Luis Antonio de Villena, fotografiado en Madrid al final de la entrevista. Virginia Carrasco

La entrevista

Luis Antonio de Villena | Escritor
«La cultura popular de hoy es cultura de la plebe»

«Hoy todo va aceleradísimo y muchos hemos perdido el paso», asegura este poeta que ha combinado en su obra la más exquisita tradición clásica con la modernidad

Sábado, 22 de julio 2023, 13:02

Defiende lo superfluo -la poesía, el arte, todo lo que persiga la belleza- y confiesa que lo necesario, lo práctico, es muy aburrido y se le da muy mal. Catalogado por algunos como un dandi, a raíz de que con poco más de 20 años ... escribiera un libro sobre varios autores que responden al modelo, el poeta, ensayista, crítico y traductor Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) defiende el elitismo en la cultura. También arremete contra la mala educación imperante en el país, no ve ventaja alguna en la fama repentina y superficial que da la aparición frecuente en ciertos medios y habla con naturalidad sobre el talento natural preciso para que alguien haga de sí mismo un personaje: «Es como la inspiración, se tiene o no se tiene», asegura. Ahora, a cuatro décadas de la Movida madrileña de la que se aparta -«solo fui espectador»- y de la que asegura que apenas queda ni el espíritu, confiesa que el tiempo se ha acelerado tanto que algunos, como él, han perdido el paso. Puede que sea así, pero la lucidez y la libertad para expresarse las conserva íntegras.

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- ¿Para qué sirve hoy la poesía?

- Nunca ha servido para nada, salvo la épica en la Antigüedad, cuando los poemas estimulaban a los soldados, o los poemas religiosos cantados... Pero, ¿para qué sirve un cuadro? Para nada. Solo para crear belleza, para enriquecer espiritualmente a quienes lo miran, para que les surjan ideas y estímulos. El arte enriquece al individuo, acrecienta su saber y su sensibilidad, le da una visión del mundo.

- Parafraseando a Wilde, como usted ha hecho alguna vez, ¿el arte es lo superfluo?

- El arte es superfluo y magnífico. Lo fundamental es la vida cotidiana, que es aburridísima. A los sesenta y tantos años me encontré solo y descubrí que no estoy preparado para la vida práctica. Igual no se me da mal lo superfluo pero soy un desastre para lo necesario.

- ¿Queda algo del entusiasmo, de las ganas de cambio de la Generación de la Movida, o sus supervivientes están acomodados y viven de la etiqueta?

- En realidad, yo soy algo mayor que ellos, así que pertenezco al grupo de quienes éramos espectadores. Era divertido, pero pensábamos que, en cuanto a cabezas, no eran nada del otro mundo. Vamos, que no eran luminarias de Occidente. No hay más que ver lo que produjeron: la literatura sobre el fenómeno se escribió después... Hay cine, mucha música popular y fotografía. Y ahí queda todo.

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- ¿Y en cuanto al espíritu? ¿Permanece algo en algún sitio?

- No queda nada de lo físico porque cuando el PP llegó a la alcaldía de Madrid cerró los locales con el pretexto del ruido, aunque lo que de verdad preocupaba eran las drogas. Y en lo intelectual, casi nada tampoco. Quizá un cierto apetito de libertad, pero no mucho. Ahora los jóvenes quieren tener un empleo y sobre todo un sueldo. Lo único que interesa es el dinero. Antes el ideal era ser un estudiante eterno. Eso se acabó cuando el dinero se convirtió en el objetivo: así se explica que haya muchos ladrones. Si haces un robo a gran escala -hablo de corrupción, no de un atraco- arreglas tu vida para siempre.

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«La capacidad de crear un personaje de uno mismo es como la inspiración: se tiene o no se tiene»

Personajes

- ¿Qué hay en un artista, un poeta, un músico, de auténtico y cuánto de personaje?

- Creo que debemos separar la creación de un personaje de lo que es la fama. Salir en los medios te da una fama efímera que pierdes en cuanto dejas de salir. Un personaje es otra cosa: Dalí lo era y se sigue hablando de él tantos años después de su muerte. Y la capacidad de crear un personaje es como la inspiración: se tiene o no se tiene.

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- Usted se creó su personaje de dandi.

- Escribí una cosa sobre los dandis con poco más de 20 años y ya me colocaron esa etiqueta. No sabían quienes lo hicieron que el dandi quiere separarse del grupo, todo lo contrario que el esnob, que quieren que lo admitan.

- Pues usted fue un dandi que escribió un libro que se puede calificar de poesía social, 'Marginados'.

- En un tono buscadamente coloquial intenté meter personajes marginales, alguno de ellos incluso aristócratas. O gente que se ha perdido en lugares lejanos. No solo se hablaba de injusticia social, también de desclasados.

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- El tópico presenta al poeta como una persona que espera que le llegue la inspiración... Usted ha publicado un centenar de libros, una treintena de ellos de poesía, y ha publicado mucho en periódicos.

- Me ha venido solo. Tengo cierta facilidad para escribir y he trabajado mucho, aunque nunca he estado en la nómina de nada. A mí se me ocurre una idea para un poema y esa idea flota en mi cabeza horas, días, y luego se añaden cosas nuevas, hasta que llega el momento en que me veo abocado a escribir y después a corregir.

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- Siempre le han gustado los perdedores. Ahora están de moda: esos perdedores en la política que vuelven y tienen más poder o más audiencia. ¿Los perdedores ya no son lo que eran?

- Hay que diferenciar entre el que pierde y el perdedor. Un político derrotado, un empresario que se arruina... son personas que pierden. El perdedor es alguien que se pone metas muy altas en la vida y no le salen. El fracasado tiene un proyecto vital estupendo al que no llega; el que pierde es al que no le sale bien el negocio. Sea el que sea.

- Critica mucho la zafiedad en la que se ha instalado este país. Podríamos pensar que no estamos como para poesía.

- La poesía puede florecer en cualquier circunstancia. En un ambiente sórdido en Francia en el siglo XV surgió François Villon. A finales del XIX había poesía de burdeles. La cultura en general sí necesita un ambiente mejor para no caer, por eso está por los suelos. Y eso arrastra hacia la falta de educación, aunque cultura y educación no son lo mismo. Hoy el respeto por el de al lado es mínimo. No extraña que los políticos sean lo peor de cada casa. Lo decía Machado: «Qué difícil es/ cuando todo baja/ no bajar también».

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Ideales juveniles

«Antes el ideal era ser un estudiante eterno; hoy los jóvenes quieren un sueldo»

- ¿Por eso la cultura puede llegar a ser un gueto?

- Ya hay algo de eso. La alta cultura siempre ha sido minoritaria, no nos engañemos. ¿Quién leía a Dante en su tiempo? El problema es que hoy se ha diluido la frontera entre alta cultura y cultura popular, y esta última más que eso es cultura de la plebe. Y la alta cultura debe seguir siéndolo. Una vez una señora me acusó de defender el elitismo y le contesté: «Si no hubiera elitismo, qué sería de tus hijos».

- No habla de riqueza.

- No, por supuesto. No hablo de elitismo por razones económicas. Hoy un universitario sale de la Facultad con una cultura horrible, así que debe ser autodidacta en ese aspecto y formarse.

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- Sin embargo, la cultura aún da algo de brillo. Piense en esa gente que se dice poeta porque publica versos en las redes sociales.

- Y algunos hacen poemas que parecen anotaciones de un diario...

- Pero tienen muchos lectores.

- En el arte, lo que cuenta es el largo plazo. Gil de Biedma, por ejemplo, se reedita constantemente desde los años cincuenta. Y no solo eso: basta enfrentar esos poemas de internet con los clásicos y se ve la diferencia.

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- Con todo, se editan y a veces en sellos importantes.

- Debemos diferenciar entre editor y mercader. Este último solo va buscando un best seller. El editor está en el mundo de la cultura y compensa los libros de consumo con el arte. Lo hacía Lara y hoy lo hacen solo unos pocos. Son contados los que crean autores.

- Alguna vez ha contado que al final del franquismo, si no hablaban de sexo o de los comunistas españoles los poetas, podían publicar lo que quisieran. ¿De verdad fue así?

- En el franquismo hubo etapas. A partir de la llegada de los tecnócratas todo cambió mucho y el régimen se fue ablandando. Franco era nacional católico y muchas limitaciones existentes en este ámbito eran concesiones que hacía a la Iglesia. Yo aún recuerdo que 'El último tango en París' estaba prohibida aquí, pero los periódicos publicaban anuncios de viajes organizados para ir a verla a Francia. Allí fue donde yo la vi. Aún más: en la calle Génova de Madrid había una librería especializada en marxismo, que únicamente no tenía libros de españoles o sobre España. Y había bares gays, discretos, donde no había problemas para entrar.

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Zafiedad general

«Todo está lleno de hombres estúpidos y mujeres estúpidas, en eso hay igualdad»

Un mundo que se acaba

- Algunos defienden que no en el franquismo pero sí en los ochenta había más libertad en algunos ámbitos que ahora. ¿Lo cree así?

- Entonces no había esa cosa horrible de la corrección política. ¿Cómo es posible que haya quien diga que no se puede editar 'Lolita'? Estará bien o mal lo que cuenta, pero la libertad es poder leerlo, como es libertad leer un informe sobre pederastia. En el antiguo Egipto existió la 'damnatio memoriae' y borraron el nombre de Akenatón de los monumentos. No es nuevo, como se ve, pero borrar el nombre de alguien por sus opiniones es una salvajada. Pero mire, está todo lleno de hombres estúpidos. Y mujeres estúpidas, que en eso hay igualdad.

- También dice que cree vivir en un mundo que se acaba. Pero son mucho más interesantes las obras crepusculares que los manifiestos optimistas e ingenuos ante lo nuevo.

- Las vanguardias siempre tienen un optimismo ingenuo, pero su error es querer imponer sus ideas. Los mundos senescentes ven lo bueno que se acaba; en cambio, aún no se sabe lo bueno de este momento.

Tradición y futuro

«Las vanguardias siempre tienen un optimismo ingenuo, pero su error es querer imponer sus ideas»

- No lo veo muy optimista, en efecto.

- No dudo de que en 50 años habrá un mundo mejor que el actual, pero hoy el horizonte es negro. A veces pienso que somos como elefantes en extinción y que me gustaría vivir en un pueblo abandonado para que me dejen en paz y no ver la pobre Humanidad doliente.

- ¿Qué tiene más culpa de este final: la tecnología, los nuevos valores construidos sobre los escombros de los anteriores o que en la vida todo termina en algún momento?

- Todo termina, todo tiempo concluye. Antes todo iba más lento y las personas disponían de un tiempo para la adaptación. Hoy todo va aceleradísimo y muchos hemos perdido el paso. Además, mucha gente no usa lo muy bueno de la tecnología, sino lo baladí. Le pongo el ejemplo de tik tok, que revela una mentalidad plana e infantil. Y luego está esa generación de la 'cabeza agachada' que mira al móvil. Lo de agachar la cabeza tiene tanto de simbólico...

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- Es un gran lector de Cavafis. ¿A cuántos puertos ha arribado y con qué hermosas mercancías viaja?

- Voy viendo que he tenido una buena vida, aunque podría haber sido mejor. He vivido desde niño en un mundo de excepcionalidad porque mis padres estaban separados de hecho y no recuerdo por ejemplo ni una comida familiar. Esa excepcionalidad me ha servido.

- Por seguir con el poema, ¿los monstruos que se ha encontrado estaban solo en su cabeza o algunos venían de fuera?

- Muchos estaban en mi cabeza, sin duda y debido a eso me hice psicoanálisis. Un dolor en la infancia no lo sitúas, por eso hay monstruos dentro. Si son pequeños, son molestos; si son grandes, resultan destructivos. Luego están los externos, y vivimos en un mundo perfectible de mil modos por lo que en una elección terminas por optar por lo menos malo porque lo mejor no aparece. La sensación es que a la Humanidad le falta muchísimo por hacer.

La mala educación

«Ahora el respeto por el de al lado es mínimo»

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