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jimena veros
Valladolid
Jueves, 8 de agosto 2019, 07:27
La Fundación SGAE ha seleccionado las obras 'I'm Miami', de Lucía Miranda, y 'Breakin Barrio', de Verónica Serrada, para su colección Teatro Autor ... Exprés, que tiene como objetivo promocionar nuevas creaciones de autores españoles. Las dos vallisoletanas se hacen hueco en las editoriales con sus propuestas de teatro documental. Una serie de ejemplares impresos de sus obras se pondrán a disposición de críticos, compañías, productores, académicos y otros profesionales del sector de las Artes Escénicas.
Lucía, directora, dramaturga y educadora, asegura que se encuentra «en un punto muy bueno de su carrera». Después de una temporada pasada que terminó con una nominación a los premios Max, y el premio Ojo Crítico, expresa que «siempre ha querido vivir del teatro y viajar desde niña», y que «su mayor aspiración es mantenerse en esta profesión de resistencia».
Verónica se define como artista siempre ligada a la escritura, disciplina que considera su proyecto vital, y al mundo de la interpretación. En esta última etapa «está recogiendo los frutos de un trabajo silenciado» y busca romper con el proverbio 'Nadie es profeta en su tierra' porque quiere que su producción llegue primero al público de Valladolid y luego al resto de espectadores.
–¿Qué supone para usted el reconocimiento de su obra?
–(Lucía). Una nueva publicación siempre es una alegría y esta, en concreto, abre las puertas a un texto que se escribió para Miami, y se representó en su ciudad de gestación. Es muy enriquecedor tener un pedazo del trabajo que se realiza fuera de España, porque las cosas que no se ven de cerca, parece que no existen.
–(Verónica). El reconocimiento significa que mi trabajo tiene una difusión y me ilusiona especialmente que una obra tan local, que trata la realidad del barrio Pajarillos, se reconozca a nivel nacional. A través del texto, quiero reivindicar la creatividad de la gente de barrio.
–¿Qué aporta Valladolid, cuna del teatro, en sus carreras?
–(Lucía). Es el lugar donde crecí. Mi primer empujón fue gracias a mis profesores del colegio, que me dejaban las llaves del teatro para que creara y ensayase lo que me diera la gana. El amor a las artes hay que cogerlo cuando eres joven. Es fundamental el apoyo de Valladolid a las letras y la creación de iniciativas privadas como las charlas TEDx o el Certamen literario de Café Compás, que publicó mi primer cuento con 16 años, y me dio el impulso más importante. Cuando eres niño y estás empezando necesitas a alguien que reconozca tu talento y no te diga «estás loca, ponte a hacer una ingeniería».
–(Verónica). Me considero fiel defensora de mi ciudad y estoy muy orgullosa de ella. He crecido con el Teatro Corsario, con compañías vallisoletanas, y he tenido la suerte de presentar una obra en el Zorrilla. Como sueño, me gustaría estrenar en el Calderón, templo por excelencia, y trabajar en próximas ediciones del TAC. 'Breakin Barrio' se presentó en el LAVA delante de grupos escolares, pero no ha tenido un estreno verdadero, y me gustaría que fuese aquí. Pensamos que lo mejor está fuera, pero Valladolid es un motor cultural, una cuna de artistas, con un montón de actores y personas muy positivas. Además, el público ayuda porque es educado y abierto.
–¿Piensa que las editoriales ponen demasiadas trabas para la publicación de una obra teatral?
–(Lucía). No, por mi experiencia estoy encantada. A nivel de editoriales y publicaciones solo puedo hablar bien, porque siempre me han escuchado.
–(Verónica). El mundo de las editoriales es complejo porque están saturados. En esta ocasión, la mecánica 'habitual' cambia porque están premiando un texto y no a una persona, porque no soy una figura pública. Cuando un autor hace su marca, parece que haga lo que haga está bien. Me inquieta esta parte de la profesión porque para mí el trabajo artístico va por otro camino, más humilde.
Lucía Miranda
–¿Cómo ha sido el proceso de gestación de su proyecto?
–(Lucía). Nacho Moralejo, director Centro Cultural de España de Miami, me llamó y me propuso un encargo para una proyección propia, a raíz de una ayuda que recibió de una fundación estadounidense con el fin de recrear la historia de Miami desde los años 80 hasta la actualidad. Me trasladé hasta allí y realicé más de sesenta entrevistas a perfiles muy interesantes, como una hondureña que llegó en el tren de La Bestia y sigue como ilegal, cubanos exiliados, e historias de dinero y pistolas de Miami Beach de los 80. Además, un motorista español cuenta cómo ha desarrollado allí su oficio de profesor de motos de agua desde que se quedó en una silla de ruedas. La obra representa a la comunidad de América Latina, afro, haitiana, LGTBI, y refleja la vida de las 'drag kings'.
–(Verónica). La primera idea fue un encargo de Nina Reglero, directora de escena de la compañía La Rayuela. Ellos llevan a escena un teatro que destila verdad, paisaje social, y retrata la vida de los héroes anónimos que pueblan nuestras calles. Fue un proceso largo de varias capas, que comenzó con una labor de investigación con 'plenas alas' por los barrios de Valladolid. Más tarde, focalicé la historia en Pajarillos, barrio que arrastra el estigma de la marginalidad y mantuve la idea principal: una declaración de amor hacia la vida ligada a la incesante búsqueda de sueños y el concepto de éxito. Descubrir cómo un suburbio puede ser motor de creatividad mediante una historia de superación que reivindica la cultura de barrio. Por otro lado, he hablado de la cultura hip hop de forma positiva mediante una historia paralela, en la que Diana y Littos, dos bailarines de danzas urbanas y Víctor, un rapero, muestran la situación de un vecindario en plena transformación hacia una convivencia multicultural.
Verónica Serrada
–¿Qué tipo de temática utiliza para sus obras?
–(Lucía). No tengo una temática clara, pero me interesa mucho la inmigración, la identidad y el género. Siempre creo personajes diversos y soy partidaria del público participativo, que se sumerja en la historia y que juegue a actuar como un personaje más. Es una experiencia excelente y enriquecedora.
–(Verónica). No me pongo cierre a nada. Trabajo con temas diferentes, pero nunca escribo para sectores concretos. A nivel profesional he tocado todos los palos que he podido: cómic, relato, teatro, artículos de viaje... siempre me enfrento a las propuestas que recibo.
–¿Cree que las mujeres están conquistando el mundo de la cultura?
–(Lucía). Todavía no, queda mucho por conquistar. Tenemos más visibilidad en los medios, pero los números no fallan. Como experiencia personal, observé las carteleras de nueve teatros públicos de Madrid y conté un total de tres autoras por veinte autores. Quiero trabajar para que las que vienen detrás lo puedan hacer mejor y puedan disfrutarlo más. Tener símbolos femeninos de referencia es esencial, porque yo no tuve grandes nombres en los que fijarme.
–(Verónica). Esta es la hora de las dramaturgas. Como en todos los campos, hay un techo de cristal, y se sigue viendo a las mujeres desde un punto de vista diferente. Las mujeres tenemos mucho que decir y es el momento de que hablemos nosotras y no solo de mujeres. Mi próximo texto será sobre la figura de Juana de Arco, personaje que hablará desde una voz femenina empoderada. Además, ¿por qué si hay más chicas en las escuelas de Arte Dramático no llegan al éxito en esa misma proporción? Hace falta una política cultural que nos haga creer que podemos ser líderes.
–¿Qué opinión tiene acerca del teatro como educación?
–(Lucía). Es primordial que los teatreros luchemos por la existencia de departamentos educativos en los centros de artes escénicas, porque no entiendo cómo los museos sí tienen, y no los centros de teatro. Por otro lado, es una tarea de Educación crear un sistema obligatorio de inclusión de las artes en los colegios o institutos, y que el profesorado anime a participar. Es básico que educación y artes vayan de la mano.
–(Verónica). Tenemos una gran responsabilidad como creadores porque el teatro es una herramienta de transformación social. Si educamos gente sensible al hecho artístico, vamos a crear personas empáticas, que piensen en los demás. Como sociedad tenemos el deber de cuidar el teatro y favorecer que el placer de ver una obra bonita, esté ligado a la evolución del individuo.
–¿Cómo definiría la situación del teatro para las compañías pequeñas en España? ¿Y en Castilla y León?
–(Lucía). Muy difícil. No veo clara una política cultural por parte de la Junta Castilla y León. Considero que la gestión cultural es escasa y no sabría definirla. Hace falta creer que la cultura crea impacto económico y social, que genera trabajo y riqueza en varios sentidos. Más allá de un tema de subvenciones, tiene que ver con fijar unos objetivos y establecer un diálogo para llegar a un acuerdo.
–(Verónica). En Valladolid había compañías que podían mantenerse, pero a raíz de la crisis y la nefasta política cultural de Castilla y León, se creó un entorno desfavorecedor que no facilita que la gente pueda vivir de ello, al igual que en España. El teatro también es política y contributivos a que la sociedad avance. Falta protección al artista, además de un intercambio de producciones entre comunidades, que 'rule' el teatro.
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