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Ana Vega Pérez de Arlucea
Sábado, 6 de mayo 2023, 00:10
Un poco a fresa, otro tanto a jengibre, cordero, gambas o berenjena y un mucho a modestas habas. Así sabrá mañana la coronación de Carlos III como rey de Inglaterra, o al menos eso es lo que nos han anunciado. Los fastos de la familia ... real británica se han acompañado tradicionalmente de recetas ad hoc, y la entronización del heredero de Isabel II no podía ser menos. El largo reinado de su madre dio pie a diversos platos muy populares en el Reino Unido, desde el famosísimo coronation chicken o pollo de la coronación de 1953 (pollo cocido, mahonesa, curry y pasas) hasta el Queen Elizabeth cake (el pastel de dátiles y coco con el que la soberana celebraba siempre su cumpleaños) o el platinum pudding, un postre a base de crema de limón, natilla y bizcocho que en 2022 fue elegido para endulzar las celebraciones por el jubileo de platino –70 años en el trono– de Isabel II. En 1935 Jorge V también celebró su 25 aniversario como rey con una receta expresamente creada para la ocasión, el jubilee chicken, y fue durante su reinado cuando se puso de moda el pudding imperial de Navidad, una fórmula nacida como herramienta de propaganda que ordenaba usar ingredientes de distintas partes del imperio británico.
La coronación que tendrá lugar mañana en Londres debía supuestamente reflejar el nuevo rumbo de cercanía y austeridad que Carlos III quiere imprimir a la monarquía inglesa, pero no parece que le vaya a salir demasiado bien. La prensa británica calcula que la factura –que pagará íntegramente el erario público– ascenderá a unos 100 millones de libras (114 millones de euros), más que la ceremonia de los Juegos Olímpicos de 2012 y todos los jubileos de Isabel II juntos. Tampoco hay consenso sobre las recetas elegidas para conmemorar la ocasión: aunque para el banquete se han seleccionado distintos platos que homenajean la diversidad cultural del Reino Unido y la Commonwealth, la receta oficial ha despertado numerosas críticas.
El pasado mes de abril se anunció que la estrella culinaria de la coronación, la fórmula que estaba destinada a convertirse en un icono popular y a ser replicada mañana en todos los hogares monárquicos, era una quiche. Como si la elección de una receta eminentemente francesa no fuera suficiente provocación enseguida se descubrió que la quiche en cuestión llevaba una masa exterior hecha con harina, manteca de cerdo y mantequilla y un relleno elaborado con leche, nata, huevos, espinacas, habas, estragón y queso cheddar. Han leído ustedes bien, sí: habas cocidas. La coronation quiche no le ha gustado a casi nadie. Ni a los británicos orgullosos de su gastronomía, ni a los vegetarianos, ni a los gourmets. Ni siquiera a los políticos monárquicos (el diputado conservador Jacob Rees-Mogg la calificó de «asquerosa») y tampoco a los gastrónomos, que se han cebado con el origen galo del plato, con su apariencia aburrida y su poca originalidad.
Fue el jefe de las cocinas reales, Mark Flanagan, quien ideó esta receta que por ahora no ha gustado más que a Carlos y Camila. Tras probar varias propuestas la pareja eligió la quiche por ser teóricamente la solución ideal para un almuerzo campestre, un plato fácil de hacer, transportar y compartir. Tal y como dice la web oficial de la casa real inglesa, es «una quiche profunda con base de masa crujiente y liviana y delicados sabores de espinacas, habas y estragón fresco. Se puede comer caliente o fría acompañada de una ensalada verde y patatas cocidas, ¡perfecto para un gran almuerzo de coronación!». Muy apetecible no suena, la verdad.
Normal que la semana pasada la historiadora de la gastronomía Rachel Rich, profesora de la universidad de Leeds, diera numerosas entrevistas sobre el fiasco de la quiche. «Creo que el rey Carlos está tratando de transmitirnos su compromiso con los productos locales y un menor consumo de carne, pero accidentalmente su quiche también habla de una nación en crisis, sin una identidad clara y de espaldas al resto del mundo». La receta de marras no es tan elegante como para figurar en un banquete de gala y tampoco ha conseguido triunfar entre el público: las redes sociales se han llenado de comentarios contra las habas, la manteca de cerdo y los huevos, que en el Reino Unido han subido muchísimo de precio. Con lo fácil que hubiera sido versionar el pollo de la coronación...
Ingredientes para la masa: 125 g de harina de trigo, 25 g de mantequilla fría cortada en cubitos, 25 g de manteca de cerdo, 2 cucharadas de leche y una pica de sal (o 250 g de masa quebrada ya preparada)
Ingredientes para el relleno: 125 ml de leche, 175ml de nata, 2 huevos medianos, 1 cucharada de estragón fresco picado, 100 g de queso cheddar rallado, 180 g de espinacas cocidas o salteada ligeramente picadas, 60 g de habas cocidas, sal y pimienta
Elaboración: Tamizar la harina en un bol. Agregar la sal, la manteca, la mantequilla y frotar la mezcla con las yemas de los dedos hasta obtener una textura arenosa, como de pan rallado. Añadir la leche poco a poco y unir los ingredientes en una masa. Tapar y dejar reposar en la nevera durante 30-45 minutos. Enharina ligeramente una superficie lisa y extender la masa con un rodillo hasta formar un círculo un poco mayor que un molde de 20 cm de diámetro. Forrar el molde con la masa, tapar y reposar 30 minutos más en la nevera.
Precalentar el horno a 190°C.
Cubrir la masa con papel vegetal, colocar encima garbanzos o algo de peso ligero y hornear en blanco durante 15 minutos. Reducir la temperatura del horno a 160°C.
Batir la leche, la nata, los huevos y el estragón junto con sal y pimienta al gusto. Esparcir la mitad del queso rallado sobre la base previamente horneada, añadir las espinacas picadas y las habas y verter encima la mezcla líquida. Agite suavemente el molde para asegurarse de que el relleno se dispersa uniformemente. Espolvorear el queso restante. Meter en el horno y hornear durante 20-25 minutos hasta que la quiche esté ligeramente dorada.
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