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JESÚS BOMBÍN
Jueves, 7 de marzo 2019, 09:06
En 1929 Virginia Woolf publicó 'Una habitación propia', un ensayo convertido en icono del feminismo cuyos postulados siguen en buena parte pendientes de ser aceptados y desarrollados casi un siglo después. A esta idea, expuesta como un diálogo entre quien ocupa el escenario y ... el público sentado en el patio de butacas, se ciñe la adaptación teatral protagonizada por Clara Sanchís (Teruel, 1968). Esta tarde la representará como si fuera una de las charlas que la escritora británica impartió en universidades femeninas de Cambridge sobre mujeres y literatura.
«Si hay algo que hace única esta obra es la belleza literaria del texto y su contenido político, pues habla de los mecanismos perversos de la desigualdad», resume la actriz, conocida también por las series de TVE 'Cuéntame', 'Isabel' y 'Amar en tiempos revueltos'.
En apariencia el montaje está concebido como un monólogo, aunque Sanchís interpela al público estableciendo un diálogo en el que afloran ejemplos, apunta, «de esos siglos de sometimiento que han ido creando mecanismos profundos muy interiorizados tanto por las mujeres como por los hombres, a menudo invisibles, sutiles y perversos. Woolf, con su inteligencia cristalina y salvaje saca a la luz muchos de ellos, pero hay uno particularmente revelador, el sometimiento aceptado que resume en la frase 'Las mujeres hemos servido durante siglos como espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar la figura del hombre duplicando su tamaño natural'».
De la lectura de las conferencias de Woolf parte la toma de conciencia de Clara Sanchís sobre la recurrente condena histórica de la mujer a ser arrinconada en roles secundarios. «Al enfrentarte a estos textos te das cuenta de cómo las mujeres han sido relegadas a ser analfabetas, además de a la pobreza; además, aquellas jóvenes a las que se dirigía la escritora fueron las primeras que lograron estudiar, acceder al conocimiento, y eso te pone la carne de gallina».
Sanchís compagina su actuación con la interpretación musical al piano de varias piezas de Bach «para llegar allí donde no llegan las palabras», y no deja de sorprenderse de cinco llenos conseguidos en teatros de Madrid. «Siento que hay una nueva ola feminista; el público sale conmocionado al contemplar una obra que nos sigue interpelando. Sin hacer una película de buenos y malos –concluye–, Virginia Woolf consiguió dotar de análisis a una barbaridad histórica asentada en la discriminación y hacerlo con un tono energizante».
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