En el lleno auditorio, la Sala Sinfónica, se produjo una apoteosis inacabable, ovaciones delirantes y público puesto en pie. Los artistas entusiasmados igualmente no dejaban de bailar y Sara Baras demostró estar en plena forma. La he visto varias veces con espectáculos con argumento. Ahora ... era más difícil. Un homenaje a Paco de Lucía y la unción, esas manos al cielo y los pasos de la danza y las intervenciones de los quince artistas que se multiplicaron con un esfuerzo admirable.
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El flamenco y su misterio. Una técnica compleja que no ahuyenta al público. El Duende estimula los pasos a conseguir un ritmo interno. El movimiento del cuerpo es esencial, sobre todo la cintura y los brazos. Hoy el flamenco ha enriquecido sus códigos, lo que se comprobó en 'Vuela'.
Sara Baras no solo dirige un espectáculo, sino que también lo interpreta en unas intervenciones asombrosas, taconeo implacable y cuerpo entregado. De forma limpia, sin apenas apoyos, un mantón, un abanico… En soledad de homenaje a Paco de Lucía elevando los brazos como en oración y recuerdo también presente en las músicas. Fue un espectáculo a la vez gozoso y melancólico.
Buenos artistas sus acompañantes. Excelentes músicos (el percutido magnifico) y bailarines. Homenaje justo a un flamenco que dejó huella. Y homenaje también de los espectadores a Sara Baras y su gente como correspondencia su entrega y su calidad. La luminotecnia también hizo milagros en el auditorio.
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