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JESÚS BOMBÍN
Sábado, 28 de abril 2018, 16:55
A George Peale (1944) debe Luis Vélez de Guevara (1579-1644)su resurrección literaria cuatro siglos después de su muerte. Siguiendo el rastro del dramaturgo sevillano del Siglo de Oro español ha pasado 47 años de su vida Peale, profesor emérito de Lengua y ... Literatura Española en la Universidad de California en Fullerton.
A lo largo de ese tiempo ha conseguido rescatar 45 títulos del centenar que se estima que componen la obra teatral de un autor coetáneo de Calderón, Tirso de Molina, Lope de Vega y Quevedo. La pretensión de Peale es que a finales de año sean 50 las comedias editadas, en tanto que otras veinte están en manos de colaboradores y especialistas inmersos en plena labor de reconstrucción de los textos.
Uno de esos títulos salvados del olvido es 'La rosa de Alejandría', que ayer presentó en el Museo de la Universidad de Valladolid, acompañado por Germán Vega y Elisa Domínguez de Paz, profesores de la UVA. «La obra es una comedia hagiográfica sobre Santa Catalina de Alejandría, en la que teatraliza su vida espiritual así como los conflictos sociales y políticos que suscitaron su belleza e inteligencia; es un texto creativo, que intenta penetrar en la psicología de los hombres», resume el autor de la edición crítica de esta comedia.
En varias bibliotecas se conservan ejemplares originales de la obra escrita en el siglo XVII y que Peale ha convertido en una edición contextualizada históricamente con un castellano actualizado que permite su comprensión y subsana errores mejorando sus condiciones para la lectura.
El interés de George Peale por Luis Vélez de Guevara se despertó al conocer su novela 'El diablo cojuelo', «un título básico en el currículum de los institutos españoles durante mucho tiempo y del que yo no sabía nada cuando empecé mis estudios de posgrado, hasta que lo leí y se me hizo muy difícil, porque era un juego constante de palabras, aunque al final acabé haciendo la tesis sobre esa obra».
Su fascinación por el personaje se disparó aún más al conocer que apenas había ediciones de sus textos. Y además, le aguijoneó una contradicción: «Me irritaba que Quevedo en su día citase a Vélez de Guevara como uno de los tres grandes de su época y, sin embargo, en las historias y en toda la crítica lo trataban como a un segundón sin importancia. Tuvo que pasar algo, y, de entrada, me fiaba más de Quevedo que de los críticos».
Esa paradoja le llevó a profundizar en el personaje y a trabajar en Estados Unidos junto al profesor William Manson, «el que más sabía de Vélez de Guevara; sin apoyo institucional estaba transcribiendo las comedias que iba encontrando porque le pareció que valía la pena resucitar sus textos, así que él inició el proyecto en 1987 y, tras su muerte en 1984, lo continué yo».
Desde entonces se ha entregado por completo en pos de la estela del dramaturgo, en busca del centenar de obras teatrales que se le atribuyen. Una indagación por bibliotecas y archivos que contaba con una dificultad añadida: la existencia de únicamente cinco manuscritos autógrafos. «Él nunca preparó una obra para imprimirla, no escribió para las prensas; publicó 'El diablo cojuelo' en 1641, tres años antes de su muerte, pero de su teatro no editó nada, supongo que porque no tenía necesidad económica de hacerse profesional, pues disponía de un sueldo en la Corte, tenía concesiones reales en Madrid y además arrendaba casas».
En esa tarea de rescate literario le ha resultado especialmente valioso el proceder de algunos impresores del siglo XVII que compraban manuscritos de compañías de teatro y recopilaban obras de autores consagrados. «El mercado de la compraventa de manuscritos teatrales llevaba a producir ediciones sueltas de folletos, muy baratas y de calidad muy pobre; y gracias a esos documentos recopilados durante los siglos XVII y XVIII se puede reconstruir buena parte del canon de Vélez de Guevara. Incluso en Valladolid hubo un impresor llamado Riego que, entre los años 30 y 40 del siglo XVIII, publicó varias ediciones como folleto de algunas de su comedias».
Las nuevas tecnologías han estrechado el contacto entre archivos, bibliotecas e investigadores, facilitando el intercambio y la consulta de información histórica. «Lo que antes era cuestión de meses, si no de años, ahora en menos de una semana lo tienes en la mano o en la pantalla», aduce.
De la fertilidad del proyecto abanderado por el profesor estadounidense ha sido testigo el catedrático de Literatura Española y codirector del Festival de Teatro Olmedo Clásico, Germán Vega. «El de George Peale es un trabajo de rigor científico de toda una vida, una tarea dura que ha hecho a lo largo de muchos años y cada vez con más intensidad, nadie se ha ocupado como él de recuperar la obra de Vélez de Guevara», elogia.
Entre tanto, el sueño de este californiano afincado en Valladolid es poder ver sobre el escenario el montaje de alguna de las obras 'resucitadas'. Un deseo que comenzará a gestarse en febrero de 2019 en Massachusetts: «Un colega de Estados Unidos me ha escrito para comunicarme que había tradicodp al inglés de 'La serrana de la Vera' y la van a producir para hacer una gira por varias ciudades de México y Estados Unidos... Y que incluso podría llegar a España. Me llenaría de ilusión. Son obras que valen la pena».
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