes –como si fueran de níquel–, y a inmensa velocidad». No se sabe quién confunde el modo de vuelo con la forma de los objetos, pero la agencia AP difunde así la noticia a todo el mundo. A partir de ese verano se suceden las visiones de platillos, y no de bumeranes. El Pentágono teme de que sean ingenios enemigos, algo que descarta en 1953. Y hay invenciones periodísticas muy locas. En una, por ejemplo, se apunta que son inventos de sabios nazis refugiados en la España franquista. La creencia en el origen extraterrestre es tan minoritaria que en sus dos primeras apariciones en el cine –en febrero de 1949 y enero de 1950– los platillos son creaciones de científicos humanos. Los expertos que han estudiado el caso de Arnold creen que lo que vio fue una bandada de pelícanos.
1950: son naves extraterrestres
Los principios del credo ovni los establece en 1950 Donald Keyhoe, exaviador de los marines y autor de relatos de aventuras y de ciencia ficción. En su libro 'The flying saucers are real' (Los platillos volantes son reales), concluye después de ocho meses de «investigación intensiva» que seres de otros planetas observan la Tierra desde hace «al menos dos siglos»; que esa vigilancia se ha intensificado tras las explosiones de bombas atómicas de 1945; y el Gobierno estadounidense lo sabe y se lo oculta a la población. Un reportaje en la revista 'True' y el medio millón de ejemplares del libro que se venden ponen a los extraterrestres a los mandos de los platillos. La creencia se extiende con rapidez y por eso, para el rodaje de 'Ultimátum a la Tierra', el realizador Robert Wise sustituye la nave espaciotemporal ovoide original de Klaatu por un platillo. Nadie ha visto a un tripulante de una de esas naves cuando en septiembre de 1951 el extraterrestre interpretado por Michael Rennie aterriza en Washington y advierte a la Humanidad de que deje de usar armas nucleares o se enfrentará a la ira de la Confederación Galáctica. Un año después, ya en el mundo real, George Adamski, un cocinero de una hamburguesería de montePalomar, se encuentra en el desierto de California con Orthon, un atractivo venusiano que le transmite la preocupación de nuestros vecinos por nuestras armas nucleares.Aunque Adamski y sus imitadores serán repudiados por la ufología más sería, con Orthon los extraterrestres están ya aquí y en las siguientes décadas se encontrarán con más humanos, secuestrarán a otros y hasta participarán en magnicidios.
7 de diciembre de 1968: en Villalón de Campos
La fiebre ovni vivió su momento álgido en España en 1968. Ese año, el Gobierno investigó hasta 21 casos de avistamientos. Entre ellos, uno en Villalón de Campos. La base de Villanubla remitió al Ministerio del Aire un teletipo el 7 de diciembre de 1968 en el que informaba de objetos volantes no identificados en los cielos de Tierra de Campos. La primera alarma la dio un transportista de Mazariegos. Luego, la base recibió varias llamadas de vecinos de Villalón de Campos y Palencia que decían haber visto «algo anaranjado» con un «claro movimiento ascendente». «No se dispone de datos que permitan aventurar cualquier hipótesis sobre una posible explicación del fenómeno», concluía el informe (archivado como documento 681207 en los archivos desclasificados por el Ministerio de Defensa). Justo un día antes, el Gobierno publicaba en El Norte un comunicado en el que, ante la sucesión de noticias en la prensa, animaba a los ciudadanos a informar de «cualquier objeto volante no identificado en el espacio aéreo español» que crean que se puedan corresponder con «los denominados ovnis».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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