Secciones
Servicios
Destacamos
guillermo elejabeitia
Madrid
Martes, 22 de marzo 2022, 21:05
Jamás se había visto un derroche de generosidad semejante por parte de una guía con fama de rácana. Michelin acaba de celebrar en Cognac (Francia) la primera gala presencial tras la pandemia y la primera de su historia fuera de París. Para la cita se ... guardaba un as en la manga. El restaurante Plénitude, abierto hace apenas seis meses en un lujoso hotel parisino a 1.500 euros la habitación, recibe no una, ni dos, sino tres estrellas a la vez. Una decisión inédita que solo tiene un precedente: cuando en 1933 la guía roja empezó a medir la calidad de los restaurantes con 'macarons', otorgó tres en su primera edición a la legendaria Mère Brazier. Palabras mayores para Arnaud Donckele, que pulveriza el récord de Joel Robuchon tras conseguir una por año.
El flamante tres estrellas tiene la clase de hechura que derrite a los inspectores de la Michelin. Elegancia atemporal, lujo sin ostentación, modernidad sin radicalismos y un discurso que evoca temporada, territorio y sostenibilidad, sin llegar a resultar incómodo. Todo ello envuelto en el virtuosismo técnico de quien se ha formado junto a grandes de la 'nouvelle cuisine' como Michel Guérard o Alain Ducasse.
Para el capítulo de postres, Donckele se ha aliado con Maxime Frédéric, que remataba el idilio con la Michelin coronándose como uno de los cuatro mejores reposteros del país. Cabe mencionar que Plénitude, buque insignia gastronómico del hotel Cheval Blanc de París, es propiedad del conglomerado del lujo Louis Vuitton Moet Hennesy, uno de los principales impulsores de los fastos celebrados estos días en Cognac.
La decisión ha causado cierto estupor entre la crítica, que esperaba el encumbramiento del talento creativo de Alexandre Gauthier y al menos algún macaron para el espacio de Niko Romito en el hotel Bulgari. La sensación es parecida a la que recorrió los corrillos de la gala española tras otorgar dos estrellas directas al madrileño Smoked Room, de Dani García. Entonces el director internacional de la guía, Gwendall Poullenec, se justificaba diciendo que «los inspectores se limitan a medir la calidad de los restaurantes, ¿quién dice que no se pueden dar dos o incluso tres estrellas a la vez?». Voilà!
El agraciado procede de una familia oriunda de Ruan, «gente de campo». Sus abuelos eran granjeros; su padre, un carnicero apasionado de la gastronomía. Desde hoy su hijo tiene un lugar en la historia. «Más allá de los reconocimientos, cocino para transmitir emociones, mi madre era capaz de llorar con un plato y mi padre solo hablaba de caza y de cocina. Creo que empecé en el oficio para llamar su atención», confiesa.
Hace nueve años entraba en el selecto club de los triestrellados con el restaurante La Vague d'Or, ubicado en el hotel que la cadena Chaval Blanc tiene en Saint Tropez, y hace seis meses desembarcaba en París «con humildad» pero con una meta clara. «Nunca pensé que llegaría tan alto tan pronto».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.