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El sector del libro cerró año 2021 como el mejor del último decenio aupado por el crecimiento de los índices de venta y lectura durante ... la pandemia, una ganancia que parece haberse difuminado en los dos últimos ejercicios. En Castilla y León, medio centenar de sellos editoriales diseminados por las nueve provincias sobreviven a los embates del mercado y la competencia de las grandes compañías, que acaparan la mayoría del negocio en un sector en el que anualmente se publican más de 75.000 títulos en España. En torno a la novela, el ensayo, la poesía y otros géneros y especialidades sustenta el mercado editorial un negocio que en la región cuenta con pequeñas firmas reconocidas por su especialización y por dar muchas de ellas cabida a escritores en los márgenes de los circuitos menos convencionales.
«Ha llegado un momento de caída de ventas derivado de varias circunstancias», analiza Héctor Escobar, presidente del Gremio de Editores de Castilla y León en torno al que se agrupan 25 sellos. Cuenta que en 2020 y 2021 se registraron crecimientos de facturación entre el 30% y el 40%, cifras que en la actualidad han bajado al nivel de ventas de prepandemia. «Y creo que caerán aún más; la inflación y la incertidumbre económica generalizada se notan más en un ámbito como el nuestro. No creo que este ejercicio los porcentajes de beneficio o pérdida sean de más de un 5%».
En conversación telefónica desde Bogotá, donde participa en la Feria del Libro de la capital colombiana junto a otras tres editoriales castellano y leonesas, reseña Escobar que la edición regional diseña una apuesta «casi artesanal» para hacer frente a las grandes firmas del sector. «Rigor en la selección de textos y autores y calidad en la edición son dos máximas para hacernos hueco en este mercado buscando el cuerpo a cuerpo con los libros, dándolos a conocer, defendiéndolos y contagiando la fe en ese trabajo para tener credibilidad», apunta el también responsable del sello leonés Eolas, consciente de que las grandes editoriales, dice, «están ya utilizando las mismas tácticas de las pequeñas haciendo tiradas más cortas, minimizando gastos y buscando focos de interés para vender el libro y el autor».
Destaca también que la labor de las editoriales regionales está siendo reconocida en los últimos años a través de premios que han recibido sellos como Ediciones Menguantes, Ediciones Universidad de Salamanca o el logro de publicar a autores como Cristina Peri Rossi del sello palentino Menoscuarto, Luis Mateo Díez con el leonés Eolas o el segoviano La Uña Rota con Juan Mayorga.
Consideran los editores que el Día del Libro sirve para recordar que el sector sigue vivo, en concreto la apuesta por el papel, cuya demanda sigue vigente pese a que desde finales de 2020 se ha encarecido hasta un 200% «y eso supone incremento del coste de tintas, de imprenta..., la luz ni te cuento. Y eso al final se nota mucho». El libro electrónico, surgido en su día como amenaza para librerías y editoriales, parece haber perdido pujanza incluso dejando de ser bocado apetecible para la piratería. «El termómetro lo marca Estados Unidos y que baje la piratería significa que la lectura en pantalla pierde fuelle», alega Escobar. «El papel, siempre y cuando no perdamos lectores, va a estar siempre presente, lleva toda la vida existiendo y esa capacidad de hacer libros bonitos no se puede hacer en otro formato que no sea papel».
La internacionalización es otro de los salvavidas al que se aferra el sector de la publicación regional, un nicho aún residual pero en el que se han establecido contactos y firmado contratos en los últimos años gracias a los encuentros comerciales que cada año se organizan auspiciados por la Junta de Castilla y León para atraer representantes de industrias editoriales extranjeras. «Las ferias de Fráncfort, Guadalajara o la actual de Bogotá son escaparates en los que colocamos autores y catálogos buscando compradores», resume Escobar.
La saturación del mercado con miles de títulos es otro hándicap que subraya el portavoz del Gremio, crítico con la proliferación de «empresas e instituciones que hacen autoedición sin pasar filtros; llega un cliente y le imprimen el texto sin pasar control estético ni literario; eso no beneficia al sector; al final se ponen en el mercado libros que no aportan nada».
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