Antiguo cartel de toros y fotografía de Bombita con Joyeuse de El Heraldo de Madrid. R. C.

Valmy Joyeuse, el chef francés que quiso torear

Gastrohistorias ·

Cocinero de la rica marquesa de Manzanedo, fue amigo íntimo de varios toreros y llegó a tentar becerros con Bombita

Ana Vega Pérez de Arlucea

Viernes, 26 de abril 2024, 00:19

Se llamaba Valmy Lucien Alexis Joyeuse Blachére. Era francés, cocinero de alto copete y también torero. Al menos de forma aficionada, aunque hay quien dice que de verdad quiso cambiar de carrera y empuñar la muleta en vez de la sartén. Fue admirador de Frascuelo, ... Lagartijo y Mazzantini, amigo íntimo del banderillero Valentín Martín y, por pura casualidad, descubridor de Bombita. Participaron juntos en una becerrada allá por 1893, cuando el futuro diestro tenía trece torpes años y nadie imaginaba que se acabaría convirtiendo en una figura del toreo.

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¿Ven ustedes la foto enmarcada que nos acompaña? El señor bigotudo y con gorra que está a la derecha es Valmy Joyeuse, posando junto al niño Ricardo Torres Reina —aún no era Bombita— tras haber tentado unos becerros en una plaza privada de Madrid. Ni la foto ni la anécdota se conocieron hasta 1908, cuando el periódico El Heraldo de Madrid publicó una extensa entrevista con el torero sevillano. Estaba entonces en su apogeo y le hacía gracia, por fin, recordar aquella tarde en la que compartió cartel con un chef que le pasó, literal y figuradamente, la mano por la espalda. ¡Un francés, para más inri! Tan mal se le dio la faena que a punto de estuvo de abandonar su vocación y no eran pocos los que recordaban, aún pasados tantos años, cómo aquel pimpollo se había echado a llorar después de haber hecho un estropicio al animal.

Pero de esta historia a nosotros quien nos interesa es monsieur Valmy, quien nació en el departamento de Ardèche en torno a 1854 y se trasladó a España a principios de la década de 1880 siguiendo a su patrona, la marquesa de Manzanedo. De Josefa de Manzanedo e Intentas valdrá decir aquí que era una de las mujeres más ricas de España: hija única y natural —luego legitimada— del duque de Santoña, luchó contra el estigma de su nacimiento ilegítimo a base de refinamientos y de muchos millones de pesetas.

Afincada incialmente en París con su marido e hijos, vino a España tras la muerte de su padre en 1882 y desde entonces se dedicó a callar bocas y a arrimarse, banquete va y banquete viene, con la alta aristocracia. Valmy Joyeuse y su mujer, Josephine Gagnaut, se instalaron con los marqueses en la madrileña calle del Barquillo y se adaptaron poco a poco a nuestros modos y maneras. Él no tardó nada en dar buen nombre a las numerosos festines que organizaban los Manzanedo ni en amigarse con la abundante colonia de chefs franceses que por entonces dominaban el mundillo gastronómico de Madrid.

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Pularda Alfonso XIII

En 'Historia de un cocinero', el recetario-biografía que en 1917 publicó el cocinero gaditano Melquíades Brizuela, se ve por ejemplo a Valmy en una excursión con Adolfo Solichon (ex de las cocinas reales y del restaurante Lhardy). Luego sería muy amigo de Gaston Maréchal, jefe de cocina del rey Alfonso XIII y colaborador habitual de 'L'art culinaire', revista oficial de la Asociación de Cocineros Franceses. En esa misma publicación vieron la luz recetas de Valmy como la pularda Alfonso XIII y la mousse à la Manzanedo, creadas con ocasión de la coronación del monarca en 1902. O el pavo relleno à la Grand Duc, que nuestro protaganista ideó en 1906 y que a día de hoy sigue figurando en el diccionario Larousse Gastronomique. Poco más sé de él aparte de que falleció, a los 59 años, el 3 de abril de 1913 y de que su muerte fue muy sentida por sus compañeros de profesión.

Monsieur Valmy dejó un hueco en el ambiente culinario y también uno chiquitito en el taurino: si no hubiera sido por él, igual Bombita no se hubiese arrimado tanto al toro para superar el trauma del chef francés.

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Así lo contaba el cronista taurino José López Pinillos, 'Parmeno', en su libro 'Lo que confiesan los toreros' (1917): «Un galo, hombre listo, resuelto y valeroso que sostenía en España la bandera gloriosa de la cocina de su país, quiso cambiar las cacerolas por los capotes, el asador por la espada y el delantal blanco y el albeante gorro por las taleguillas y la montera. El francés era ambicioso; su cocina —la de la marquesa de Manzanedo— le rendía unos miles de duros al año, pero aspiraba a ganar millones. Y a ganar millones no entre el humo de la lumbre, sino bajo la greña del sol [...] El cocinero, señor Valmy, soltó unas pesetas. Compráronse dos becerrillos y organizóse una gentil fiesta para que demostrara su gala bizarría. Pero ¿quién le había de ayudar? ¿Quién se prestaría a ser su compañero? Indagaron los amigos del francés, recorrieron todas las cocinas de Madrid en busca de un pinche con sangre torera y cuando se rindieron, un piadoso miembro de la afición propuso a Bombita. Ricardo, después de admirar al riñonudo señor Valmy, que mechó portentosamente a su res, convirtió a la suya en un palillero. Pinchazos, estocadas, arañazos, puñaladillas traperas, picotazos en los belfos y entre los pitones, el lomo, los ojos... ¡Un desastre! Los amigos, viendo aquel picadillo de choto, juraron que Bombita sería con el tiempo el dios del arte cocineril y que manejaría la cuchilla como el matarife más hábil».

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