Julius Bienert
Vermú de domingo ·
Disléxico e hiperactivo, se metió en la cocina para librarse del ejército o la obra. Con sus dos metros y padre de trillizos, para él «comer es disfrutar con todos lo sentidos»Julius Bienert
Vermú de domingo ·
Disléxico e hiperactivo, se metió en la cocina para librarse del ejército o la obra. Con sus dos metros y padre de trillizos, para él «comer es disfrutar con todos lo sentidos»Con dos metros de altura y una simpatía que traspasa la cámara, Julius Bienert es uno de los cocineros estrella de Canal Cocina. Allí, y en diversos espacios, lleva años demostrando sus muchas habilidades culinarias, entre las que destaca preparar un menú sencillo y rico ... en 22 minutos. Hace poco, el chef ha añadido los biberones a su recetario, ya que se ha estrenado como padre por partida triple. «Un caso entre 200 millones, porque han sido trillizos genéticamente iguales», cuenta. Para rematar, los niños han llegado con un pan debajo del brazo en forma de dos premios 'The Taste Awards' (los 'Oscar del lifestyle') para su programa 'El Camino de Santiago by Julius'. El cocinero suena feliz. No es para menos.
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-¿Cuál es el aperitivo de domingo de un cocinero?
-Últimamente estoy en modo cero alcohol, así que me tomo un agüita con gas y lo que me pongan. Me encantan esos sitios en los que hacen paella y la ponen de tapa, pero cualquier cosa. Y, cuando descanso los domingos, me dedico a estar en casa tranquilo y a intentar que alguien me cocine.
-Como no se le daban demasiado bien los estudios, su padre le dijo que al ejército, a la obra o a la cocina.
-No es que no se me dieran bien, es que soy disléxico y tengo TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). No estaba diagnosticado en ese momento, con lo cual me decían que era vago y listo, pero lo que ocurría es que mi cabeza iba a otro ritmo. Y sí, mi padre me dijo que si no quería estudiar tenía esas tres opciones. Yo pensé que en el ejército me iban a mandar mucho y que iba a pasar mucho frío, mucho calor, y a comer mal. En la obra, igual. «Pues me voy a la cocina, que por lo menos voy a comer bien», pensé. Y, al final, en la cocina me daban muchísimas órdenes, pasaba mucho frío, mucho calor y tampoco comía bien. Pero Antonio, el jefe de cocina, vio algo en mí, y le dijo a mi madre que estudiara cocina, que se me daba bien y que me podría labrar un futuro.
-Los chefs mediáticos como usted han sacado al cocinero de los fogones.
-Sí que hemos aportado algo a la profesión. Es dura, muy dura, porque los demás están de fiesta mientras tú estás trabajando, pero es muy gratificante cuando el comensal se levanta y te felicita. Y es alucinante lo que se ha conseguido en los últimos años con ese boom mediático de la cocina. Muchos niños ya no quieren ser futbolistas, sino cocineros, y eso es bueno porque hace falta muchísimo profesional en el sector. Pero sí, mola que hayamos acercado la alta gastronomía a la gente.
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-Ha tenido catering y ha sido jefe de cocina de varios restaurantes, pero no ha tenido restaurante propio.
-Nunca me he animado a montar un restaurante porque ata demasiado, y yo soy un espíritu libre que necesita volar a su antojo. Creo que es por mi TDH por lo que no consigo concentrarme demasiado bien durante más de 20 minutos en algo, y estar metido en el mismo sitio durante mucho tiempo me agobia. Estando en el catering sí podía desarrollar mi creatividad, porque cada día era diferente.
-¿Esa inquietud le llevó a meterse en 'Gran Hermano VIP 4'? Me sorprendió verle allí.
-A mí también me sorprendió.
-Le veía más en 'Supervivientes'.
-Yo también les dije que me metieran en 'Supervivientes'. Pero fue una experiencia más. En su momento no vi mal entrar en un 'reality' como 'GH VIP', aunque mi carácter se vio un poco distorsionado porque no se mostró realmente quién soy. Soy nervioso y tengo carácter, pero soy muy bueno, ¿sabes?, todo lo que tengo de grande lo tengo de bobo. Y me pilló un poco por sorpresa porque yo no llevaba ningún papel preparado. Iba a pecho descubierto, y me encontré con un 'reality'. Bueno, es que no me gusta mucho hablar de 'Gran Hermano', si te digo la verdad.
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-Pero no le impone estar ante las cámaras.
-Al principio me imponía muchísimo, me ponía nerviosísimo, pero el equipo de Canal Cocina me lo puso muy fácil. Ya, con los años, he desarrollado esa facilidad para desenvolverme. Yo soy un poco tímido, porque los dos metros de altura que tengo me crean muchas inseguridades en algunos momentos, pero las utilizo a mi favor, y las cámaras ya no me imponen. Me lo paso bien, me divierto, no finjo. Soy tal cual.
-Se nota que disfruta cocinando. Y comiendo.
-Disfruto de todo lo que tenga que ver con la gastronomía.
-Estudió en la escuela de Karlos Arguiñano. Otro disfrutón.
-Karlos en un grande. No solo es un grandísimo cocinero, sino un comunicador nato. Es una bellísima persona, un tío encantador, y no tengo palabras para describir todo lo que tengo que agradecerle, porque lo que soy hoy se lo debo a él y a mi padre. Arguiñano siempre se ha portado conmigo de diez.
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-Dice Arguiñano que comer es la única forma de gozar con los pantalones puestos.
-[Risas]. Es más salvaje que yo. Tiene una edad en la que no le importa decir cualquier tipo de burrada. Es que comer es disfrutar en todos los sentidos. Yo prefiero comer, después el acto al que se refería con los pantalones bajados, y luego dormir.
-Con los trillizos no dormirá mucho.
-La verdad es que no, pero soy un aventurero y no tengo ningún miedo con los tres chavales. Lo que tengo son unas ganas locas de que se pongan a comer para poder hacerles cositas y jugar con ellos en la cocina.
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