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jESÚS bOMBÍN
Martes, 3 de abril 2018
«Las pirámides de Egipto no las levantaron extraterrestres, las construyeron trabajadores libres y no esclavos». Con sentencias como esta combate el astrofísico el astrofísico César Esteban López lo que denomina «especulaciones pseudocientíficas y falsedades». A ello dedica parte de su energía y conocimiento este investigador adscrito al Instituto de Astrofísica de Canarias, que ayer abrió el ciclo ‘Increíble... pero falso’, una iniciativa del Museo de la Ciencia con el Centro Buendía de la Universidad de Valladolid orientada a demoler falsas creencias asentadas en la opinión pública. Y una de las más extendidas es la que relaciona el mundo enigmático del antiguo Egipto con la intervención de seres procedentes de otros planetas.
A autores «fantasiosos» como Erik Won Däniken atribuye César Esteban López la propagación de ese tipo de creencias. «En los años setenta este hombre, que era gerente de hotel, empezó a vender libros como ‘Recuerdos del futuro’. Aunque plagiaba a otros autores y carecía de formación científica, defendía –amparándose en algunas citas de la Biblia– que un montón de restos arqueológicos eran la prueba de visitas extraterrestres que en el pasado influyeron en ciertas culturas».
Como experto en Arqueoastronomía ha investigado la presencia de la astronomía en las edificaciones antiguas y defiende que se conocen muchos más aspectos de los que la opinión pública cree sobre la construcción de las pirámides egipcias. «Se sabe cómo se hicieron, lo han calculado arqueólogos e ingenieros y se conoce la cantidad de esfuerzo necesario y el número de trabajadores y las técnicas que pudieron haber empleado; también hay esculturas y textos en las pirámides que dan pistas sobre ello. Hoy se sabe que con treinta o cuarenta mil obreros trabajando durante diez años se podrían haber construido las pirámides más grandes de Egipto».
Frente a la suposición extendida de que las formidables construcciones levantadas en el desierto fueron obra de esclavos, el astrofísico lo descarta con rotundidad: «En Egipto, durante la crecida del Nilo, no se laboraba en el campo y los trabajadores podían dedicarse a la construcción, eran hombres libres que se organizaron por devoción a su faraón en una sociedad muy controlada, pero no fueron construidas por esclavos, las excavaciones arqueológicas indican que no eran un lugar de esclavos».
Que las falsas creencias tengan más calado y resonancia social que su refutación científica lo atribuye César Esteban López a que las primeras se basan en ideas muy sencillas, en tanto que la ciencia precisa de explicaciones complejas y en ocasiones farragosas. «Una argumentación es más ardua, no es llamativa ni bonita, mientras que ciertas ideas que se proponen a la gente son sencillas, diseñadas para la caza de cualquiera, como muchos mensajes políticos».
En ese escenario apunta también a los medios de comunicación y redes sociales: «Suelen ser más refractarios a las críticas y más sensibles a cosas llamativas y misteriosas; eso pesa más que el argumento que lo rebate». Defiende también que mientras los descubrimientos han de pasar el filtro del rigor científico, la pseudociencia se dirige al público en general. «No se hace ciencia escribiendo libros solo para hacer negocio; hay que presentar teorías sólidas y someterlas al escrutinio de los investigadores».
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