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Aquellos maravillosos helados (2): Frigo

Aquellos maravillosos helados (2): Frigo

Historias de tripasais ·

Procedente de Cuba, la familia Rimblas puso en los años 30 los cimientos de la que sería la primera y mayor empresa de helados de España

Ana Vega Pérez de Arlucea

Sábado, 24 de julio 2021

En 1998 a los españoles se nos cayó la venda heladera de los ojos. Hasta entonces habíamos vivido alegremente ajenos al hecho de que las empresas más señeras de la heladería nacional hubieran sido absorbidas por grupos multinacionales. Miko, Camy y Avidesa habían caído ya en las grandes redes de Nestlé, pero fue en aquel verano del 98 cuando descubrimos que nada volvería ser como era: la mitiquísima marca Frigo había cambiado su clásico logotipo por el símbolo de Unilever, un descafeinado corazón. Los carteles de helados, antes tan fáciles de distinguir desde una toalla situada a 50 metros de distancia –así podías ir pensando qué helado te tomarías después–, de repente se confundían entre sí.

Ahora había que acercarse y casi literalmente pegar la nariz al cartel, porque la densidad de opciones por metro cuadrado de cartón había aumentado encima de tal forma que no resultaba sencillo saber si el helado que buscabas lo tenían o no. Los más caros, novedosos o exóticos aparecían en la parte superior del cartel, mientras que los helados básicos ocupaban la franja inferior. El bar de mi pueblo debía ser cliente fiel de Frigo, porque mis suspiros infantiles siempre se decantaron por esa marca y recuerdo perfectamente cómo era el cartel –algo amarilleado por el sol– y en qué orden figuraban sus productos. Abajo los Popeyes, el Minimilk, el Drácula, o el Capitán Cola, polos que costaban unas 25 o 30 pesetas. En el escalafón superior estaban los helados de palo con formas más sofisticados o envoltura de chocolate, como el Frigodedo, el Frigopié, el azulísimo Frigurón, el Bombón, el Superchoc o el Twister. Subiendo la vista un poco más arriba se podían ver los Calippos, la Copa Brasil, los helados de cucurucho como el Negrito y allá por 1991 se incluyó una tremenda novedad como fue el Magnum.

Aunque en su momento nos quejásemos mucho por el cambio de logo impuesto desde Unilever lo cierto es que los inventos más recordados de Frigo nacieron después de que esta multinacional anglo-holandesa se convirtiera en 1973 en accionista mayoritaria de la compañía. El Drácula salió al mercado en 1977 y el Frigodedo en 1980, 1983 fue testigo de la aparición del rosáceo y delicioso Frigopié y 1984 asistió al nacimiento del Calippo, Aún más tarde llegaron el Twister (1986), el Frac (1989), el añoradísimo y llorado Boomy (1991) o el Cobi con forma de mascota olímpica y que obviamente se vendió como churros en el verano del 92.

Poco tenían que ver estas obras maestras de la innovación heladera con los sencillos productos con los que empezó la que fuera germen de Frigo, una modesta fábrica abierta en Barcelona a finales de los años 20 por una familia hispano-cubana. Los hermanos Rimblas Rimblas ( Juan, José y Esteban) nacieron en Holguín, Cuba, en el seno de una comunidad compuesta por comerciantes catalanes. Su padre, Juan Rimblas Cusachs, era originario de Mataró pero había llegado a la isla caribeña como militar. Allí se casó con una pariente cubana, Catalina Rimblas Batista, y acabó dedicándose a la industria azucarera y maderera. Tras la independencia de Cuba los Rimblas se trasladaron a Cataluña aunque siguieron, como buenos indianos, manteniendo fuertes vínculos empresariales con América y viajando allí con regularidad. Probablemente fue en Cuba donde los jóvenes Rimblas conocieron un nuevo invento surgido en EEUU en 1923, el «popsicle» o polo de sabores.

Un antiguo cartel de Frigo (arriba). A la izquierda, un anuncio de frigo de 1954; a la derecha un cartel más reciente de Frigo. DiarioSur/Todocoleccion/Europeana
Imagen principal - Un antiguo cartel de Frigo (arriba). A la izquierda, un anuncio de frigo de 1954; a la derecha un cartel más reciente de Frigo.
Imagen secundaria 1 - Un antiguo cartel de Frigo (arriba). A la izquierda, un anuncio de frigo de 1954; a la derecha un cartel más reciente de Frigo.
Imagen secundaria 2 - Un antiguo cartel de Frigo (arriba). A la izquierda, un anuncio de frigo de 1954; a la derecha un cartel más reciente de Frigo.

De vuelta en España se metieron de lleno en el negocio heladero y en 1930 José Rimblas registra tanto la marca Frigo como diversas patentes de introducción para procesos inventados en el extranjero y con los cuales se congelaban zumos de frutas, se preparaban cremas heladas a base de leche condensada o se fabricaban dulces y helados con envoltura de chocolate. A la vez nacía Industrias Frigoríficas S.A., empresa dedicada a la refrigeración industrial y que se asociaría con Productos Frigo para poner el hielo al servicio de la alimentación. De su factoría saldrían yogures, postres lácteos, flanes, batidos, tartas heladas y barras de corta de tamaño familiar además de helados individuales. A estos últimos se dedicaría con especial atención la subsidiaria Ilsa Frigo S.A., creada en 1952 en Madrid y encargada tanto de la producción de helados como de la gerencia de varias heladerías-cafeterías con venta directa al público. Además de con el Negrito y el Popeye, existentes desde el año 1944, Frigo triunfó por aquel entonces gracias a helados de estilo y nombre anglosajón, como el Big Treat (un sandwich de galleta) o el Cream-Sicle, un polo cremoso que venía en paquetes de dos, para compartir, y que acabaría siendo el antecedente directo del Minimilk.

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