La curiosidad inagotable de Luis Eduardo Aute

Su legado seguirá dando sorpresas, advierte su hijo Miguel, que halló no hace mucho una cinta de casete con una decena de temas en los que Aute trabajaba cuando fue hospitalizado a causa del infarto que sufrió en agosto de 2016 y que marcó su declive físico. La vetusta grabadora será uno de los objetos expuestos en la se desde de SGAE que inició ayer el homenaje con una muestra que reúna algunas de sus pinturas. Seguirá con un recital de su poesía, una velada con la proyección de uno de sus cortometrajes y una jornada musical en su recuerdo en la que sus amigo versionarán algunas de sus canciones.

Miembro de la SGAE desde 1967 y con 560 obras registradas, Aute se mantuvo durante cinco décadas sobre los escenarios y facturó un treintena de discos. Conocido sobre todo como cantautor, fue además un dotado dibujante, pintor y escultor. También escribió poemas, hizo fotografías y musicó y dirigió cotos y películas. «No soy ni músico, ni pintor ni poeta ni cineasta. Soy un curioso» decía, sin embargo, de sí mismo.

Nacido en Manila, la capital de Filipinas donde su padre trabajaba en una compañía tabaquera, Aute llegó a España con ocho años. Comenzó a pintar entonces y con dieciséis años celebró su primera muestra individual en Madrid. Su pintura se vería después en Francia, Bélgica, Italia, Brasil, Estados Unidos.

También fue precoz en la música. Con quince años tocaba la guitarra eléctrica y con dieciocho se presentó en 1961 al programa Salto a la Fama de RTVE. Haciendo honor su nombre el espacio seria su catapulta.

'Al alba' es la canción más icónica de su carrera. La incluyó en 'Albanta' (1978) disco bautizado con el nombre de un país imaginario inventado por su hijo Pablo. Es un tema de amor dedicado a Marichu, Carmen Rosado, esposa y madre de sus tres hijos, pero hay quien vio y ve en ella un homenaje a los últimos fusilados del franquismo y un alegato contra la pena de muerte.

Pero la carrera de Aute está jalonada de otros hitos musicales como 'Una de dos', 'Rosas en el mar', 'De alguna manera', 'Pongamos que hablo de Joaquín', 'Alevosía', 'Anda', 'Las cuatro y diez' o 'Más cine, por favor'.

Escribió temas para muchos otros cantantes: Massiel ('Rosas en el Mar'), Marisol ('La vida al pasar'), Rosa León, Silvio Rodríguez ('Mano a mano'), Ana Belén o Mari Trini ('El alma no venderé', 'No sé qué pasará'). Cantó junto a Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Nueva Trova Cubana (Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Amaury Pérez) o con Suburbano (Luis Mendo, Bernardo Fuster). En los últimos años viró hacia géneros muy alejados de la canción de autor: colaboró con el rapero Haze ('Juego de niños') con El Chojin ('Ríe cuando puedas, llora cuando lo necesites'.

Compuso la banda sonora para películas dirigidas por Jaime Chávarri o Antonio Jiménez Rico y él mismo dirigió 'Un perro llamado dolor' (2001), un largo de animación intimista basado en 4.000 dibujos a lápiz en el trabajó durante casi cinco años.

Su último disco, 'De la luz y la sombra', una grabación de conciertos en México y Madrid, se publicó en noviembre de 2018.

Aislado en su estudio, sin ordenador y sin móvil, empedernido fumador, se felicitaba Aute por poder dilatar el tiempo para crear. «No es poeta quien escribe poemas, sino quien utiliza cualquier medio de expresión y es capaz de ir un poco más allá del espejo, de construir una mirada distinta, un 'desestatus quo', provocar la sensación de que te quitan el cielo», aseguraba.

Murió en Madrid el 4 de abril de 2020, con 76 años, tras haber batallado contra varias afecciones durante cuatro años y cuando el covid, que le respetó, comenzaba a hacer estragos.