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Imagen publicitaria de Tupperware de 1968, su segundo aniversario en España. Tupperware

Tupperware, del plástico fantástico a la quiebra

Gastrohistorias ·

Los recipientes de la marca estadounidense llegan a España en 1966 revolucionando la vida de las amas de casa en múltiples sentidos

Ana Vega Pérez de Arlucea

Viernes, 20 de septiembre 2024, 00:43

Dan igual las veces que se ha caído y los años que han pasado por ella. Ahí sigue, incólume, la jarra de Tupperware que mi madre compró hace décadas: es más vieja que yo y a la muy puñetera no se le nota ninguna arruga. ... Como mucho se le podría sacar el defecto de que su color original, un azul pastel tirando a cielo, anda algo desvaidillo, pero la tapa aún cierra perfectamente e incluso sigue funcionando el sistema articulado que lleva en la punta para verter líquidos. Es tan veterana que en la parte inferior luce el logotipo original de la marca, con letras picudas en lugar de redondas, así que calculo que entró a formar parte de nuestro ajuar doméstico en los lejanos 70.

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Ahora nada dura tanto, y quizás por eso esta semana Tupperware ha iniciado en Estados Unidos el proceso legal para declararse en bancarrota. No puede ser rentable fabricar recipientes tan, tan, tan duraderos que tus clientes (descendientes incluidos) siguen usando los mismos 50 años después.

Con un poco de suerte la empresa no desaparecerá. Tupperware Brands Corporation ha elegido una vía (la del capítulo 11 de la ley de quiebras estadounidense) que en teoría le permite reorganizar su deuda y proseguir su actividad bajo supervisión judicial, pero no parece que el futuro pinte bien. Desde luego, no lo hará en colores pastel. Como si el aumento de precio de las materias primas y el éxito desmedido de sus competidores fueran poca cosa, tras conocerse la noticia sus acciones en bolsa se desplomaron casi un 60% y tuvo que suspenderse su cotización.

La posible liquidación de Tupperware como compañía no tiene por qué significar la extinción de la marca, una de las más conocidas del mundo y también de las más protegidas. Recordemos que un exitoso blog español, «No más tuppers de mamá», tuvo que rebautizarse allá por 2012 como «No más --- de mamá» debido a un burofax de los servicios legales de la empresa. Les tuvo que dar un vahído cuando en 2014 la RAE admitió 'táper' —y sus versiones 'túper' y 'tóper'— en el diccionario. Eso sí, indicando en el apartado etimológico que la palabra procede «de Tupperware, marca registrada».

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No hay mayor gloria empresarial que el que tu marca pase a ser patrimonio léxico popular, pero se ve que en Tupperware son muy suyos. Les guste o no, su nombre ha pasado a ser sinónimo de cualquier «recipiente con cierre hermético que se usa para guardar o llevar alimentos», en definición de nuestra Real Academia.

Ya nadie dice 'fiambrera', 'tartera' ni 'lonchera', y tampoco recordamos la era a. T. (antes de Tupperware) en la que fueron habituales los envases para comida hechos de metal o corcho. El año 1 a. T. corresponde al 1938 del calendario canónico, que fue cuando el inventor Earl Tupper (1902 -1983) fundó la entonces llamada The Tupperware Company para fabricar utensilios y recipientes de polietileno.

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Puerta a puerta

A finales de los 40 se cruzó en su camino una genial emprendedora, Brownie Wise (1913 - 1992), que llevaba un tiempo dedicándose a la venta directa de productos para el hogar y en especial a través de las reuniones sociales. Iba a casa de una conocida y presentaba allí ciertos artículos mediante demostraciones prácticas, todo esto delante de un nutrido grupo de amigas que podían convertirse en compradoras, anfitrionas de nuevas reuniones o incluso en potenciales vendedoras que replicarían ese mismo sistema por su cuenta.

La señora Brownie Wise se había percatado de que las fiambreras fabricadas por Tupperware eran un filón para su modelo de ventas. El público no las conocía y aún no habían adquirido las formas y colores que tan atractivas las harían poco después, pero en cuanto se comprobaba en persona su buena calidad, ligereza y utilidad todo el mundo quería comprarse una. O varias. O todas.

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Aquellas tarteras tenían un cierre especial y patentadísimo que impedía que se saliera la más mínima gota, así que Wise las llenaba de agua y las lanzaba por los aires para que las asistentes a la presentación se dieran cuenta. También las dejaba caer al suelo, de manera que quedara clara su resistencia a los golpes. Fue ella quien tuvo la idea de convertir un evento comercial en una pequeña fiesta de ambiente distendido, capaz de ofrecer diversión, música, juegos, piscolabis y la oportunidad de crear amistades o compartir recetas.

De vendedora a vicepresidenta

Un buen día llamó a las oficinas centrales de Tupperware, habló largo y tendido con Earl Tupper y le contó cómo había conseguido vender 150.000 dólares en fiambreras con la ayuda de unas pocas vendedoras. En 1951, Brownie Wise se convirtió en vicepresidenta del área comercial de la compañía y Tupperware dejó de venderse en tiendas. Wise y Tupper acabaron como el rosario de la aurora, pero lo importante es que su particular sistema de ventas siguió adelante y desembarcó en España de la mano de Rexall Ibérica en enero de 1966.

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Las amas de casa de nuestro país tuvieron desde entonces 'tápers' y 'tuperbares', pero también la posibilidad de ganar su propio dinero dedicándose a las presentaciones y de hacer sus primeros pinitos laborales. Aquel plástico fantástico trajo independencia, libertad y comida a prueba de golpes.

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